Windows 10 y la búsqueda de los fuegos artificiales

Windows 10 y la búsqueda de los fuegos artificiales

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Windows 10 y la búsqueda de los fuegos artificiales

Ya tenemos con nosotros la tercera gran actualización de Windows 10. Tras la Anniversary Update de agosto de 2016 y la Creators Update de abril de 2017 llega ahora Fall Creators Update (Redstone 3), y lo hace con mejoras que van más allá de lo que refleja esa nomenclatura.

De hecho el interés por los creadores y creativos es menos llamativo de lo que cabría pensar, y en esta gran actualización lo que vemos es un intento de Microsoft por adaptarse a las nuevas tendencias y por seguir atrayendo a nuevos (y viejos) usuarios con algunos fuegos artificiales. Hay luces y hay sombras, pero la sensación general es que para bien o para mal Windows 10 sigue siendo el de siempre.

El lápiz como alternativa del ratón y el teclado (y el dedo)

Es lo mejor que podemos decir de un sistema operativo que lleva ya algo más de dos años en el mercado y que en todo este tiempo ha ido consolidando algunas de sus ambiciones originales y ha ido prestando cada vez más atención a cierto nicho de usuarios.

De hecho tanto en Creators Update como en Fall Creators Update nos hemos encontrado con un mensaje en el que parece que los creativos y diseñadores eran el foco de atención. Aplicaciones como Paint 3D, el nuevo Windows Story Remix y sobre todo el cada vez mayor soporte de las tecnologías Windows Ink (o Windows Inking, porque se usan ambas nomenclaturas) parece querer que no paremos de usar el lápiz o stylus en convertibles, tablets o equipos como el prodigioso Surface Studio.

Ese es el primer cartucho que a algunos nos huele a fuegos artificiales: ¿realmente hay tantos usuarios que no solo cuentan con un stylus, sino que lo aprovechan bajo Windows 10? Tuvimos la oportunidad de mantener una conversación con Aaron Woodman, uno de los responsables de marketing de Microsoft, y autor precisamente de un artículo en el blog oficial de Windows en el que hablaba de Windows Ink.

Este directivo nos aclaraba que ese aparente interés en los "creadores" va más allá de la creatividad pura. "Hay un apartado para la creatividad en la creatividad. Con Windows Ink hemos comprobado cómo la gente es creativa más fácil y rápidamente".

De hecho, destacaba Woodman, las ventas de dispositivos con lápiz ("pen") ha aumentado de forma notable en los últimos meses, y hay tres áreas en las que se aprecian las mejoras que estos periféricos aportan: las notas (con OneNote por ejemplo), el trabajo de edición de documentos y un área sorpresa: cada vez más gente usa el lápiz como sustituto del dedo para navegar por la interfaz de la pantalla, y también por ejemplo como control remoto para presentaciones.

Realidad mixta sin un diferenciador claro

Otra de las apuestas del anuncio de esta actualización es el soporte final de la llamada Realidad Mixta, que aquí tiene dos patas. La primera, la que hace necesaria unas gafas de realidad mixta para poder disfrutar de estos contenidos. La segunda, la de ese Windows Mixed Reality Viewer que permite juguetear con esas experiencias directamente en el PC para que podamos tener ciertas nociones de lo que puede ofrecer esa tecnología.

Aquí vuelve esa búsqueda de los fuegos artificiales, al menos en apariencia. La realidad mixta de Microsoft se parece sospechosamente a la realidad virtual que vemos desde hace tiempo en soluciones de Oculus y HTC. De hecho, parece idéntica, y salvo por esa interfaz inicial que nos sitúa en una casa desde la que poder gestionar contenidos, no parece que haya diferencias evidentes entre ambos conceptos.

De hecho aquí el intento de Microsoft va por un camino distinto al que por ejemplo están buscando sus verdaderos competidores, que no son otros que Apple y Google. Ambos han proporcionado ya sus herramientas para desarrolladores y creadores de contenido (ARKit y ARCore respectivamente), y vuelven a tentar a esas comunidades para que creen experiencias atractivas para los usuarios.

Microsoft parece también querer ir en esa dirección, pero sus competidoras parecen mucho más enfocadas en ese objetivo, sobre todo porque no quieren aprovechar experiencias de otros (como hacen las gafas de realidad mixta de Microsoft, compatibles con SteamVR por ejemplo) sino aportar las suyas propias.

Será interesante ver si efectivamente Microsoft puede diferenciarse en este campo, pero las gafas y los controladores (que son los Oculus Touch) no saldrán tan baratas como parecía en los anuncios iniciales, y tanto las Oculus Rift como las HTC Vive han ido reduciendo su precio y convirtiéndose por tanto en atractivas alternativas "puras" de realidad virtual.

