Hay más nieve en Marte que en Navacerrada (aunque ahí se terminan las similitudes con nuestro invierno)

Dunas Heladas Marte
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Cuando imaginamos los primeros humanos que lleguen a Marte los vemos en un lugar desértico, seco y hostil. Marte quizás no sea tan grande como la Tierra, pero su tamaño es notable y en él alberga cierta diversidad, de paisajes y de climas. Esta diversidad abarca desde estos páramos desérticos hasta los parajes nevados de los polos, donde el hielo no solo se acumula en el suelo, también cae de la atmósfera. Aunque hay una sutil diferencia con la Tierra.

La nieve que ha podido detectarse en Marte es distinta a la de la Tierra en un sentido importante. Sus copos no están formados por la cristalización del agua sino del dióxido de carbono, la molécula que domina la composición de la atmósfera marciana. A las temperaturas a la que la atmósfera marciana puede llegar en sus inviernos polares el CO2 puede cristalizarse, lo que lo hace ganar densidad y con ello precipitarse hacia el suelo.

La nieve marciana no es un fenómeno frecuente, puesto que puede darse tan solo cuando coexisten varias circunstancias. Para empezar sólo se da en los lugares más fríos de Marte, los polos. Además se trata de un fenómeno que ocurre tan solo durante la noche invernal y cuando existen nubes que permitan esta precipitación.

Los copos de nieve de CO2 son también diferentes a los que forma el agua. Son (mucho) más finos. Tan finos que una nevada en Marte no se parecería a una en la Tierra, sino que se asemejaría más a una neblina cayendo del cielo. Si miráramos a esta neblina con lupa (o con microscopio más bien), veríamos también una estructura diferente: en lugar de los copos hexagonales propios de la nieve terrestre, los copos de CO2 tendrían forma cúbica debido a la estructura cristalina de la molécula.

En Marte existe, técnicamente, la nieve “convencional”, la de agua. Sin embargo, dada la combinación de bajas temperaturas y baja presión en la atmósfera marciana, la nieve de agua que se forma en las capas superiores de la atmósfera marciana acaba sublimándose, es decir, pasa directamente de estado sólido a convertirse en un gas. Como consecuencia de esto, no llega a tocar el suelo.

Las heladas no se restringen solo a las regiones polares. Marte es un lugar bastante fío y esto permite que en algunos lugares se acumule también la escarcha. En este caso la escarcha del planeta rojo puede formarse tanto por agua como por CO2, una forma de escarcha que tampoco vemos aquí en la Tierra. También resulta curioso cómo desaparece esta escarcha que, como la nieve de agua, se sublima en lugar de derretirse.

La sublimación es un fenómeno mucho más habitual en Marte que en la Tierra gracias a la menor presión que ejerce su atmósfera, mucho menos densa que la nuestra. Esto afecta a la geología marciana, creando accidentes geográficos que poco o nada tienen que ver con los que vemos en la Tierra.

Marte es uno de los planetas sobre el que más ojos tenemos puestos y esto implica que tenemos un conocimiento cada vez más exhaustivo sobre su clima y meteorología. Existen varias misiones que cuentan con instrumentos específicos o útiles a la hora de analizar fenómenos meteorológicos en el planeta rojo.

La sonda Mars Reconnaissance Orbiter cuenta con una de estas herramientas, Mars Climate Sounder. Su trabajo es observar la temperatura, humedad y en contenido de polvo en la atmósfera marciana. Con ello se pretende comprender mejor la circulación en la atmósfera marciana además de comprender la evolución de esta.

Pero Marte cuenta también con su propia estación meteorológica. Se encuentra a bordo del rover Perseverance y tiene el nombre de Mars Environmental Dynamics Analyzer (MEDA). MEDA es la gran aportación española a la misión Mars 2020. Ahora está comenzando a darnos valiosa información sobre la meteorología marciana.

Existen otros instrumentos que nos ayudan a comprender la meteorología y el clima marcianos, como es el caso del LIDAR a bordo del Phoenix Lander. Este “radar lumínico” señala al cielo sobre esta sonda para analizar lo que hay sobre ella, ya sean partículas de polvo o nubes.

Imagen  | NASA/JPL-Caltech/University of Arizona

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