Apagar la cámara durante las videollamadas de trabajo es una mala idea. Al menos eso piensa tu jefe

Apagar la cámara durante las videollamadas de trabajo es una mala idea. Al menos eso piensa tu jefe
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Ante el gran aumento de las videollamadas como consecuencia de la pandemia, muchos trabajadores experimentaron un agotamiento asociado a ellas que una investigación de la Universidad de Standford bautizó como ‘fatiga de Zoom’.

Aquel estudio recomendaba a los profesionales desconectar la cámara, al menos por algún tiempo, para disminuir esa sensación de cansancio y mejorar su bienestar, pero ahora otro trabajo, en este caso una encuesta de la empresa de software Vyopta, señala que esa acción perjudica a largo plazo a los empleados, ya que muchos directivos consideran que quienes permanecen a oscuras están menos comprometidos con la compañía.

Las cifras. La encuesta de Vyopta recoge que el 92% de los directivos encuestados considera que los empleados que dejan la cámara desconectada durante las reuniones por videollamada no tienen futuro a largo plazo en la empresa, ya que lo ven como una señal de falta de compromiso general con su trabajo.

Asimismo, el 43% de los consultados sospecha que los empleados que permanecen a oscuras y en silencio durante las videollamadas están navegando por internet o en redes sociales, mientras que el 40% piensa que están enviando mensajes de texto o chateando. Para esta encuesta se preguntó 200 directivos estadounidenses de empresas de más de 500 trabajadores.

Desventaja para los teletrabajadores. La encuesta también recoge que la inmensa mayoría de los directivos consultados, un 96% de ellos, considera que los trabajadores en remoto están en desventaja respecto a los que trabajan en la oficina, y un 94% de estos ejecutivos piensa que los teletrabajadores están menos conectados y tienen menos oportunidades de progresar dentro de la empresa.

Mea culpa… En parte. A pesar de todo esto, casi la mitad de los encuestados (49%) reconoce que esa falta de compromiso que perciben en algunos de sus empleados es, en parte, culpa de los propios ejecutivos, quienes no están sabiendo dar con la tecla para fomentarlo lo suficiente en entornos híbridos y remotos.

Así, por ejemplo, un 48% de ellos cita el exceso de reuniones como una de las razones principales por las que piensan que los empleados cada vez intervienen menos en las videollamadas, y que el elevado número de estos encuentros se corresponde con la rápida transición a entornos híbridos y remotos, que les ha impedido encontrar la mejor forma de colaborar en la distancia en cada momento.

Compromiso vs. Productividad. Esta percepción de menor compromiso de los directivos contrasta con los resultados de otro estudio, en este caso de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, Pensilvania, que señala que mantener las cámaras apagadas, tanto las propias como las ajenas, elimina distracciones y permite que los asistentes a la reunión se concentren mejor en lo que dicen las personas que hablan, con lo que mejora la productividad de estos trabajadores.

Además, la investigación anteriormente citada de la Universidad de Standford sobre la ‘fatiga de Zoom’ señala que las videollamadas hacen que el cerebro se esfuerce más por captar la comunicación no verbal de los demás usuarios, ya que en la pantalla los gestos pueden no captarse bien y hay expresiones corporales que tienen connotaciones completamente diferentes en un contexto doméstico que en uno profesional. Ese agotamiento asociado al vídeo empeoraría el rendimiento de los equipos distribuidos.

También puede crear desigualdad. Otra consecuencia negativa del vídeo en las videollamadas, según los resultados de la investigación de la Universidad Carnegie Mellon, es que puede contribuir a que algunos asistentes dominen la conversación gracias a su mejor manejo de la comunicación no verbal, en especial cuando se trata de videoconferencias con muchas personas. La ausencia de imagen, en cambio, hace que se respeten más los turnos de palabra y que el diálogo sea más equitativo y fluido.

“Sorprendentemente, nuestros hallazgos sugieren que el acceso al vídeo puede impedir el desarrollo de la comunicación verbal al crear una mayor desigualdad en el turno de palabra, refutando la idea comúnmente aceptada de que los medios multimedia mejoran de la colaboración distribuida”, señala el estudio .

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