'Blasphemous', análisis: uno de los mejores indies del año llega desde Sevilla y mezcla lo macabro de Goya con el videojuego japonés

'Blasphemous', análisis: uno de los mejores indies del año llega desde Sevilla y mezcla lo macabro de Goya con el videojuego japonés
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Tan acostumbrados estamos a lidiar con la cultura extranjera -principalmente la anglosajona- que ver triunfar dentro y fuera de nuestras fronteras algo como ‘Blasphemous’ nos resulta tremendamente sorprendente. Porque sí, a menudo caigo en hablar del Big Foot cuando podría decir Basahaun, pienso en la idea del Chupacabras olvidándome del Dip o recurro al Fauno cuando en realidad tengo a tiro de piedra el Busgosu.

Evitando ese vicio, el estudio sevillano The Game Kitchen firma aquí una carta de amor a la cultura española en la que hay hueco para los nazarenos, el arte macabro de Goya o la arquitectura gótica isabelina. Un oscuro viaje hacia lo más fúnebre y celebrable de nuestra tierra que, inspirado en la jugabilidad de un ‘Castlevania’, consigue mezclar con excelso acierto dos cosas tan opuestas como un personaje basado en Lola Flores y 'Dark Souls'.

Una oda a la cultra española en forma de videojuego

Convertido en uno de los grandes éxitos del videojuego en Kickstarter a este lado del Atlántico, sorprende la facilidad con la que el público ajeno a nuestra cultura se ha volcado con la idea. En ‘Blasphemous’ se cuenta la historia del Penitente, un superviviente decidido a romper con el oscuro bucle que asedia a su mundo.

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Valiéndose de una iconografía religiosa que prescinde de las cruces para evitar caer en lo controvertido de este tipo de referencias, su historia y estética navega entre cuadros, edificios y leyendas españolas para dar forma a un universo tan oscuro como llamativo. Una salvajada gore y siniestra en la que la realidad detrás de su inspiración irremediablemente supera a su ficción.

Conventos plagados de monjas que no dudarán en quemarnos vivos, monaguillos cargando cirios en afilados candelabros y penitentes que, a golpe de fusta, no dudarán en enviarnos al otro barrio. Peligros que trascienden del habitual enemigo a lo intrincado de sus escenarios para una aventura que está lejos de ser un mero paseo.

Con ese miedo a la frustración que desprenden las aventuras 2D clásicas o juegos más recientes como los ‘Dark Souls’ -otra gran inspiración para el sello español-, iniciaba la aventura con la vista más puesta en su excelente trabajo al representar nuestro folclore que en lo bien que pudiese llegar a pasármelo recorriendo sus bellísimos píxeles.

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Por suerte ‘Blasphemous’ no tarda en demostrar que hay algo más que el tirón de lo tétrico de nuestras historias de abuela, invitándonos a sufrir con medida y con un juego mucho más accesible de lo que podría parecer por sus comparaciones.

Un juego de acción que ladra más de lo que muerde

Pese a lo evidente de agarrarse a lo metroidvania, palabreja que hace referencia al estilo de juegos como ‘Castlevania’ o ‘Metroid’, ‘Blasphemous’ opta por meternos en un enorme mundo 2D interconectado como hacen esos dos ejemplos nipones. Sin embargo, lejos de limitar nuestro avance a las habilidades u objetos que consigamos para guiarnos por un camino único, The Game Kitchen abre casi completamente su mundo para que seamos nosotros los que decidamos por dónde tirar.

A golpe de espada y bloqueo tocará hacer frente a los enemigos que nos vayamos cruzando en busca de ese jefe de zona que esclarecerá un poco más nuestro camino. Si subes, bajas o sigues recto es algo que principalmente marcarán tus sensaciones al pasar por una zona. Así, si llegas un punto en la que te sientes abrumado por los peligros que aguardan, siempre podrás deshacer tus pasos y probar suerte con otro camino.

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Es una situación que se materializa mucho más al principio, cuando aún no conoces los patrones de ataque de los enemigos o has encontrado la estrategia adecuada para lidiar con cada uno de ellos. Después, ya sea por haber mejorado tus habilidades o simplemente por haber entrado en el ritmo que imprimen sus combates, vuelves a aquél sitio con la sensación de que aquello no era para tanto.

Sin intención de limitarte, resulta ser una grandísima forma de guiar tus pasos y evitar la frustración. De nada sirve quedarte atascado en un punto sin saber cómo superarlo, así que pese a lo evidentemente duro que pretende ser, ‘Blasphemous’ no duda en hacer ciertas concesiones para aliviar las ganas de estrellar el mando contra el suelo.

Con muertes que te llevan hasta el último punto de control activado, un guiño más a ‘Dark Souls’ en forma de hogueras -representadas aquí como una fuente inspirada en el monumento al torero Joselito el Gallo-, la partida navega entre la tranquilidad y la ansiedad de encontrar el siguiente punto en el que clavar la rodilla para guardar tu progreso.

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Medida al milímetro la distancia entre una y otra, el juego nos empuja a seguir hacia adelante, con temple pero sin pausa, para poder asegurar ese tramo y no tener que volver a recorrerlo desde el principio. Y así, en un bucle sin fin y con el sonido de fondo de una tonadilla que cuenta en su base con algo similar a unos pasos de Semana Santa, vas saltando de una fuente a la siguiente, liquidando un jefe y después otro más, casi sin darte cuenta.

Sin duda alguna, uno de los indies del año

Por el camino saltos con plataformas que de vez en cuando despiertan algo de mala leche, enemigos que no dan tregua ni cuando estás en el suelo y, probablemente el punto más odiado por aquellos con poca fortuna, unos pinchos que convierten el empalamiento de nuestro Penitente en una dolorosa pero lógica muerte instantánea.

Algo funciona bien en su engranaje cuando ni eso ni el tener que enfrentarte de nuevo a un enemigo al que ya le tienes cogidísimo el truco frenan tu avance. Siempre hacia adelante, el qué oscura maravilla encontrarás a continuación o qué parte de esas leyendas cristianas que componen su historia podrás leer, ‘Blasphemous’ te anima a seguir en pos de un final que no decepciona en ninguna de sus vertientes.

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El final bueno, si es que puede llamársele así, es el giro que el juego te echa a la cara como recompensa a una partida en la que el ahínco y la exploración son tus grandes aliados. Se le agradece no ser excesivamente críptico en ese sentido por lo mucho que merece la pena ganarse ese logro sin tener que recurrir a guías o pistas en una wiki perdida de internet.

Con ‘Blasphemous’ se vuelve a demostrar el potencial que tiene nuestra cultura en cualquier medio, no sólo para ganarse a los locales sino también para cruzar el charco y demostrar que hay otros mitos y leyendas capaces de sorprender. Aplausos y reverencias para un juego que, sin ser perfecto, sí anima a colocarlo como una grandísima obra indie de nuestra época sin tener un ápice de miedo a caer en el chovinismo.

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