La regla ‘One Touch’ para evitar la procrastinación: hacer las tareas una vez es más productivo que hacerlas dos veces

  • Pese a tener una lógica aplastante, hacer las tareas dos veces es un agujero negro de tiempo a lo largo del día

  • Completar las tareas "al primer toque" hará que mejore la productividad tanto en el trabajo como en casa

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La procrastinación es un comportamiento que, para quienes no lo sufren, puede parecer incluso ilógico. ¿Por qué alguien iba a querer posponer hasta el último momento una tarea que, irremediablemente, va a terminar haciendo, y además añadiendo ansiedad y frustración a la ecuación?

Sin embargo, es un mal hábito que requiere mucho esfuerzo para hacerle frente. La regla ‘One Touch’ o regla del toque, es una de las técnicas que pueden ayudarte a no caer en la tentación de procrastinar y hacer tus tareas pendientes cuando debes hacerlas.

La aplastante lógica de ‘One Touch’

La regla de un toque fue concebida por Ann Gomez, experta en productividad y CEO de la organización Clear Concept, dedicada a la consultoría. Lo que propone Gomez con esta técnica es algo que suena tan evidente, que cuesta creer que las personas no lo hagamos de forma natural: hacer las cosas una sola vez es mucho más productivo que hacerlas varias veces.

Vale, es probable que ahora pienses que acabo de descubrir la rueda con esa afirmación y que, evidentemente, hacer las cosas dos veces consume más tiempo que hacerlas a la primera. Sin embargo, he descubierto por mi mismo que, esa lógica tan aplastante, en ocasiones parece no ser tan evidente.

La regla consiste en procesar las tareas desde la primera vez que las “tocas”. De ahí su nombre de “regla del toque”. Esta regla es especialmente eficaz con las minitareas que, precisamente por tener esa percepción de menudencia, vas acumulando para luego hasta que se hace una montaña imposible de gestionar.

La productividad al primer toque

Pongamos un ejemplo: responder a un email inmediatamente después de leerlo. Esta es una técnica de la que ya hemos hablado y parece evidente, pero que, seguramente, alguna vez has abierto el correo por la mañana, has leído los correos y, en lugar de responder en el momento, has estado pensando en ello durante toda la mañana para volver a retomar esa tarea a última hora para responderlos.

Resultado: has empleado tiempo leyendo por primera vez el correo por la mañana, y has duplicado la cantidad de tiempo volviéndolos a leer por la tarde y, ahora sí, respondiéndolos. Una tarea que se podía haber completado en media hora, ha duplicado el tiempo que le has dedicado.

En cierta forma, la regla del toque es muy cercana a la técnica de los “dos minutos” ya que ambas apelan a una llamada a la acción inmediata para completar las tareas, aunque en el caso de la regla del toque no importa cuánto tiempo te ocupe la tarea siempre que la hagas a la primera.

El hecho de coger una tarea y terminarla, no solo aporta la satisfacción que provoca tachar tareas completadas de tu lista, también ayuda a mejorar la concentración al evitar la multitarea por tratar de solucionar distintas “mini tareas” a la vez.

Además, es una excelente forma de liberar carga mental al finalizar las tareas inmediatamente, evitando que ocupen espacio en el cerebro. Esta inmediatez en la acción hace que se evite caer en dinámicas de perfeccionismo tóxico.

La propia Ann Gomez afirma que, en ocasiones, podemos quedar atrapados en la zona de “dedicar más tiempo al problema” en lugar de asignarle un tiempo razonable y completarla. “Cuantos más proyectos simultáneos intentamos abordar, más diluimos nuestro impacto”, afirmaba la experta en una publicación de LinkedIn.

Efectiva en el trabajo, pero también en casa

La regla del toque también resulta muy útil en las pequeñas tareas del hogar, sobre todo a la hora de mantener el orden. Llegas a casa y, en lugar de dejar la chaqueta en el perchero, la dejas en una silla, cuando sabes que más tarde vas a tener que volver a coger la chaqueta y ponerla en el perchero: dos toques, en lugar de ir al primer toque y colgarla directamente en su sitio.

El mismo principio puede aplicarse a otros aspectos más cotidianos, como sacar algo, usarlo y volver a guardarlo tan pronto como terminas de usarlo. Lo tienes en la mano, completa la acción de un toque, no te obligues a tener que volver a tocarlo una segunda vez.

Cuando prestas atención a estas pequeñas cosas, te das cuenta que, por muy evidente que parezca a priori, a veces hacemos las cosas más de una vez sin ser verdaderamente conscientes de ello. Esa es la magia de la productividad.

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Imagen | Pexels (Walls.io)

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