Malas noticias para el coche eléctrico: el precio de las baterías está bajando, aunque más despacio de lo esperado (y de lo deseable)

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La batería acapara aproximadamente el 40% del coste de un coche eléctrico. Abaratarlo con el propósito de que muchas más personas puedan en el futuro hacerse con uno requiere necesariamente recortar drásticamente el precio de este componente, un objetivo que la industria en su conjunto ha contemplado con optimismo durante la última década. Sin embargo, el ánimo está empezando a caldearse debido a que las últimas previsiones nos invitan a moderar el entusiasmo.

El informe dedicado a la evolución del precio de las baterías que ha publicado Bloomberg refleja que la tendencia a la baja se está ralentizando. En la gráfica que publicamos debajo de estas líneas podemos observar que durante la primera mitad de la década pasada el coste de las baterías se redujo año a año entre un 10 y un 35% aproximadamente. Sin embargo, a partir de 2017 este descenso comenzó a moderarse hasta llegar a la pírrica caída del 6% que ha experimentado entre 2020 y 2021.

La batería acapara el 40% del coste de un coche eléctrico. Si queremos que sean más baratos es imprescindible reducir el precio de este componente

El precio medio del kWh el año pasado ascendió a 140 dólares (123 euros aproximadamente), y, aunque las previsiones apuntaban que en 2021 caería un 9%, finalmente va a quedar fijado en 132 dólares (116 euros aproximadamente), consolidando así ese descenso del 6% del que hemos hablado en el párrafo anterior.

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Fuente: Bloomberg

El problema es que, como os contamos en el artículo que publicamos a principios de noviembre, esta tendencia a la baja parece estar a punto de verse interrumpida. Y es que las previsiones de los analistas de Bloomberg defienden que por primera vez el precio de las baterías no solo no va a reducirse en 2022, sino que va a incrementarse aproximadamente 3 dólares (unos 2,64 euros) el kWh. No parece demasiado, pero en este contexto es más relevante si cabe el cambio de tendencia que la cuantía del aumento en sí misma.

La solución pasa por modificar la química de las baterías, y el silicio es un aliado

La razón por la que el coste de producción de las baterías se está incrementando obedece ante todo al encarecimiento de las materias primas utilizadas en la fabricación del cátodo y el electrolito. El cobalto, el níquel y el litio, que son tres de los elementos químicos más demandados por esta industria, están rozando máximos históricos, y, como cabía esperar, los fabricantes de baterías están repercutiendo este encarecimiento en el precio al que venden su producción.

Durante la segunda mitad de 2021 la tendencia al alza de los precios se ha intensificado, lo que nos coloca en las puertas de un 2022 en el que nada parece indicar que el coste de las materias primas se vaya a moderar. Más bien todo lo contrario; lo más probable es que los precios sigan incrementándose y desencadenen la subida del coste del kWh que han previsto los analistas de Bloomberg.

El silicio es un elemento químico muy abundante y relativamente económico, por lo que es un claro candidato a dominar la química de las baterías

Este pronóstico ha provocado que la mayor parte de los fabricantes de baterías esté invirtiendo en investigación con el propósito de modificar su composición química para reducir la presencia de los elementos que más se están encareciendo. O, incluso, para deshacerse de ellos completamente en la medida de lo posible. Aún queda mucho trabajo por hacer en este camino, pero parece que el silicio podría jugar un papel importante en esta transición hacia unas baterías en las que el cobalto y el níquel, entre otros elementos, deberían perder mucho peso específico.

A pesar de los nubarrones que se ciernen sobre todas las industrias que dependen en mayor o menor medida de las baterías (algunas incluso están saliendo peor paradas de este revés que la industria del automóvil), a medio plazo los analistas son optimistas. Y es que vaticinan que en 2030 el kWh costará la mitad que en 2021. Ojalá sea así. Al fin y al cabo el proceso de electrificación de los medios de transporte en el que nos hemos embarcado para reducir las emisiones contaminantes lo requiere. Crucemos los dedos.

Imagen de portada | Kindel Media

Vía | Bloomberg

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