Hace poco se ha estrenado una serie de Netflix basada en lo difícil que era ser mujer trabajadora a principios del siglo pasado, 'Las chicas del cable'. Una historia de lucha que vimos también en la gran pantalla con 'Figuras ocultas', pero en este caso se inspira en mujeres que llegaron lejos en la NASA a mediados del siglo XX, estando entre ellas (aunque no entre las protagonistas) la matemática Christine Darden.
Situándonos en las décadas de los 50 y 60, la maquinaria para realizar cálculos era en muchos casos "de tracción humana", y saber programar aquellos primeros ordenadores era muy complicado. Un momento en el que la carrera espacial estaba en plena ebullición con la competencia entre Rusia y Estados Unidos, y la NASA requería un ejército de computadores (humanos) que pudiesen escribir programas complejos y llevar a cabo los cálculos para los ingenieros, y ahí fue donde la aportación de Darden empezó a brillar.
Cuando las matemáticas son tu primer amor
Nacida en 1942, Darden tuvo un temprano acceso a la educación, asistiendo a las clases que su madre impartía desde los tres años. Esta competencia que comentábamos entre estadounidenses y rusos ya aparece en la infancia que recuerda tal y como explica ella misma en una entrevista, relatando el desconocimiento que se tenía de lo que Rusia hacía en los cielos con el Sputnik y el miedo a que preparasen un bombardeo (lo cual también sale representado en la película también).
Pero no fue el Sputnik lo que motivó a la joven Christine a tomar el camino del cálculo, sino un profesor de Geometría que hizo que ésta se enamorase de las matemáticas y decidiese encaminar sus estudios universitarios hacia la física y no hacia la biología (y ser médico). Por recomendación de su padre (ante un panorama aún algo inseguro para la mujer trabajadora), empezó siendo profesora entre semana para recibir clases de matemáticas avanzadas en la Universidad de Virginia.
Logró trabajar como asistente de investigación en física de aerosoles y obtener un Master, momento en el cual descubrió que la NASA había estado buscando ingenieros (justo un día antes de que ella preguntase). Aún así, rellenó la solicitud de trabajo y unas semanas más tarde la institución le ofreció un trabajo (en 1967), aunque incluso esto le supo a poco.
Estar trabajando en la NASA y notar que te falta algo
Aunque predominaba no había igualdad de género y en Estados Unidos había segregación racial por ley, tras la Segunda Guerra Mundial el colectivo de matemáticas se había ganado el respeto al trabajar en el procesamiento de datos mientras los hombres eran enviados a la guerra. Darden fue llamada para formar parte del grupo de computadores (humanos) del centro de investigación de Langley, encargados de escribir programas complejos para los ingenieros.
Su labor era resolver ecuaciones complejas que provenían de los ingenieros, pero en ocasiones sin conocer muy bien su origen o a dónde se dirigían y esto empezó a crearle una sensación de insatisfacción. Y llegó un momento en el que no se conformaba con "sólo" procesar datos: quería crearlos.
Entonces, tras preguntar a sus superiores inmediatos sin éxito, decidió saltarse varios eslabones y dirigirse directamente al director para cuestionarle por qué las mujeres quedaban en puestos de computación sin posibilidad de ascenso a igualdad de condiciones en cuanto a estudios y preparación. Y así logró un ascenso (y que en parte se desmitificase las mujeres abandonaban sus trabajos una vez se casaban) y pasar a formar parte del cuerpo de ingenieros, siendo la primera y única mujer en esa división del centro Langley en ese momento.
Y se hizo el BOOM
Una vez en el departamento de ingenieros su primera misión fue escribir un programa relacionado con la explosión sónica o el "sonic boom", a lo cual la NASA se ha dedicado durante años finalizando en 2011 uno de sus últimos experimentos. En el podcast que os enlazábamos antes la propia Darden explica qué es esta explosión sónica, tal y como lo explica a los estudiantes.
