El tercer lanzamiento de prueba de Starship, un cohete de metano de 121 metros de altura, fue un éxito arrollador. ¿Sobrevivió alguna de sus etapas? No. Pero bajo la metodología de ensayo y error que trabaja SpaceX, se han logrado avances que prometen una cadencia de pruebas más ambiciosas para este mismo año.
Todo lo que SpaceX ha resuelto ya
La fiabilidad de los motores Raptor quedó en entredicho después del primer lanzamiento de prueba de Starship, pero el segundo y el tercer vuelo han demostrado que los motores no son un problema.
La separación de etapas fue perfecta y la maniobra de giro del Super Heavy no desencadenó la destrucción del cohete, como la vez anterior (SpaceX hizo cambios estructurales en el cohete para evitarlo). El cohete puso rumbo a su punto de amerizaje en el golfo de México.
La etapa Starship encendió con éxito sus seis motores y alcanzó por primera vez la altitud y la velocidad esperadas. No estaba previsto que hiciera una trayectoria orbital, pero sí lo suficientemente cercana a la órbita para que no cupiera duda de que puede lanzar satélites. Es el primer cohete que puede hacer lanzamientos de 200 toneladas en su versión desechable.
La nave Starship 28 apagó con éxito sus motores e inició una trayectoria suborbital de unos 40 minutos hasta el océano Índico. Según SpaceX, la nave logró abrir y cerrar la puerta de su bahía de carga (de donde saldrán los satélites Starlink como caramelos de un dispensador Pez), pero la imagen en directo cuenta otra historia: que la puerta no se cerró del todo bien.
Todo lo que le queda por resolver
Lo primero que salió mal en el segundo vuelo fue el amerizaje controlado de la etapa Super Heavy. En este caso, el propulsor Booster 10 hizo bien el giro para alejarse de la Starship, pero perdió el control minutos después, maniobrando a duras penas con sus alejas de rejilla.
Logró encender varios motores, pero empezaron a fallar con el cohete descontrolado. El Super Heavy se desintegró a 462 metros sobre el golfo de México. Al parecer, sus restos cayeron a 100 kilómetros de la costa, cuando la distancia prevista para el amerizaje era de 31 km.
En cuanto a la Starship, tenía que volver a encender uno de sus motores para hacer una reentrada controlada en el océano Índico, al oeste de Australia. SpaceX descartó hacer el reencendido porque, por razones que aún no conocemos, la Starship empezó a girar en su caída libre.
La nave también tenía que hacer una demostración de transferencia de propelentes para la NASA. Consistía en inyectar 10 toneladas de oxígeno líquido del tanque de cabecera de la Starship en su tanque principal. SpaceX ha confirmado que la demostración empezó, pero no si terminó ni cuánto oxígeno criogénico logró transferir entre depósitos.
La parte más delicada del vuelo era la reentrada atmosférica. A diferencia de la nave Crew Dragon, Starship tiene un escudo térmico reutilizable hecho con miles de losetas térmicas. Ya en el despegue pudimos ver que se habían caído losetas, lo que auguraba una muerte segura. Pero la reentrada no fue en absoluto como esperábamos.
Para empezar, las dos antenas Starlink a bordo de la nave pudieron retransmitir por primera vez una reentrada atmosférica sin apenas cortes. La Starship reentró de lado después de pasar por Madagascar y estuvo bastante tiempo aguantando el frenado atmosférico, rodeada de plasma, hasta que se perdieron las comunicaciones: se había desintegrado.
Los próximos vuelos de Starship
SpaceX entregó a la Administración Federal de Aviación (FAA) un calendario de nueve lanzamientos de Starship para 2024. Era un objetivo demasiado optimista y el propio Elon Musk lo ha rebajado un par de dígitos. Musk dice que aspiran a seis vuelos más de Starship en lo que queda de año. Pasaríamos de dos vuelos a siete en un año.
Hay otrs tres prototipos de Starship V1 ya ensamblados que permiten acelerar la cadencia, y ya se están ensamblando las primeras Starship V2, más ligeras, fiables y con mayor capacidad de combustible.
Pero la cadencia de vuelos no está limitada únicamente por la capacidad de producción de SpaceX, sino también por los reguladores. La FAA ha abierto una investigación sobre los incidentes del Booster 10 y la Starship 28.
La investigación del vuelo 1 tardó seis meses en cerrarse porque la Starship destrozó la plataforma de lanzamiento. La investigación del vuelo 2 se completó en tres meses. Si las presiones de SpaceX surten efecto, la del vuelo 3 podría tardar incluso menos, pero parece poco probable que una Starship vuelva a volar antes de mayo o junio.
Una vez que el hardware y los permisos estén listos, SpaceX podría aprovechar los próximos lanzamientos para intentar poner una carga útil en órbita, como por ejemplo los primeros satélites Starlink V2.
Imágenes | SpaceX
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