Hemos probado los Dyson Zone. Son todo lo que puedes esperar de unos auriculares de Dyson

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La última propuesta de Dyson, anunciada hace unos meses, nos pilló con el pie cambiado. Unos auriculares supraaurales de gama alta (siendo Dyson, esto es una tautología) que incluyen un purificador de aire a modo de visera semirrígida. Opcional, eso sí.

Hasta ahora solo conocíamos su aspecto: grandes y metálicos en su configuración normal, y extraordinariamente llamativos cuando se les superpone el purificador. Ahora los conocemos por completo: los hemos podido probar justo antes de su llegada comercial a España. He aquí sus primeras impresiones.

Diseño industrial, sonido descomunal

Estos son los primeros auriculares (y los primeros wearables) que lanza Dyson. Quizás suene razonable pensar que la aproximación de unos auriculares con purificador de aire se ideó en el contexto de la pandemia, pero la idea empezó a cocerse en 2018, antes de que supiéramos lo que era el COVID, y aprovechando otro contexto: llevar muchos años de investigación en torno a acústicas y baterías por su recorrido con aspiradoras y purificadores. No son los Dyson Zone un producto vinculado a la pandemia, sino a la preocupación por la contaminación atmosférica y la acústica, especialmente en grandes ciudades.

Su aspecto llama mucho la atención. Por su tamaño, y por el diseño. Maximalistas y metálicos, contundentes y perforados. Las copas sobresalen notablemente y su peso es bastante elevado, casi 600 gramos que se acercan a los 700 cuando acoplamos la visera, de la que hablaremos después.


Airpods Max

Sony WH-1000XM5

DYSON ZONE

Peso

385 gramos

250 gramos

585 gramos

No obstante, la diferencia de peso se nota más al sostenerlos con las manos que al colocarlos sobre la cabeza, quizás gracias a su diadema y almohadillas afelpadas, que amortiguan la posición. Además, las baterías están en esa diadema, no en las copas, que bastante tienen con albergar el sistema de filtrado y los altavoces, por lo que el peso se reparte de forma algo más homogénea de lo habitual. No obstante, no pudimos probarlos durante días, sino solo durante una sesión, por lo que es pronto para saber la comodidad de estos auriculares tras una jornada de varias horas con ellos. Sí podemos decir que su peso es elevado, pero también su calidad de construcción, que evoca a un entorno industrial.

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Detalle del perforado de las copas. Imagen: Xataka.
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Comparativa de tamaño con los AirPods Max. Imagen: Xataka.

Su sonido es excelente, y obedece a la motivación que Dyson confesó en su momento: lograr unos auriculares neutrales. Es decir, no abusar de los graves para arañar una falsa sensación de potencia, sino respetar al artista para que su obra suene de la forma más parecida posible a como fue compuesta. Ninguna frecuencia domina al resto. Por supuesto, se puede usar el ecualizador, pero por defecto, el sonido es tan neutral como nítido. Lo que deberíamos esperar de unos auriculares que no tienen precio oficial en España, pero el precio anunciado en Estados Unidos, antes de impuestos, es de 949 dólares.

La guarnición de este sonido están en sus altavoces de neodimio, de 40 mm y 16 ohmios; pero el solomillo se encuentra en su rango de frecuencias, de 6 Hz a 21 kHz. O lo que es lo mismo: más allá del audible por el ser humano, lo cual se traduce en una claridad y nitidez extrema. Eso sí, dentro de los límites que pone el Bluetooth 5.0 en lo que a ancho de banda de sonido se refiere.

El cable que trae para conectar a jack de 3,5 mm parte del USB-C, no de otro jack, así que en la conversión de digital a analógico habrá una cierta e inevitable pérdida de calidad cuando hablamos de sonido lossless. Otra cuestión es hasta qué punto esto es relevante, ya hablemos de unos cascos de Dyson, de Apple o de Agamenón y su porquero. Los tests ciegos revelan que muy poca gente diferencia entre calidades a partir de ciertos niveles.

