Con 91 y una larga, larguísima trayectoria profesional a sus espaldas que le ha llevado a colaborar con HP, Samsung, Siemens, la ONU, dar conferencias o incluso diseñar una ciudad lunar para la NASA, Larry Udell cree que su currículum aún no está del todo completo. Por eso ha decidido embarcarse en un reto solo al alcance de talentos como el suyo: alargar la vida de las baterías.
Y no de cualquier forma. Udell quiere hacerlo en condiciones, extendiendo la vida útil de los dispositivos hasta un 30% gracias a un mecanismo flexible, pequeño y sobre todo económico que lo haría asequible para todos los bolsillos. De lograrlo, claro está, su impacto sería tremendo, con un amplio abanico de aplicaciones: desde movilidad eléctrica y vehículos espaciales o militares a dispositivos médicos, campos en los que un plus de energía puede resultar decisivo.
De momento ya tiene un prototipo patentado y ha logrado una financiación más que considerable. Tras cuatro años de investigaciones, la empresa ha sumado unos 100.000 dólares.
Flexible, pequeño y barato
Su invento deja las cosas claras ya desde su mismo nombre: BatterySavers. El dispositivo, básicamente una placa de circuito impreso, es pequeño y flexible, lo que le permite conectarse con facilidad a los bornes de una pila o incorporarlo dentro de la carcasa de una batería. Esa relativa sencillez facilita su instalación y usarlo en las labores de reacondicionamiento.
En cuanto a costes, Popular Mechanics detalla que la fabricación de cada unidad exige un desembolso de solo 12 centavos. Sus responsables ya han pensado incluso en un plan que permitiría empaquetar dos dispositivos por 99 centavos, menos de un euro.
“Lo que tenemos es una solución electrónica a un problema químico”, resume Bill Seidel, otro veterano de la industria que ocupa el cargo de vicepresidente de marketing para BatterySavers.
El resumen es bastante simple pero capta bien la idea que hay detrás del prototipo. Lo que hace el dispositivo es básicamente aprovechar la energía remanente que permanece en las pilas y baterías que damos por muertas, lo que permite prolongar su vida útil hasta un 30%.
El “milagro” lo obra operando con voltajes más bajos de los que pueden adaptar los reguladores estándar. Como recuerda Popular Mechanics, el resto de métodos que recuperan energía presentan características —sacrifican por ejemplo la potencia de salida— que complican su aplicación.
"A medida que la batería se agota, el voltaje que suministra al dispositivo va disminuyendo. Ciertos componentes eléctricos requieren un voltaje mínimo para funcionar. Así que cuando el voltaje de la batería baja demasiado, los componentes electrónicos dejan de funcionar y el dispositivo se apaga. La batería no está técnicamente muerta, de hecho podría tener hasta un 25% de su energía, pero la emite a un voltaje demasiado bajo para que el dispositivo pueda usarla", detalla la compañía.
"Ahí es donde entramos nosotros —continúa la explicación de la empresa—. La tecnología de Battery Savers es capaz de tomar esa energía de bajo voltaje de la batería muerta y, al descargarla a un ritmo más rápido, aumentar el voltaje de salida de nuevo a un nivel utilizable".
Los cuatro años de estudio, la financiación y el desarrollo de prototipos pueden no haber sido sin embargo lo más duro en el camino de Udell. El veterano tecnólogo reconoce que para las grandes compañías dedicadas a la fabricación de baterías su invento quizás no resulte del todo atractivo: un dispositivo de mayor duración se traduciría , al fin y al cabo, en menos unidades vendidas.
Oportunidades tiene desde luego, sobre todo en un sector tecnológico que se prepara para el que tal vez sea uno de sus grandes saltos de las últimas décadas: la transición hacia una movilidad en la que los coches eléctrico —y por ende las baterías— están llamados a ocupar un papel crucial.
Imágenes | Roberto Sorin (Unsplash) y Battery Savers
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