Hay tantas oficinas vacías en San Francisco que las está convirtiendo en lo que más necesita: viviendas

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Una de las consecuencias que parecía claro que dejaría la pandemia era el auge del teletrabajo. Incluso hace tres años, en la fase temprana del COVID, lo teníamos bastante claro. Ese ha sido finalmente un suflé que ha habido que bajar respecto a las expectativas que teníamos fijadas, pero sí es cierto que hay señales de que en cierto grado ya no hay una vuelta a 2019: el teletrabajo, en mayor o menor medida, llegó para quedarse.

Una de esas señales es el aumento de las oficinas vacías en Estados Unidos, habitual canario en la mina para el sector tecnológico del resto del mundo. Allí, la pandemia llegó con un 12% de las oficinas disponibles. En 2023, cuando la pandemia es poco más que un mal recuerdo, esa cifra ha aumentado al 16%.

No obstante, San Francisco es quien se lleva la palma, pasando del 10% al 23%... y valorando medidas que pronto podríamos ver replicadas aquí.

11.000 viviendas potenciales

Ninguna otra de las grandes ciudades estadounidenses ha tenido un efecto tan marcado como la San Francisco postpandemia: de apenas uno de cada diez metros cuadrados libres... a casi una cuarta parte.

El aumento del teletrabajo tiene otro compañero de causa: los despidos en el sector tecnológico, si bien han sido en muchos casos, especialmente en las grandes empresas, de apenas una fracción de la contratación que hicieron entre 2020 y 2021.

No hace falta irse a empresas que se hayan pasado al trabajo en remoto el 100% del tiempo o a las que hayan cercenado el tamaño de su plantilla: el teletrabajo híbrido da paso a fórmulas en las que se pierden muchos puestos de trabajo fijos. Donde antes había 200 empleados, ahora solo coinciden 120... y por tanto hay mucho espacio que poder liberar. Una fórmula que ya advertimos que podría llegar cuando apenas llevábamos dos meses de pandemia.

Una coyuntura que ha llevado a San Francisco a plantearse convertir oficinas vacías en suelo residencial, algo que no puede hacerse ad-hoc, sino normativa mediante. Y entre esas medidas, se plantean suavizar ciertas condiciones para poder convertir suelo de oficina en suelo residencial, como requisitos de exposición a luz natural o al estacionamiento de bicicletas.

También se plantea la supresión de ciertas tasas al desarrollo residencial para facilitar esta transición, que lograría unas 11.235 nuevas viviendas para la ciudad según la estimación de lo que supondría que un 40% del suelo de oficinas disponible (no el 100%) se recalificase. Un cálculo más conservador cifra en 4.200 las viviendas que se podrían añadir a una ciudad que desarrolló un serio problema de acceso a la vivienda en la última década.

No es San Francisco, en cualquier caso, la única ciudad estadounidense que estudia estas conversiones. Chicago o Nueva York están en una senda similar. Si algo aprendimos de la burbuja inmobiliaria que vivimos en España fue que el problema real es construir viviendas donde nadie quiere vivir, no hacerlo donde la demanda siempre es elevada.

Imagen destacada | Ferdinand Stöhr en Unsplash

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