Estados Unidos tiene un grave problema con sus residuos radiactivos. Su solución: usarlos para construir carreteras

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Ni la instalación de puntos de recarga para coches eléctricos, ni estrategias para reducir la siniestralidad, ni nuevas formas de fomentar el transporte público. El debate que lleva semanas caldeando los despachos de la administración de Florida (EEUU) dedicada a la gestión de carreteras es tan poco ortodoxo como espinoso. Lo que está sobre la mesa, lo que ha puesto en una tesitura difícil a su gobernador, el republicano Ron DeSantis, en plena campaña presidencial, es ni más ni menos que la posibilidad de construir carreteras con residuos radiactivos.

El proyecto es tan polémico como interesante.

¿Carreteras "radiactivas"? Para ser precisos, lo que se plantea en el estado de Florida, EEUU, es la posibilidad de pavimentar sus carreteras con un material con propiedades radiactivas: el fosfoyeso. De momento la medida es solo un proyecto de ley aprobado por el Senado que necesita aún completar su tramitación para salir adelante, un recorrido que incluye el visto bueno de DeSantis. Si lo lograse, la norma autorizaría al Departamento de Transporte de la región a usar fosfoyeso como "material agregado" en la construcción de carreteras.

Pero… ¿Qué es el fosfoyeso? Un residuo que se genera durante la elaboración de ácido fosfórico para fertilizantes. La Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA) lo define como "un producto de desecho" que emite gas radón y contiene uranio, torio y radio, elementos radiactivos. "Debido a que los desechos están concentrados, el fosfoyeso es más radiactivo que la roca de fosfato original", abunda el organismo, que recuerda que los residuos que se generan durante la producción de fertilizantes acaban almacenados en montículos conocidos como "pilas", algunas tan extensas que ocupan cientos de acres y pies de altura.

Ni siquiera en esos casos, y a pesar de que con el tiempo el fosfoyeso acaba espesándose, resulta sencilla su gestión. A medida que se seca y genera una costra, a modo de corteza, disminuye la cantidad de radón que emite la pila, pero no otros riesgos. "Puede filtrarse por el fondo y contaminar las aguas subterráneas locales", abunda. No hace falta cruzar el Atlántico e irse a EEUU para hacerse una idea de los desafíos que implica su gestión. En España tenemos un ejemplo en Huelva.

¿Por qué usarlo en carreteras entonces? Por la enorme cantidad de fosfoyeso que se genera en EEUU, lo que representa un reto. Según la EPA, la extracción de roca de fosfato es la quinta industria minera más grande de EEUU por cantidad de material extraído y gran parte de su actividad se concentra en Florida, Carolina del Norte y Tennessee. Reflexionando precisamente sobre la difícil gestión del residuo, Ragan Whitlock, abogado del Centro para la Diversidad Biológica, explicaba hace poco a la CBS que la industria genera unos 30 millones de toneladas de desechos cada año, y advertía: "Hagamos lo que hagamos con el fosfoyeso en las carreteras será solo una gota en ese enorme, enorme pozo".

¿Manejamos más datos? NPR aporta algunas pinceladas más. Por cada tonelada de ácido fosfórico producido —según los datos que maneja—, se generan más de cinco de residuos de fosfoyeso. Semejante volumen ha derivado en grandes pilas de residuos que abarcan más de 320 hectáreas y 60 metros de altura. A lo largo de Florida se repartirían más de una veintena de estos montículos que acogerían, en total, cerca de mil millones de toneladas de fosfoyeso.

La cifra es contundente y no para de crecer: cada año se generan 30 millones de toneladas. Por si esos datos no fueran suficientes, hay informes que aseguran que no sería un mal material, ni por costes ni por eficacias, para su uso en carreteras.

¿Cómo se ha recibido la propuesta? Con polémica. Y no menor, precisamente. Si la iniciativa sale finalmente adelante el fosfoyeso se sumaría a otros "materiales reciclables", como el caucho, plástico mezclado, acero de construcción, vidrio y cenizas derivadas de la combustión del carbón, que contribuyen a los problemas de espacio en los vertederos y podrían aprovecharse en la construcción de carreteras. Al menos según recoge la ley. 

La lectura que hacen desde el Centro para la Diversidad Biológica de EEUU es bien distinta. Tanto, de hecho, que hace unas semanas divulgó un comunicado en el que exige DeSantis que vete "el proyecto de ley de carreteras radiactivas".

¿Y qué dice exactamente el organismo? "Representa un riesgo inaceptable para los trabajadores de la construcción de carreteras, la salud pública y el medio ambiente", reivindica el Centro para la Diversidad, que asegura que hay más de una veintena de colectivos conservacionistas en contra. "Este plan peligroso para pavimentar las carreteras de Florida con desechos tóxicos de la minería de fosfato es un regalo atroz para la industria", recalca Whitlock: "Debido a que la industria se está quedando sin lugares para colocar estos desechos, permitir su uso en carreteras allanaría el camino a que se genere más".

¿Y ahora, qué? No es la primera vez que el uso del fosfoyeso salta al debate público. En 2020, durante el mandato de Donald Trump, la EPA aprobó su uso en carreteras, pero tras una demanda del Centro para la Diversidad Biológica y otros grupos conservacionistas, salud pública y sindicales, en 2021 la agencia decidió retirar la aprobación. Si la nueva iniciativa saliera ahora adelante permitiría al Departamento de Transportes utilizarlo como "material agregado" en carreteras.

Con la firma de DeSantis el organismo podría realizar ya "proyectos de demostración" para estudiar su viabilidad. La medida requeriría en cualquier caso un estudio de "idoneidad" que debe completarse a lo largo del próximo año, antes de abril de 2024, período "irrazonablemente breve", en palabras de lo ecologistas.

¿Permitiría su uso descontrolado? Desde la EPA recalcan en cualquier caso que, de salir adelante, la medida no se traducirían en una “barra libre” para el uso de los residuos: "La legislación aprobada en Florida no afectaría al requisito de que la EPA de EEUU revise los usos alternativos propuestos del fosfoyeso de forma individual, caso por caso". El estado debería por lo tanto solicitar la aprobación para los proyectos y la EPA abriría un plazo para comentarios públicos, buscaría información y divulgaría su propio análisis técnico.

Imagen de portada: Jamar Penny (Unsplash)

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