Nunca nos cansamos de ver nieve, y si no que se lo digan a gran parte de la Península Ibérica, pero lo de Simon Beck es otro nivel. Es considerado el primer artista de "Snow Art" del mundo, o al menos ha logrado algo que pocas personas (si no otras) personas en el mundo podrán afirmar: le pagan por dibujar en la nieve.
El resultado de sus horas y horas de pateo por trabajo es realmente increíble, llenando fragmentos enormes de pistas de esquí con sus dibujos y con la ventaja de que en localizaciones tan gélidas éstos duran. Eso sí, tampoco es la nieve lo único que trabaja este ingeniero en proyecto que encontró su vocación muy lejos de Oxford.
Planificación, orientación y raquetas
Explica el propio Beck a STIR Word que aunque a veces lo tachan de ex-ingeniero, nunca llegó a serlo en la práctica. Británico de nacimiento, estudió ingeniería científica en Oxford porque "todo el mundo decía 'has de ir si puedes, sería una tontería rechazarlo', y fui allí [a Oxford] a sabiendas que no quería hacerlo".
Pero en realidad sus ambiciones laborales estaban fuera de laboratorios, universidades o cualquier otra instalación cerrada. Lo suyo era la orientación y la perseverancia, y con el tiempo una musculatura con la que aguantar horas y horas de caminata sobre suelo blando.
Sus dibujos suelen ser de patrones geométricos o fractales, a veces jugando con la ironía de pisar millones de copos de nieve para dibujar uno de proporciones magnas. A su campo de trabajo se lleva un boceto hecho con papel y bolígrafo, pero Beck procura no ir sin preparación para no perder tiempo y antes lo estudia con el ordenador de manera que crea el diseño que más se adapte al terreno: "es cuestión de elegir e diseño que se adapte mejor sin tener la presión del tiempo", matiza. Y en el caso de la nieve como lienzo, la clave también está en que el patrón no tenga elementos inconexos o separados para que no queden líneas no deseadas conectándolos.
A Beck le vino la inspiración hace 11 años, cuando después de esquiar por Les Arcs (en los Alpes) se le ocurrió dibujar una estrella en un lago que había frente a su apartamento. Al día siguiente la observó desde el remonte y decidió repetirlo, y el hecho es que no paró, y hoy en día son muchas las personas que han tenido la suerte de ver sus dibujos desde otros remontes (o él desde helicópteros.
Tarda entre doce horas y más de un día en crear uno de los dibujos, pudiendo andar más de 20 kilómetros en cada uno, y llegando a cubrir incluso casi cuatro hectáreas con ellos. Para orientarse y en la medida de lo posible no equivocarse (porque no hay vuelta atrás ni "control + Z"), usa una brújula y algún dispositivo con el que contar los pasos.
Beck ya cuenta con más de 500 creaciones, distribuidas por Chile, Canadá, Argentina, Estados Unidos, Noruega, Suecia, Andorra, España, China, Japón o Rusia. Y ni todos los terrenos son iguales ni todas las situaciones propicias. Explicaba el artista también en STIR que el sol debe estar bajo, no tanto como para que la sombra cubra el dibujo, la nieve en estado polvo y que sobre todo no ha de haber viento: "diez de doce dibujos que hice en Colorado en enero de 2020 se estropearon por el viento".
También en lienzos dorados
En realidad, el calificativo justo sería "artista de paisajes", dado que no es nieve lo único que trabaja. Beck adaptó su técnica a la arena y ha creado mosaicos enormes en playas, donde le toca calcular la subida y la bajada de la marea para que el dibujo dure lo máximo. Según detallaba, en uno de estos dibujos sobre arena le costaba dos horas hacer las mediciones y otras seis horas trazarlo, y que con los años iba dominando los cambios de color de la arena según su estado.
Tras repasar (bastantes veces) su obra en redes sociales [Instagram y Facebook) y tras el manto blanco que ha cubierto la España peninsular con Filomena, no paramos de pensar en dónde estaría Beck y si por casualidad nos habrá dejado algún regalo de los suyos. Pero de momento lleva unas semanas sin compartir trabajos, así que habrá que esperar al siguiente. Imagen | Simon Beck
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