Mientras decenas de países abandonan la siembra de nubes, Emiratos insiste: así "hicieron llover" este mismo febrero

No consiste en "hacer crecer" nubes de la nada, ni crearlas artificialmente, pero sigue siendo interesante

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Hace un par de semanas, se anunciaba con bombo y platillo que Marruecos estaba planteándose abandonar su programa de "siembra de nubes"  y volcarse con las desalinizadoras. Y puede parecer una obviedad, pero no lo es.

Sobre todo, cuando  en el Golfo Pérsico, Emiratos Árabes Unidos celebra por todo lo alto la efectividad de su propio programa. ¿Estamos a punto de dar el gran salto de "siembra de nubes" o seguimos como siempre?

¿Qué es la siembre de nubes? Al contrario de lo que pudiera dar a entender el nombre, no consiste en "hacer crecer" nubes de la nada, ni crearlas artificialmente. Sembrar nubes es una metodología que intenta "mejorar la capacidad de una nube para producir lluvia o nieve".

En esencia usa catalizadores (como cristales de sal) para hacer que las gotas de agua que pueda contener una nube se fusionen en "en gotas de lluvia más grandes y pesadas, y finalmente caer al suelo".

Eso conlleva que no se puede hacer a voluntad: sembrar nubes es un trabajo de monitorizar nubes con humedad suficiente que pasan sobre el territorio y enviar aviones a "darles un empujoncito" químicamente hablando.

¿Funciona? Aunque no lo parezca, la pregunta por su funcionamiento es algo equívoca. Si nos referimos a si esa técnica es capaz de hacer que la humedad de las nubes caiga efectivamente en forma de lluvia, la respuesta es que sí: si las nubes son buenas candidatas, estas intervenciones pueden generar chubascos.

Pero si nos referimos a si es una técnica costo-efectiva, la respuesta es más complicada. Se trata de un despliegue muy caro (y de gran complejidad técnica tanto en la monitorización meteorológica como en la distribución de las sustancias químicas) y los resultados son relativamente pobres. Al fin y al cabo, las regiones secas suelen tener pocas nubes aprovechables circulando por sus cielos.

Por eso casi no se hace. Eso ha hecho que países como Marruecos, que fue noticia hace unas semanas por su intención de apostar por esto, llevara 13 años con su proyecto abandonado en una esquina. Es más, eso es lo que hace que muchos países ni siqueiran se hayan planteado ponerlo en marcha: el escaso retorno de cada euro invertido es más bajo que la mayor parte de alternativas.

Sin embargo, hay países en ello. China quiere tener cubierto 5,5 millones de kilómetros cuadrados, más o menos el 60% de su territorio, con programas de este tipo para mediados de la década. En Emiratos Árabes Unidos, la división de siembra de nubes del Centro Nacional de Meteorología ha enviado 14 vuelos para sembrar nubes en los últimos días. Con buenos resultados entre el 11 y el 12 de febrero, según parece.

El protocolo de EAU es sencillo y nos permite hacernos una idea del proceso. Cuando sus radares detectan nubes susceptibles de ser "ordeñadas", envían aviones para comprobarlo in situ. Si son buenas candidatas, lanzan "cristales de sal mezclados con magnesio, cloruro de sodio y cloruro de potasio".

Más allá de los detalles técnicos, lo cierto es que las investigaciones de EAU están permitiendo mejorar nuestra comprensión sobre todas estas metodlogogías. Por ejemplo, han descubierto es que la siembra de nubes es particularmente eficaz con nubes convectivas.

Un mundo imprevisible. Lo vemos todos los días: cuando no es un máximo histórico de la superficie del Atlántico norte o una temperatura media inédita en tiempos modernos, es que las últimas mediciones del balance de energía del planeta (es decir, la diferencia entre la energía que recibimos y la que dejamos escapar al espacio) muestran que almacenamos cada vez más energía. Es decir, La Tierra se está internando en un terreno desconocido.

Y, en ese contexto,  uno nunca sabe lo que va a necesitar. Bienvenida sea la investigación de EAU.

Imagen | Unsplash

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