Pese a las lluvias, el miedo no abandona al aceite español: la "memoria del olivo" ata a los productores al año anterior

En el mejor de los casos (y aún faltan muchas balas que esquivar), los olivareros esperan una cosecha media

Olivar en Illescas
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Está lloviendo. Está lloviendo mucho. Y, aunque no lo parezca, a los olivareros no se les va el susto del cuerpo. De hecho, COAG Jaén ha salido al paso de unas precipitaciones (que van camino de ser históricas) con un aviso a navegantes: el olivar está exhausto "por el estrés hídrico de cinco años de sequía" y, aunque el cultivo "es muy agradecido", "nos encontramos lejos de las grandes cosechas".

La pregunta es... ¿por qué?

Por la memoria del olivo... Como explicaban en Cordópolis, la cuestión clave es que "hay que tener en cuenta que el olivo florece en los crecimientos del año anterior”. Es lo que se llama de forma metafórica, "la memoria del olivo".

“El olivo produce aceitunas en función de lo que ha crecido el año anterior", nos explicaba Diego Barranco, Catedrático de la Universidad de Córdoba en el Departamento de Agronomía de la Escuela de Ingenieros Agrónomos. "Si, pongamos, en 2023 no crece mucho porque no ha tenido agua, en 2024 no producirá mucho más porque no tiene crecimiento donde sostener esa producción, aunque tenga agua”.

Una baza estratégica, que ahora mismo juega en nuestra contra. Porque, cuando las malas cosechas son pocas, esa "memoria del olivo" es algo que usábamos a nuestro favor. Porque,  aunque haya años complicados, las peores cosechas se ven amortiguadas por el  año previo. El problema es que, en un contexto de sequía recurrente, la memoria es la puntilla que le falta a un sector que va decreciendo poco a poco.

¿Eso que quiere decir? En palabras de COAG-Jaen, esto quiere decir que "si todo fuese bien, de aquí al mes de septiembre, [...] se podría tener una cosecha media". Esto es importante porque, según las previsiones actuales, llegaremos a la próxima cosecha con un enlace muy bajo (unas 100 kTm) y eso hará probable que los precios tengan dificultades para estabilizarse.

No cabe duda que estos datos son "de parte". Es decir, vienen de los productores (unos productores que, todo sea dicho, llevan muchos años en situación crítica) y encajan casi a la perfección con los planteamientos de las grandes embotelladoras. Sin embargo, el resto de datos del mercado internacional de aceites parecen corresponderse a la perfección.

De mal en peor... Mientras el precio del aceite sigue subiendo (en origen, se ha incrementado un 69% desde mes de octubre), el sector del aceite sigue perdiendo cota de mercado. De hecho, casi todo lo que pierde el aceite de olivo (un 20%), lo copan el girasol (un 16%) y el resto de aceites vegetales. Es decir: las grandes empresas del sector van entre mal y muy mal. De

Tanto es así, que el futuro del gigante mundial del aceite de oliva está ligado a la recuperación del olivar.

Pero, en general, las expectativas son buenas. A medio plazo, eso sí. No sabemos qué pasará los próximos años. Sobre todo, porque no sabemos si las lluvias de estas semanas son una consecuencia de un El Niño que ya se acaba (y La Niña que esperamos en otoño volverá a ponernos en dique seco).

Sin embargo, a día de hoy (cuando todavía "debe empezar la floración, que no se produzcan heladas, o días de  excesivo calor que estropeen la flor, entre otros efectos meteorológicos") parece que se abre la posibilidad de que tengamos un par de años de cosechas no muy buenas, pero no muy malas. Y eso, visto lo visto, es una excelente perspectiva.

Imagen | Miguel Angel Masegosa Martínez

En Xataka | Los altísimos precios del aceite de oliva son solo un síntoma. El problema real es un sector camino del desastre

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