Hace tiempo que sabemos que los mosquitos no pican al azar, pero desentrañar por qué pican de la forma que pican es más complicado de lo que parece. Ahora tenemos un elemento nuevo a la hora de entender cómo eligen sus presas estos animales tan pequeños como mortíferos. En realidad son tres moléculas pertenecientes al grupo de los ácidos carboxílicos.
Tres ácidos y podrían ser más. Una investigación encabezada por investigadoras de la Rockefeller University ha encontrado varias moléculas presentes en la superficie de nuestra piel relacionadas con el interés que suscitamos a los mosquitos. Se trata de varios compuestos de la familia de los ácidos carboxílicos, un tipo de ácido graso presente en el sebo de nuestra piel.
El equipo responsable del estudio logró identificar tres de estos ácidos, el ácido pentadecanoico, el ácido heptadecanoico y el ácido nonadecanoico, aunque explica que es posible que haya más moléculas de este tipo que atraigan a estos molestos y peligrosos mosquitos.
La relación que encontraron era estrecha según explica en una nota de prensa Leslie Vosshall, una de las autoras de la investigación. “hay una asociación muy, muy fuerte entre tener grandes cantidades de estos ácidos grasos en tu piel y ser un imán para los mosquitos.”
Un viejo conocido. El estudio en que ha llegado a esta conclusión fue recientemente publicado en la revista Cell, y fue realizado en un tipo de mosquito concreto, el Aedes aegypti, conocido por transmitir enfermedades como el virus del zika, el dengue, el Chikungunyam o la fiebre amarilla.
Se trata de una de las especies de mosquito más peligrosas junto con mosquitos como los del género Anopheles que transmiten la malaria. El Aedes aegypti, por si fuera poco es un mosquito especializado en humanos. Así como otros se pueden alimentar de la sangre de otras especies, este temido insecto cuenta con una historia evolutiva que lo ha especializado.
Por su peligrosidad y por esta curiosa característica, Aedes aegypti es uno de los mosquitos más utilizados en investigaciones de este tipo.
Medias de nylon. Pero estos mosquitos no fueron los únicos protagonistas de este estudio. Para identificar los patrones de éstos, ocho participantes llevaron puestas medias de nylon en sus brazos. Estas medias absorbían los compuestos químicos presentes en la superficie de la piel de los participantes.
Los investigadores utilizaron estas medias después como cebo para los mosquitos, comparando cuáles eran las medias capaces de atraer más a los mosquitos. Encontraron importantes diferencias entre las más atractivas y las que menos interesaban a los mosquitos.
Tres años de investigación. Los experimentos se realizaron a través de un periodo de tres años, en el cual no encontraron diferencias importantes en los patrones de atracción. Es decir, que lo que fuera que atraía a los mosquitos se mostraba más o menos estable en el tiempo.
Comparando los químicos atrapados por el nylon de las medias, los investigadores lograron identificar 50 componentes a nivel molecular más presentes en las muestras de sebo de los participantes que atraían más a los mosquitos. Así comprobaron que los ácidos carboxílicos estaban más presentes en éstos.
Olores y colores. Este es tan solo uno más entre los múltiples estudios que han tratado de arrojar luz sobre la cuestión de cómo eligen los mosquitos a sus presas y en base a qué factores. Esto nos ha permitido saber que estos animales se guían especialmente por su olfato, capaz de detectar el dióxido de carbono que emanamos al respirar.
El hecho de que químicos vinculados a nuestro olor corporal atraían a los mosquitos no resulta novedoso. Hasta ahora por ejemplo se habían identificado algunos aldehídos también vinculados a las preferencias de los Aedes aegypti. Por si eso fuera poco, ahora sabemos de una retroalimentación entre las enfermedades que afectan a los humanos y las sustancias que atraen a los mosquitos.
Pero no todo es olfato. Los mosquitos también se guían por la vista a la hora de encontrarnos. Además algunos colores los atraen más que otros. Así, los colores cálidos y rojizos resultan más atractivos para estos animales, probablemente porque estén “programados” para buscar tonos semejantes a los de nuestra piel.
En busca de la solución perfecta. El estudio identifica el problema (el exceso de estos ácidos en nuestra piel), no expone el motivo por el cual éstos ácidos se acumulan en mayor medida en unas personas y no tanto en otras. El hecho de que durante tres años de experimento los niveles de atracción se mantuvieran más o menos estables entre los participantes indica que cualquier cambio podría necesitar plantearse a largo plazo.
Sin embargo descubrir qué hace variar nuestra capacidad para atraer a los mosquitos es clave a la hora de prevenir las consecuencias de sus picaduras. Estudios como este último tienen en última instancia avanzar hacia la técnica que nos permita repeler, engañar o acabar con estos animales.
Es una tarea complicada. La especialización del Aedes aegypti lo ha convertido en un enemigo temible. Estos mosquitos han perfeccionado su técnica para encontrarnos y su organismo ha evolucionado para convertirse en una máquina a prueba de fallos, con su “Plan B”, “Plan C” y puede que sucesivos. Se trata además de una carrera contra el tiempo.
Imagen | CDC
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