Tras milenios ilegible, estamos descifrando un pergamino dañado por la erupción del Vesubio. Gracias a la IA

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El paso del tiempo no ha sentado bien al pergamino que desde hace un tiempo tiene cautivado a Richard Janko, un distinguido profesor de estudios clásicos de la Universidad de Michigan (UM) . Y es lógico que así sea. Si rondar los 2.000 años de antigüedad no fuera suficiente ya de por sí para explicar su deterioro, hacia el 79 d.C. el documento acabó carbonizado y sepultado en una villa arrasada por la erupción del Vesubio, la misma que se llevó por delante —y conservó para la posteridad— la ciudad de Pompeya, sus construcciones y rutinas.

Envejecido, carbonizado y deteriorado cuando hace unas tres décadas los investigadores intentaron desenrollarlo sin demasiado éxito ni tino, lo lógico sería pensar que el pergamino es hoy poco más que un amasijo ennegrecido. E ilegible. Así lo ha sido durante mucho tiempo, el mismo que Janko y sus colegas dedicados al estudio de los clásicos lo han visto preguntándose por su contenido.

El documento habla de las dinastías que sucedieron a Alejandro Magno, figura clave de la Antigüedad; pero… ¿Se podría ir más allá? ¿Podríamos algún día leer su superficie carbonizada y cuarteada? Hoy los expertos pueden saciar su curiosidad gracias a un aliado que ya está dando alegrías similares en otras ramas de las ciencia y humanidades, incluida la historia del arte: la inteligencia artificial.

Arrojando luz

Para asomarse a su contenido, Janko ha analizado el documento con ayuda de un equipo dirigido por Brent Seales, director del Centro de Visualización y Entornos Virtuales de la Universidad de Kentucky (UK). Como herramienta principal han usado el machine learning, rama de la inteligencia artificial que analiza y aprende de una serie de datos para luego aportar sugerencias. En el caso de la investigación de Seales y Janko, se entrenó un programa para que detectara la tinta en los papiros y analizara textos antiguos con tomografías computarizadas.

“Tienen escritura visible, por lo que podemos hacer coincidir las ubicaciones de tinta con el ligar exacto para buscar esa tinta en el micro-CT”, comenta Seales a WordsSidekick. Durante la reunión anual del Instituto Arqueológico de América y la Sociedad de Estudios Clásicos, Janko explicó que el legajo “probablemente sea una obra perdida”, aunque precisó que el trabajo de Seales está permitiendo que el texto gane legibilidad: “Con cada interacción, mejora la posibilidad de leer más de estos fragmentos”. Las conclusiones definitivas de su investigación, eso sí, aún no se han publicado en una revista académica revisada por pares.

Entre los rollos de papiro abundan los textos del filósofo Filodemo, instructor de Virgilio, lo que ha llevado a los eruditos a debatir si los documentos eran copias del siglo I o formaban parte de la colección personal del propio erudito.

“Contiene los nombres de varias dinastías macedonias y generales de Alejandro”, explica el académico de la Universidad de Michigan a Livescience. A lo largo del pergamino se encuentran también menciones al propio Alejandro, fallecido en 323 a.C., y de mandos macedonios relevantes, como Seleuco o Casandro.

Lo qué está claro es que la historia del texto está a la altura de las mejores gestas épicas clásicas. Por sus contratiempos y buena dosis de misterio.

El documento se rescató en la conocida como Villa de los Papiros de Herculano, afectada también por la erupción del Vesubio, en el 79 d.C., y que —ya lo avanza su propio nombre— contenía un genuino tesoro bibliográfico. Cuando los arqueólogos excavaron la zona a mediados del XVIII se encontraron con una villa con rollos carbonizados que, como se descubrió más tarde, forma parte de una biblioteca.

Se sabe que el papiro que ahora centra la atención de Janko acabó en 1804 en manos de Napoleón Bonaparte, quien lo entregó al Institut de France, en París, y que en 1986 un intento por desenrollarlo acabó ocasionándole aún más daños. Quién es su autor, qué hacía en la villa o si lo utilizó el propio Filomeno para documentarse siguen siendo sin embargo misterios abiertos a teorías.

Lo que ya lo es un poco menos es su contenido gracias a la IA.

Imagen de portada: Andrey Korchagin (Flickr)

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