El invierno se está muriendo. La gran incógnita es cuántas temporadas de esquí quedan por delante

El invierno se está muriendo. La gran incógnita es cuántas temporadas de esquí quedan por delante
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Aquello de que "cualquier tiempo pasado fue mejor" podría tomar tintes proféticos para los aficionados al esquí. Si te gusta coger tu tabla, bastones y chaqueta y hacer una escapadita a los puertos de montaña para deslizarte por la nieve, aprovecha. Quizás dentro de no muchos años te resulte bastante más difícil hacerlo. Lo dicen los expertos. Y con datos contundentes sobre la mesa. El mismo calentamiento global que ya ha obligado a las instituciones europeas a fijarse objetivos de descarbonización, favorece la expansión de enfermedades y deja huella en los desastres naturales, amenaza con desdibujar los inviernos tal y como los conocemos. Y con ellos, la nieve.

No es una advertencia, ni un aviso del legado que dejaremos a otras generaciones. Qué va. Es una realidad que ya está aquí y —advierten los estudios— amenaza con agravarse con el tiempo.

Prueba de que el problema preocupa, y mucho, es NIVOPYR, un proyecto impulsado por la Comunidad de Trabajo de lo Pirineos (CTP) para calibrar, precisamente, el impacto del cambio climático en las 49 estaciones de esquí alpino más importantes de la cordillera y, al mismo tiempo, valorar "estrategias de adaptación". No les queda mucho margen. En 2018 el Observatorio Pirenaico de Cambio Climático calculaba que en 2030 la temperatura máxima media anual de la zona podría ser entre uno y 2,7 ºC más alta que la registrada entre 1961 y 1990, lo que afectaría a la nieve.

Un cambio que ya se deja sentir

"En el Pirineo Central, a más de 1.800 metros de altura, el espesor medio de la nieve podría disminuir a la mitad en 2050, a la vez que la permanencia de la nieve en el suelo podría reducirse en más de un mes", concluían los expertos, que pintaban un escenario muy poco halagüeño para los aficionados al esquí y toda la amplia industria que pivota en torno al turismo de montaña y deporte: "La nieve que cubre los Pirineos desaparecerá a medida que avanzamos hacia 2050".

La situación, recuerda el diario Información, será incluso más alarmante en las zonas de menor altitud. En las situadas por debajo de los 1.500 metros, la pérdida a lo largo del último cuarto del siglo podría alcanzar el 78%. El informe publicado en 2021 por el Ministerio de Transición Ecológica sobre los riesgos derivados del cambio climático en España es contundente y advierte que, en ciertos casos, las estaciones no podrán salvarse ni siquiera con cañones de nieve artificial.

"Las estaciones españolas por debajo de los 2.000 metros podrían desaparecer o reconvertirse hacia otras modalidades turísticas por falta o escasez nieve. Las estaciones que presentan cotas de altitud más baja presentan un mayor grado de vulnerabilidad al cambio climático. Zonas como la Cordillera Cantábrica presentan señales de mayor vulnerabilidad en contraste con zonas como el Pirineo Catalán o el Sistema Penibético que presentan mejores resultados", previene el estudio.

Precedentes ya hay. En marzo de 2020 el Gobierno acordó el desmantelamiento de tres pistas de esquí del Puerto de Navacerrada al considerar que, sencillamente, su gestión no resultaba "viable". Al anunciar la decisión el Ejecutivo apuntó directamente al cambio climático. A lo largo del último medio siglo la temperatura de la zona aumentó en casi dos grados, las mínimas subieron 0,77, descendieron los días de helada y la nieve se redujo de forma sensble, en torno a un 25%.

Ni siquiera hay que irse tan lejos para encontrar señales preocupantes. A comienzos del pasado enero la mitad de las estaciones de esquí de España estaban cerradas por la escasez de nieve y el efecto de unas temperaturas particularmente elevadas para la época del año: según los datos de la asociación Atudem, a 10 de enero habían abierto sus puertas solo 14 estaciones; otras 17 seguían clausuradas. La escasez de nieve ha llegado a suponer tal problema que en octubre la Federación Internacional de Esquí (FIS) llegó a suspender dos carreras de la Copa del Mundo que debían empezar en Suiza y terminar en Italia. La situación en el último tramo resultaba "inestable".

El Periódico de Aragón señala también otro efecto del cambio climático: temporadas menos generosas, que tardan más en arrancar y suman, en conjunto, menos días en los que se superan los 30 centímetros de capa de nieve. "Estos indicadores, unidos a otros estudios de la Agencia Estatal Meteorológica (Aemet) sobre la disponibilidad de nieve, coinciden en que para 2050 la capa de nieve por encima de los 1.800 metros de altitud se va a reducir, en el caso más optimista, un 60% con respecto al valor actual", señala Juan Terrádez, técnico del observatorio pirenaico, al diario.

Victoire Joncheray Wcpo65uqysm Unsplash

El problema no es solo medioambiental, ni por supuesto deportivo; afecta directamente a la economía de las regiones que dependen en buena medida de los viajeros atraídos por la montaña.. y la nieve, por supuesto. "El turismo relacionado con los deportes de invierno es el que se está viendo ya más afectado, especialmente en el caso de las estaciones de esquí a cotas más bajas por la falta de nieve, situación que previsiblemente se agrave incluso con escenarios climáticos más moderados", describía ya en 2021 el estudio del Ministerio de Transición Ecológica.

En el caso de Navacerrada esa dimensión social, económica y empresarial de las estaciones ha provocado ya un encontronazo entre el Gobierno y la Junta de Castilla y León, que llegó a presentar un recurso para que pudiera abrir sus pistas. Según datos de Statista, en la temporada 2018/2019 —libre aún del efecto COVID— las estaciones de España facturaron 122,1 millones de euros. En cuanto a empleo, las instalaciones generan en España alrededor de 3.100 empleos directos.

El reto, claro está, no lo afrontan en exclusiva los Pirineos ni la Cordillera Cantábrica. El calentamiento global va más allá de España o Europa. En Sapporo, Japón, uno de los lugares con más nieve del planeta, se han encontrado hace poco con un problema que jamás habían tenido que afrontar en los 70 años que llevan celebrando su Festival de la Nieve: sencillamente, no disponían de existencias suficientes. Tuvieron que echar mano de camiones para traer el preciado polvo helado de otras regiones montañosas. Algo similar ocurre en las montañas del oeste americano, que han perdido el 20% de su capa de nieve a lo largo de las últimas cinco décadas.

La pregunta que se hacían entonces los organizadores del festival de Sapporo y el que probablemente se planteen muchos responsables, trabajadores y usuarios de las estaciones de esquí repartidos por el mundo es: ¿Cuántas buenas temporadas de nieve nos quedan?

Imágenes: Hernán Piñera (Flickr) y Victoire Joncheray (Unsplash)

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