La catástrofe de los pellets en Galicia no es la primera en España: Cataluña lleva cinco años luchando en sus playas

Tras cinco años de recurrentes mareas de pellets la Generalitat ha abierto expediente a 13 empresas

Pellets Plastico Sri Lanka
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El vertido de pellets plásticos que asola las playas gallegas y ya está afectando al conjunto del litoral cantábrico ha devuelto a la agenda un caso que había quedado ya olvidado. Se trata de la inundación de microplásticos que desde hace años afecta al Mediterráneo noroccidental y especialmente a la costa de Tarragona.

Nuevas sanciones. El Govern catalán ha anunciado expedientes para varias empresas del sector petroquímico por los vertidos de pellets plásticos que llevan afectando a la costa catalana. Estos vertidos han  especialmente al área de Tarragona, donde se concentra buena parte de la industria.

Las sanciones afectaban en un primer momento a ocho empresas, pero las autoridades extendieron el expediente a otras cinco, poniendo en 13 el total de empresas que han recibido este toque de atención. Se trata de un expediente que llega tras más de cinco años de lucha por limpiar de pellets las playas del litoral tarracnoense, siendo la playa de La Pineda el epicentro de este problema que también afectara a playas francesas.

El triste récord de 2022. El problema data, al menos de 2018, pero ganó cierta notoriedad cuando, a mediados de 2022, voluntarios de una iniciativa impulsada por la ONG Good Karma Project aseguraron haber batido récord en recogida de estos plásticos: 1,8 millones de piezas en dos horas tras haber cubierto 200 metros de playa en La Pineda.

Estos pellets están tan extendidos que es difícil ubicar su procedencia. La costa sur catalana abarca uno de los mayores polos químicos del país, lo que implica que no haya habido que buscar muy lejos el posible origen de estos plásticos.

Ladrillos de plástico. ¿Qué son exactamente estos pellets? Se trata de pequeñas piezas de plástico recién manufacturado. Se utilizan como una forma intermedia en la elaboración de productos de plástico, desde botellas para refrescos hasta televisores. También reciben otros nombres como nurdles en inglés o “lágrimas de sirena”.

Su tamaño y forma. Pueden presentarse como pequeñas bolas de entre uno y cinco milímetros, aunque también pueden manufacturarse como pequeños cubos o cilindros. Suelen ser semitransparentes y blanquecinos, aunque de nuevo, su color puede variar.

Por su pequeño tamaño pueden considerarse microplásticos aunque solamos asociar este tipo de contaminación a los deshechos plásticos en lugar de a este insumo industrial. Como otros microplásticos pueden acabar descomponiéndose en partículas más pequeñas o pueden ser consumidos en su forma original por animales marinos que los confundan con alimento, entrando así en la cadena alimenticia.

De los pellets a los microplásticos. Los pellets perdidos en el mar pueden en sí mismos causar la muerte de animales que los ingieran por confusión. Sin embargo la mayoría irán erosionándose y descomponiéndose y pasando así a la cadena alimentaria, hasta llegar a nosotros sin siquiera ser conscientes de ellos.

Si el fin de la vida de los productos de plástico nos estaba resultando difícil, pero cada vez resulta más evidente que los problemas son generalizados. A pesar de ello seguimos sin alternativas viables. El reciclado tiene severos límites y no es universal. Algunos sistemas de tratado de plástico ofrecen ciertas promesas pero aún son sólo eso, promesas.

Episodios recurrentes. El impacto medioambiental de los vertidos de estos pellets no es tan importante como el de las mareas negras, pero muy a menudo pasan desapercibidos, añadiendo al misterio imperante en este drama ecológico. De algunos de estos vertidos, al menos, sí puede señalarse su origen.

Es el caso del incendio y posterior hundimiento del X-Press Pearl frente a las costas de Sri Lanka en 2021. En este caso los pellets de plástico no fueron el único problema ambiental causado por el naufragio (81 de los 1.486 contenedores que portaba guardaban mercancías peligrosas), la cantidad vertida al mar fue notable: 1.680 toneladas de plástico o unos 70.000 millones de pellets.

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Imagen | Pellets en una playa de Sri Lanka, Sören Funk

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