Hawking y Musk son dos «pesos pesados» del mundo de la ciencia y la tecnología. De eso no cabe la menor duda. Pero en realidad detrás de ellos hay más de un millar de científicos y expertos en tecnología que opinan exactamente lo mismo que ellos dos: la aplicación de la inteligencia artificial a las armas autónomas, como los drones de combate con los que ya cuentan los ejércitos de algunas potencias, es una amenaza para todos.
Esto no quiere decir que estén pensando en algo parecido a Skynet, la sofisticada inteligencia artificial que amenaza a la humanidad en la saga de películas Terminator; su punto de vista es mucho más realista, y, por tanto, estremecedor. Lo que creen es que, al contrario de lo que aseguran los militares, los drones no salvarán vidas. Quizás sí en el campo de batalla, pero acabarán siendo utilizados para cometer atrocidades y desestabilizar a las naciones.
Protegiendo la IA del terrorismo
Lo que temen no solo Musk y Hawking, sino también Noam Chomsky, Steve Wozniak y Jaan Talinn, entre muchos otros científicos y tecnólogos, es que el mal uso de la inteligencia artificial provocará que la opinión pública se ponga en su contra. Ellos, como cabe esperar, están completamente a favor de esta tecnología por lo mucho que puede aportar al ser humano desde un punto de vista social y en múltiples niveles.
Algo en lo que hacen hincapié en la carta abierta que han hecho pública estos miembros del FLI (Instituto para el Futuro de la Vida) es que, a diferencia de las armas nucleares, los drones se pueden fabricar con materiales económicos y fáciles de conseguir. Y, además, su fabricación es relativamente sencilla, por lo que, según ellos, solo es una cuestión de tiempo que acaben cayendo en manos de grupos terroristas que los usarán para cometer atentados indiscriminados y de dictadores que los utilizarán para mantener amedrentada a la población.
Su conclusión es tajante: las armas autónomas de carácter ofensivo que recurren a la inteligencia artificial para ir un paso más allá del control humano remoto deberían prohibirse. Esperemos que los que toman las decisiones les escuchen, y, por lo menos, se tomen en serio lo que opinan estos científicos y expertos en tecnología. Es evidente que nadie puede acusarles, precisamente a ellos, de estar en contra de la inteligencia artificial y el progreso tecnológico. Razón de más para tomarse muy en serio lo que defienden.
Imagen | GeeJo | Hohum
Vía | The Verge
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