Sobre tu oído hay una presión ejercida por el aire. Si yo exploto un globo hay una onda con alta presión que va en todas las direcciones a la velocidad del sonido. Cuando esta onda llega a tu oído éste experimenta un salto inmediato de baja a alta presión, y eso es lo que tú oyes (el "boom" del globo). Ocurre lo mismo cuando una aeronave viaja a velocidad supersónica; toda la perturbación que el avión causa al ir más deprisa que el sonido es contenida una especie de cono en todas las direcciones (como el cono de un helado).
[...] Este cono queda continuamente; si el avión va de California a Virginia, el cono viaja de California a Virginia llegando al suelo. Tú estás en el suelo, y es cuando pasa este cono cuando oyes la explosión sónica (que lleva la alta presión).
Este cono puede ser destructivo, pudiendo romper cristales e incluso rocas (de hecho es algo que pasaba en los primeros tests), de ahí que se prohibieran los vuelos comerciales con aviones supersónicos. Y ahí radicó la importancia del trabajo en las explosiones sónicas a principios de los 70: hacer que no fuesen tan molestas (o destructivas) y que pudiese reiniciarse la carrera supersónica, sobre todo porque ya habían aparecido el Concorde francés y británico y el ruso Tupolev TU-144.
Así, el trabajo de Darden y sus compañeros era crear los cálculos necesarios para minimizar el área de ese cono. La científico explica que partía de un sistema de ecuaciones diferenciales para crear un programa en el que introducían cuatro variables sobre un modelo de aeronave y les daba el área del cono que se produciría. Si se acercaban a lo deseado, estos modelos se materializaban para ser probados en el túnel de viento, midiendo la presión dentro y fuera del cono para ver si las ecuaciones estaban bien.
Una anécdota curiosa de esta labor que también comenta es la reproducción de explosiones sonoras en hogares al azar, instalando ordenadores que podían reproducir el sonido y recogiendo la reacción que tenían los habitantes de la casa como feedback.
Los cálculos para la explosión sónica fue su labor durante 20 años, siendo ascendida a jefa de la división, y posteriormente fue responsable de investigación tráfico aéreo y otros programas de la NASA tanto en el Centro Langley como en otros centros, acumulando unos 40 años de carrera en la agencia.
Además, fue consultora técnica en numerosos proyectos tanto gubernamentales como privados y publicó más de 50 trabajos acerca del diseño en referencia al sonic boom, así como su predicción y minimización, quedando como una de las expertas de referencia mundial en cuestión de explosión sónica.
Un pequeño paso para Darden, un gran paso para la carrera espacial y la igualdad
No vamos a spoliearos la película de 'Figuras ocultas', pero en el tráiler ya podéis ver en cierto modo ciertos aspectos de lo que Darden relataba, si bien aunque no es uno de los personajes principales de la película sí se habla de ella en el libro en el que se basa el film.
Uno de estos aspectos es el machismo y la segregación racial, y sobre lo primero Darden cuenta que cuando entró a trabajar en el departamento de ingeniero de Langley había una gran mayoría de hombres, y que las pocas mujeres que había ocupaban puestos administrativos (no había supervisoras, por ejemplo). A modo de anécdota, explica que esta situación hacía que hubiese hombres que mostraban una actitud distinta con ella al no haber trabajado nunca codo a codo con mujeres.
La historia de Christine Darden es un caso de lucha personal, pero también fue uno de los peldaños hacia alcanzar una igualdad de condiciones que no era fácil en ese momento y ese lugar, con un status quo de marido trabajador y esposa madre y ama de casa. Una mujer ingeniera de color no encajaba en esa norma, pero tanto Darden como el resto de "figuras ocultas" demostraron ser los engranajes necesarios para lograr avanzar en la competición por conquistar el espacio.
Darden quiso ir más allá del procesamiento de datos para crearlos, y pero además de esto acabó creando historia en la carrera espacial.
Imagen | NASA
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