En su búsqueda de eficiencia y una menor huella de carbono, la industria aeronáutica acaba de encontrar un aliado inesperado: los tiburones. Exacto, los mismos escualos que surcan los océanos y pueblan alguna que otra pesadilla por obra y gracia de Steven Spielberg. Para ser más precisos, en Lufthansa y la compañía química BASF se han fijado en su piel, un diseño perfeccionado por la naturaleza y que explica en gran medida la agilidad que estas criaturas alcanzan en el agua.
Ahora quieren trasladarlo a sus aviones.
Donde esté una buena piel de tiburón… Eso es básicamente lo que han pensado en BASF y Lufthansa, ambas con sede en Alemania. Hace algún tiempo las dos compañías se fijaron en cómo la estructura de la piel de los escualos les ayuda a aminorar la fricción cuando nadan por los mares y se plantearon una pregunta clave: si funciona tan bien en el agua, ¿por qué no trasladarlo al aire? El resultado es AeroSHARK, una película biónica pensada para optimizar el flujo de aire.
Copiando a la naturaleza. AeroSHARK se inspira en la piel de los tiburones. Su clave es una textura estriada, apenas perceptible, dotada de pequeñas protuberancias que sus creadores llaman “riblets”, minúsculas piezas en forma de prisma y de apenas 50 micrómetros. Para facilitar el manejo de la piel biónica se fabrica en forma de parches que luego se despliegan sobre la aeronave de tal forma que los riblets queden alineados con el flujo de aire. El resultado: menos fricción y mejor sustentación.
“La película es fácil de aplicar, incluso en grandes aviones comerciales”, recalcan en Lufthansa, que señala a modo de ejemplo cómo puede emplearse para cubrir hasta 500 m2 desplegados en la parte inferior del fuselaje o carenado ventral de un Boeing 747-400. “Es muy resistente, soporta grandes cambios de temperatura, diferencias de presión y la radiación ultravioleta en altos niveles de vuelo”.
Las ventajas de una mayor eficiencia. A menor resistencia a la fricción —recuerda la compañía alemana— menor consumo de combustible y menores son también las emisiones de CO2. Lufthansa calcula que AeroSHARK recorta ambos parámetros en cerca de 1%. Tal vez no parezca mucho, pero si hablamos de los Boeing 777-300ER operados por SWISS ese porcentaje se traduce en un ahorro anual de alrededor de 400 toneladas de queroseno y más de 1.200 toneladas de CO2. En el caso de los Boeing 777F, más cortos, el ahorro sería de 370 toneladas de combustible y 1.170 de CO2.
“Solo con usar la tecnología de piel de tiburón, la flota mundial de aviones de larga distancia podría ahorrar cerca de cinco millones de toneladas de queroseno al año”, subraya. Todo, reivindica, gracias a unos parches fáciles de aplicar y que pueden trasladarse a cualquier avión con efectos similares.
De la teoría a la práctica. No todo son declaraciones o cálculos sobre el papel. Ambas compañías han empezado a probar ya AeroSHARK en la práctica. Y dan pasos para seguir extendiéndola. En octubre ya probaron su tecnología con un Boeing 777-300ER de SWISS —de bandera suiza y que tiene a Lufthansa como matriz— para el que habían logrado un permiso de vuelo temporal.
Ahora han ido un paso más allá al lograr un certificado de la Agencia de Seguridad Aérea de la UE (EASA) que facilita a Lufthansa Technik que pueda modificar en serie dos variantes del Boeing 777. Para conseguir el permiso, la operadora tuvo que completar también varios vuelos y recopilar datos.
Con la vista puesta en el futuro. El objetivo es que SWISS y Lufthansa Cargo vayan equipando doce 777-300ER y once 777F con AeroSHARK, lo que las convertirá, subraya la operadora, en “las primeras aerolíneas de pasajeros y carga en optimizar una subflota" con la película inspirada en la piel de tiburón. “Una vez todos los Boeing 777 de Lufthansa Cargo y SWISS hayan recibido su modificación, reducirán la huella de carbono del grupo en más de 25.000 tn anuales”.
"Lufthansa Technik y BASF tienen la intención de desarrollar AeroSHARK para tipos de aeronaves adicionales y superficies más grandes, de modo que en el futuro puedan ayudar a las aerolíneas de todo el mundo a lograr sus objetivos de emisiones. En los cálculos iniciales del modelo, la tecnología de piel de tiburón en su etapa de máxima expansión podría incluso evitar emisiones de dióxido de carbono en la escala de hasta el tres por ciento", apuntan desde el grupo alemán.
Imágenes: Lufthansa Cargo/Oliver Roesler y SWISS/Reto Hoffmann
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