Y otro detalle que deja intuir por dónde van los tiros es que también trae un adaptador para las conexiones de audio de los aviones, de triple jack. Unos auriculares que tienen mucho de idóneo para viajar, por su cancelación de ruido; y para reducir posibles malos olores en el caso de que la fortuna no nos sonría en lo que respecta a nuestro vecino de vuelo.

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Los Dyson Zone presumen de rango de frecuencias incluso mostrándolos en una de las copas. Imagen: Xataka.
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La carga es por USB-C, y el cable que trae, trenzado. Imagen: Xataka.

Otro punto muy a favor de los Dyson Zone es su cancelación de ruido. Hace uso de ocho los once micrófonos que hay repartidos por los cascos para monitorizar el ruido ambiental hasta 384.000 veces por segundo, según datos de la empresa. Los otros tres, para modo transparencia y llamadas. Solo con la cancelación pasiva, la del sellado de las almohadillas, el sonido baja dos decibelios. Con la cancelación activa desciende hasta 38 adicionales, si bien esta cifra es variable y va bailando en función del entorno.

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App de Dyson. Arriba, la calidad del aire. Abajo,volumen en db con y sin la cancelación de ruido activa. Imagen: Xataka, Mockuuups Studio.

No solo funciona realmente bien en los contextos más habituales, con ruido blanco constante de alta frecuencia, sino que también hace un gran trabajo en el ambiente más complicado para esta tecnología: el ruido irregular, como el del tráfico rodado o conversaciones en cafeterías. Ahí es donde brilla especialmente.

La cancelación de ruido se activa y desactiva con un doble toque en la copa izquierda, pero lo realmente interesante es el joystick de cuatro direcciones que hay a la derecha. A través de él podemos controlar la reproducción llevándonos la mano a la parte trasera de la oreja.

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Doble pulsación lateral para cambiar entre el modo transparencia y la cancelación de ruido activa. Imagen: Xataka.
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Pulgar llevado al joystick de cuatro direcciones que permite controlar la reproducción. Imagen: Xataka.
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Detalle del joystick. Imagen: Xataka.

Brilla también en la duración de su autonomía, de hasta 50 horas con la cancelación de ruido activa, según la empresa, aunque no hemos podido utilizarlos durante tanto tiempo todavía, algo que dejaremos para nuestro análisis completo algo más adelante. También se nota aquí la experiencia de Dyson optimizando sus baterías para sus aspiradores sin cable: esta duración con la cancelación activa es muy muy elevada. Los estupendos XM5 de Sony llegan hasta las 32 horas con esta función también activa. Los AirPods Max se quedan en 20 horas.

Con la visera puesta, la autonomía desciende hasta las cuatro horas, algo que quizás motive a los usuarios que planeen utilizarla a no tenerla colocada de forma indefinida, sino solo en momentos específicos, como al usar el transporte público o al atravesar a pie zonas altamente contaminadas.

Una parte de su calidad de sonido se explica por el esfuerzo que Dyson asegura haber puesto en su ingeniería acústica para lograr una distorsión ultrabaja. La salida del transductor se ecualiza de forma inteligente procesando la señal 48.000 veces por segundo. Junto a la cancelación de ruido activa, la distorsión baja a niveles inaudibles en toda la gama de frecuencias: un 0,08% a 94 db  y 1 kHz.

¿Dónde no brilla tanto? En dos aspectos. Por un lado, el modo transparencia, que realza el sonido de nuestro entorno en lugar de neutralizarlo, no es tan bueno como el de alguno de sus competidores. Funciona y maximiza el sonido que hay a nuestro alrededor, pero no alcanza la nitidez y el volumen que sí ofrecen los AirPods Max, por ejemplo.

El otro aspecto donde no brilla tanto es en su visera. Ya no por un diseño que inevitablemente llamará la atención de quien se cruce en nuestro camino, sino porque resta campo de visión. Ojear nuestro smartphone, por ejemplo, requiere elevarlo más de lo habitual para poder ver toda su pantalla. No obstante, la visera se puede abatir para que quede por debajo de nuestra barbilla, como quien se baja una mascarilla, ya sea para despejar el campo de visión o para mantener una conversación sin nada que obstaculice nuestra voz.

