La mayor comercializadora de aceite de oliva del mundo, Deoleo, ha perdido casi 10 millones de euros en lo que llevamos de año y su ebitda (el indicador financiero que nos permite conocer los beneficios brutos) ha caído un 43% en el mismo periodo. Hablamos de la embotelladora de Hojiblanca, Carbonell y Koipe, pero también de una de las empresas claves del mercado italiano: hablamos de la gran empresa oleica del planeta; hablamos, por extensión, de una industria del aceite al borde del precipicio.
Y, con todo, el derrumbe de la industria eso no es lo peor. Lo peor es que avisan a sus accionistas de que, en fin, la cosa va a ir a peor.
Un revés durísimo. Sobre todo, porque las estimaciones con las que empezó el año la segunda empresa alimentaria española eran buenas. Recordemos que cerró 2022 con 5,5 millones de beneficios. Este año, la subida de los precios del aceite ha herido profundamente sus finanzas. Han vendido un 21,9% de aceite menos y, como consecuencias, han perdido 9,7 millones.
Estos resultados ponen negro sobre blanco que el fantasma de la especulación (aunque ha tenido su efecto) no es suficiente para explicar el fenómeno del alza de los precios del aceite.
Según Deoleo, la sequía, una cosecha corta y el aumento de los costes (derivados de la situación en Ucrania, del escenario inflacionistas y los altos tipos de interés) estarían detrás de una situación que no les está dejando margen para reaccionar.
Los precios van a seguir subiendo. Tanto es así que Deoleo ya avisa que los precios van a subir más. Al menos, ese es su análisis. Sus cuentas de resultados muestran que esta tormenta perfecta ha erosionado los márgenes de tal forma que "no ha podido ser compensada por el incremento de precios".
¿En qué se traduce esto? Pues que, aunque ellos mismos reconocen que han trasladado "parcial[mente] a los clientes el incremento de los precios experimentos en toda la cadena", aún queda mucho que trasladar.
Y, seamos claros, Deoleo es (al menos, sobre el papel) una de las comercializadoras que más márgenes tenían por el posicionamiento de sus marcas. Si los precios de origen no bajan lo suficiente para compensar ese traslado de costos, la siguiente temporada amenaza con seguir la misma tónica.
La UE no parece optimista. De hecho, si hacemos caso a sus estimaciones (una caída de la producción del 27% a nivel mundial y del 40% a nivel europeo) la situación pinta complicada. A medida que se aleja el fantasma del desabastecimiento, lo cierto es que las presiones internacionales aumentan. Y la gran pregunta de esta segunda mitad del año sigue sin respuesta: ¿hasta dónde podrán irse el mercado y la industria antes de destruir para siempre la cultura del aceite de oliva en el país?
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Imagen | Deoleo
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