Aunque parezca mentira, ahora mismo hay muchos analistas mirando qué pasa en la lonja de León. Y no es para menos: en menos de una semana, el precio la tonelada de trigo ha subido ocho euros. Parece un cambio sutil, pero la tendencia alcista de los cereales cuenta algo que va mucho más allá.
Y la clave está en por qué sube el precio.
¿Hay una crisis de las harinas? Hace unas semanas, hablamos de la posible crisis internacional de la harina a propósito los problemas de abastecimiento de las empanadillas de La Cocinera, las más consumidas en España. En aquel momento, Nestlé reconoció que no tenía stock de harina "que cumpliera con sus especificaciones técnicas para garantizar las cualidades de sus productos".
Sin embargo, cuando fuimos a otros fabricantes nadie anticipaba una crisis de abastecimiento. Todo el mundo reconocía que tras el comienzo de la Crisis de Ucrania la situación se había complicado, pero que (dentro de lo razonable) todo había vuelto a la normalidad.
La duda es si la situación seguirá así.
Y los que están comprando cereal no apuestan por ello, la verdad. Como decían en Agroinformación, "el riesgo climático mundial y las tensiones políticas" invitan a ser prudentes. Por un lado, a la sequía en Rusia (el principal exportador mundial de trigo), se le han unido una buena ristra de heladas. El sureste de Brasil ha sufrido inundaciones enormes y "en EEUU hay un importante retraso en las siembras de maíz".
Es decir, se espera una caída del cereal disponible a nivel internacional y, como consecuencia directa, un incremento de precios.
Sobre todo, si a los problemas climáticos le sumamos las tensiones políticas internacionales. No es solo la guerra de Ucrania (y los continuos rifirrafes entre Rusia y la Unión Europea), es Gaza, las tensiones en el Sudeste asiático y los problemas en el Sahel. El mundo es una caja de bombas y el precio de los cereales parece su canario en la mina.
¿Qué podemos esperar? Incertidumbre, claro. Es verdad que ya empieza a ser una costumbre: la incertidumbre nos acompaña desde, al menos, la pandemia y parece que no hay manera humana de quitárnoslas de encima.
Por eso, no está de más tener un ojo puesto en lo que ocurre en Santa María del Páramo (donde está la lonja de León) y en el resto de mercados de materias primas. Suelen ser buenos indicadores de lo que espera el mundo porque allí "los analistas" se juegan mucho más que prestigio, se juegan su futuro (financeramente hablando).
Aunque, sinceramente, lo más razonable es asumir que esta incertidumbre permanente va a continuar en los próximos años. Sobre todo, cuando hablamos de agricultura. Un mundo que lleva años encadenando una crisis con la siguiente. Al fin y al cabo, ni los problemas climáticos, ni los conflictos internacionales parece que vayan a disminuir en los próximos años.
Imagen | David Wright
En Xataka | El conflicto de Ucrania se va a cobrar dos víctimas inesperadas: los fertilizantes y el trigo
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