No diga mascarilla, diga visera purificadora

Antes mencionábamos el diseño perforado de los Dyson Zone. Por esos orificios es por donde entra el aire que luego recircula hacia nuestra boca y nariz cuando acoplamos la visera, que como es marca de la casa en Dyson, es magnética. Un flujo de aire que se percibe claramente sin resultar molesto, y que de hecho deja una sensación similar a cuando nos ponemos frente a un purificador de la marca. Según el fabricante, su sistema filtra hasta el 99% de la contaminación por partículas de al menos 0,1 micras, y los gases ácidos como el NO2 o el SO2.

La visera, por cierto, cubre la punta de la nariz y la boca, pero no la barbilla. Razón de más para asumir que no busca ser una mascarilla que aisle nuestro resuello, sino un emisor de aire purificado hacia nuestro sistema respiratorio. De hecho, desde Dyson indican que no ha de tocar nuestra piel, para lo cual ayuda el ajuste retráctil que traen. Más que una medida sanitaria para un mundo pandémico, es una forma de protegernos frente a la contaminación.

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Aspecto con la visera puesta. Imagen: Xataka.
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Aspecto con la visera puesta. Ahora con un 50% más de plano lateral. Imagen: Xataka.

El purificador es el toque de Dyson para que este sea un producto Dyson, al menos en esta primera generación, pero no es el único argumento de venta que usa la marca con estos auriculares. Especialmente en ciertas latitudes menos proclives a tener una gran preocupación por la calidad del aire de su entorno. Tal vez un extra, más que un pilar.

Así y todo, el peso que da Dyson al purificador en su app es bastante elevado. Cuando lo estamos usando, monitoriza la calidad del aire y los niveles de NO2 de forma continuada. Y va guiando al usuario para que cambie sus filtros en el momento adecuado, en función de su ubicación. Al estrenarlos, están al 100%, pero un año después será el momento de cambiarlos para alguien que viva en una ciudad mediana. Si alguien en cambio vive en ciudades congestionadas de Pakistán, India o China, seguramente le recomendará el reemplazo mucho antes.

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Botón de control del purificador, bajo la copa izquierda. Imagen: Xataka.

Los compresores del purificador giran a más de 9.000 revoluciones por minuto. Temíamos que esto pudiera traducirse en un inevitable zumbido mientras escuchásemos música, pero no fue así: es mucho más perceptible el flujo de aire sobre nuestra nariz y boca que el temido sonido. Así y todo, el de la visera es un compromiso solo para los muy concienciados con la necesidad de purificar en movilidad el aire que respira. O tal vez los entusiastas de los purificadores en su hogar, que quieren llevarse el beneficio a todas partes incluso a costa de las miradas que atraerá.

El precio no será fácil de asimilar para más de uno, pero tampoco debería sorprender viniendo de una marca como Dyson, que vende secadores por 500 euros y aspiradoras por 700... y arrasa.

No tenemos ni idea de cómo responderá el mercado a los Dyson Zone, pero este rompeteclas lleva el suficiente tiempo en el gremio como para entender que no solo se trata del dispositivo en sí, sino de qué hace y cómo va a evolucionar en generaciones posteriores hasta poder hacerse un hueco en el mercado. De qué va a proponer, de cómo va a ser su desarrollo de producto.

Esta es la primera piedra de Dyson en un nuevo sector —no solo el de los auriculares, sino el de los wearables—, y habrá que ver cómo evoluciona su recorrido, pero los Bose, Apple, Sony, B&O y compañía tienen una nueva piraña en la pecera. Y con una marca que viene de cosechar fieles como pocas lo hacen.

Una calidad de sonido altísima, un diseño con personalidad que no deja indiferente, un precio no apto para todos los públicos que hace justicia a un apellido y un toque extra relacionado con la calidad del aire. Los Dyson Zone son todo lo que podemos esperar de unos auriculares de esta marca.

Imagen destacada | Xataka.

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