No diga "streamer", diga "jouer en direct": Francia le declara la guerra a los anglicismos tecnológicos

Francia Tuich
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El inglés es el idioma más hablado del mundo. No como la lengua nativa —ahí le ganan el chino y el español— pero sí si contamos también a quienes lo han aprendido y lo manejan. Y claro, estamos rodeados de anglicismos porque la sensación es la de que si podemos usar palabras en inglés, todo suena mejor. En España nuestra RAE lleva tiempo luchando contra esa obsesión nuestra de usar anglicismos, pero no somos los únicos: Francia también ha declarado una particular guerra a esos términos.

’Streamer’ no, ‘jouer en direct’ sí. La comisión de enriquecimiento de la lengua francesa ha propuesto una serie de términos en un “buen francés” para sustituir a los anglicismos ligados al mundo de los videojuegos. En el nuevo Larousse 2023 se propone terminar con ciertos términos ingleses y usar en su lugar palabras francesas.

Así, habría que sustituir ’streamer’ por ‘jouer en direct’ (‘jugador en directo’), ‘cloud gaming’ por 'jeu vidéo en nuage’ (‘video juego en la nube’), ‘DLC’ por ‘extension téléchargeable’ ('extensión descargable’) o ‘eSport’ por ‘jeu video de compétition’ (‘videojuego de competición’). La lista completa incluye algunos términos más, como los que deberían reemplazar a ‘matchmaking’, ‘pro-gamer’, ‘retrogaming’ o ’season pass’.

C’est la guerre. Los franceses llevan tiempo luchando contra esa manía de sus ciudadanos de usar términos ingleses cuando podrían usar sus equivalencias en francés. Como ocurre con nuestra RAE —más adelante hablamos más de esto— las nuevas ediciones de sus diccionarios van adapándose y añadiendo nuevas palabras (NFC es uno de los últimos ejemplos) pero también vetando otras. De ‘hashtag’ nada: hay que usar ‘mot-dièse’ (algo así como ‘palabra con almohadilla’). Ni se te ocurra usar ‘digital’ (‘numérique’), 'cash' (’espèces’), 'vintage' (‘d’époque’) o ‘deadline’ (‘dernier délai’).

La RAE lleva años en esa guerra. Una atractiva mujer aparece en pantalla, pelo al viento, todo muy rosita. Es un anuncio de 2016 de un perfurme llamado Swine ‘by Rebeca Robinson’. Podías pedir una muestra gratuita, y mucha gente lo hizo. Cuando recibió esa muestra, sorpresa: el anuncio lo publicó la RAE para luchar contra los anglicismos. Resulta que “swine” significa “cerdo”, así que el perfume te hacía oler a ídem. “Suena muy bien, pero huele muy mal”, apostillaba en un segundo anuncio la RAE con sorna.

Por favor, no usemos el ’tecnolenguaje’. Es cierto que nuestra Real Academia Española limpia, fija y da esplendor al español, pero también reconoce que el idioma cambia y evoluciona y va aceptando vocablos nuevos y populares (‘cocreta’, ‘cachopo’, ‘quedada’, ‘bitcoin’ o ‘webinario’ entre las más recientes). A veces quizás se pasan en esa obsesión, porque las “patadas al diccionario” de la propia RAE ha hecho que se adapten al español términos tecnológicos que acaban sonando igual, pero que escritos son muy raros. Rúter, zum, ledes, cederrón, jáquer o selfi, entre los más peculiares. El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, les hacía una petición reciente a los directores de comunicación españoles: que evitasen los anglicismos y usasen el "tecnolenguaje lo menos posible".

En China los anglicismos (y extranjerismos) tampoco gustan. En 2010 el gigante asiático prohibió a periódicos, publicaciones y propietarios de sitios web que usaran palabras extranjeras, y en particular, palabras en inglés. El organismo regulador quería proteger “la pureza del lenguaje chino” y evitar el uso del “chinglish”. Da igual que aprender ese idioma abra puertas: en Shanghai se ha prohibido que las escuelas elementales examinen a sus alumnos en ese idioma y los libros de texto en inglés también se desaconsejan en las universidades.

Imagen | Rodnae Productions

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