Un navegador al que le falta algo

Otro de los claros beneficiados de la gran actualización de Windows 10 es su navegador, Microsoft Edge. Las mejoras en el navegador por defecto de este sistema operativo son numerosas, pero en algunos casos también parecen artificiosas.

Por ejemplo, ocurre con el soporte de PDFs, que cada vez es más amplio —el Pen vuelve a ser protagonista para poder trabajar directamente en ellos— o con el desde luego llamativo soporte para ficheros EPUB. De repente Edge se convierte en una herramienta muy interesante para leer libros y documentos electrónicos en esos formatos, pero ¿es eso en lo que se debería centrar Edge?

Mi sensación es la de que esos esfuerzos, aunque loables, están haciendo que Microsoft esté descuidando un área en la que muchos usuarios demandan mucho más del navegador, y esa es el soporte de extensiones del que ya hablamos.

Edge no es mal navegador, desde luego, pero tanto Chrome como Firefox —sobre todo con las mejoras a partir de la versión 57— muestran sus cartas de forma efectiva. Aquí hay un alto componente de subjetividad, pero ambos parecen claramente más atractivos para los usuarios (así lo demuestran las cuotas de mercado, que están cada vez más distantes de la de Edge), más rápidos, más potentes, más eficientes.

Repito: aquí es difícil demostrar cualquiera de esas afirmaciones y por ejemplo la competición sobre la eficiencia ha dado lugar a más de un debate, pero la sensación es la de que Edge, simplemente, es el hermano pobre de esos navegadores de primer nivel.

Luces y sombras de un sistema operativo con un rumbo confuso

En esta actualización, todo hay que decirlo, llegan mejoras notables. Es por ejemplo especialmente destacable lo potente que es ahora OneDrive, permitiendo liberar mucho espacio de tu equipo si lo necesitas sin perder acceso a los ficheros cuando los necesitas (siempre que tengas conexión a internet).

También es de agradecer ese soporte extendido para más distribuciones Linux que ahora están disponibles para su instalación en la tienda de Windows gracias al avance del Windows Linux Subsystem. Y de esas opciones creativas de las que hablábamos al principio es muy de agradecer que Microsoft nos devuelva una especie de sucesor del mítico Movie Maker con Story Remix, que ahora forma parte de la aplicación Fotos.

Menos relevantes parecen el soporte de emojis, ese nuevo foco en My People que no parece especialmente potente o incluso ese intento por lograr que el flujo de trabajo de equipos Windows con móviles Android e iOS sea más potente. La tecnología Timeline que anunciaron en Build 2017 finalmente no ha llegado a esta actualización, y en lugar de eso nos tendremos que conformar con un par de opciones para, por ejemplo, poder seguir consultando la web que estábamos viendo en un móvil Android en una ventana de Edge en el PC.

Esa opción, aunque curiosa, no funciona de forma óptima al menos en nuestras pruebas, y la limitación de no poder trasladar varias pestañas y de hacerlo a otro navegador que no sea Edge supone una barrera importante para su uso. Microsoft está haciendo bien en tratar de trabajar de forma adecuada en entornos mixtos —que son los que los usuarios de Windows utilizan en su móvil y PC en muchas ocasiones— pero la solución que ha dado, hoy por hoy, es poco llamativa.

También han fallado los fuegos artificiales del prometedor Fluent Design. De hecho su papel en Windows 10 parece ser tan solo una mueca de lo que veíamos en imágenes conceptuales de un escritorio Windows 10 "fluido".

Será difícil que un usuario convencional note grandes cambios a nivel estético, porque salvo por los efectos de las ventanas translúcidas, hay poco de lo que hablar en materia de diseño de la interfaz en esta actualización de Windows 10, y aquí es probable que tengamos que esperar a Redstone 4, que se lanzará probablemente en la primavera de 2018, para ver si ese lenguaje de diseño marca cambios realmente llamativos (y acertados).

No parece por tanto haber un hilo conductor claro de un sistema operativo que dos años después parece estar tirando salvas al aire por si alguna da en el blanco. A Microsoft le hace falta resolver problemas de coherencia (seguimos con un panel de control y una herramienta de Configuración independiente) y poner orden en esa Windows Store que sigue sin atraer el interés de desarrolladores y usuarios. Es evidente que Windows 10 mejora, pero quizás lo está haciendo donde no hace (tanta) falta.

Imagen | DeviantArt
En Xataka | Windows 10, análisis: el sistema operativo más completo de la historia de Microsoft

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