He visto cómo Tesla fabrica un coche eléctrico cada 45 segundos en su Gigafactory de Berlín y he salido impresionado

He visto cómo Tesla fabrica un coche eléctrico cada 45 segundos en su Gigafactory de Berlín y he salido impresionado

La fábrica de Tesla en Berlín emplea a más de 12.000 personas y tiene planes para seguir expandiéndose

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Tesla

No es un sitio de fácil acceso. Desde su inauguración en marzo de 2022, apenas un puñado de medios hemos pasado por la Gigafactoría de Tesla en Berlín. Nuestros compañeros alemanes han tenido más suerte pero si hablamos de periodistas españoles, apenas un puñado hemos podido cruzar lo que llamaremos “la pequeña puerta”.

De hecho, su férreo control de acceso contrasta con lo que trata de proyectar su edificio. Se levanta a unos pocos kilómetros de Berlín, junto a una autopista pero rodeado de gran arboleda. “Todo esto hace cuatro años era un bosque”, nos recuerda uno de los responsables principales de la factoría.

Por fuera, se ha tratado de suavizar el impacto de la enorme mole granítica con una buena cantidad de árboles y una entrada muy diáfana, con una superficie acristalada enorme en su parte superior. Un graffiti con la palabra “Giga”, con la misma tipografía que lucen los anuncios del Tesla Cybertruck, domina la pared junto a la que se encuentra la puerta.

La combinación de todos los elementos nos hace olvidar lo que se esconde dentro. Parece que estamos ante las puertas de un centro comercial. Y como en todo buen centro comercial, también llegan los curiosos. Junto a la autopista y las instalaciones de Tesla, un carril bici conecta con la ciudad.

Img 9989 Recepción de la Gigafactoría

En la entrada, de forma pausada pero constante, no dejan de ingresar trabajadores. Pero también llegan curiosos que han acabado allí pedaleando. Mientras hacemos las primeras fotos, una pareja de ancianos llegan apacibles sobre sus bicicletas, se bajan y no dudan en echar un vistazo.

Una vez se cruzan las puertas acristaladas, no se siente el frío profesional de una recepción. No hay tornos que corten el paso, que pidan acreditaciones, tarjetas o códigos personales. Hay sofás donde nadie pregunta qué haces allí si te sientas. Un pequeño mostrador está regentado por dos trabajadores de Tesla que, con todo, permanecen atentos a lo que sucede. Todo es tranquilo y sosegado pero sabes que, en el fondo, estás siendo vigilado para no extralimitarte. Es todo tan diáfano que casi da la sensación de estar un poco desaprovechado.

A su derecha, una de las piezas fabricadas, un Tesla Model Y de color plata. A su izquierda, algo de merchandaising y una máquina expendedora que vende gorras, botellas de agua, tuppers para la comida, fundas para el teléfono móvil o un pequeño oso vestido con una camiseta “oficial”.

Img 9991 "Máquina" expendedora de café

Y, a la derecha, una máquina de café gratuita. Consejo ahora que no nos lee nadie de la marca: si por cualquier motivo acabas allí, el café es gratis y no está mal. El problema son los curiosos.

Para pedir tu capuchino, tu café con leche o lo que se tercie, el proceso es sencillo. Escaneamos un código QR con el teléfono móvil, seleccionamos lo que queremos y un robot se pone manos a la obra. Sí, has leído bien. Tesla tiene un pequeño robot dedicado a servir el café al tiempo que se deshace en saludos y monerías para la concurrencia. Incluso aprovecha una cámara para hacer gestos allí donde el cliente, que probablemente esté grabando incrédulo, se encuentre.

La pequeña puerta

Destila el ambiente un “aroma Elon”. Esa seriedad camuflada bajo una capa de continua broma y tono desenfadado. Esa necesidad de conquistar al público con detalles tan sorprendentes como innecesarios. La tonta idea de utilizar un robot para hacer cafés.

Tras las primeras fotos, una persona nos pide nuestros datos, imprime una pegatina con los mismos y nos la pegamos en la solapa. Acompañados, ha llegado el momento de traspasar “la pequeña puerta”.

Casi escondida al final de la recepción, nos perdemos tras el umbral de lo que parece una puerta de emergencia bien disimulada. Al otro lado, un parking larguísimo con la planta a la derecha. Las grúas y coches de Tesla vinilados para usarlos como servicios de emergencia se acumulan. Los trabajadores charlan tranquilamente mientras beben café en enormes vasos de formato americano. Una pequeña caravana vende algo de comida rápida.

Subimos por una puerta que da acceso al edificio y entramos a las oficinas. Allí, un número incontable de puestos con doble monitor y escritorios elevables, donde la mayor parte de los empleados están trabajan en remoto. Dejamos a la derecha un futbolín y un área de descanso.

Se utilizan 600 robots solo en la línea de fabricación del chasis. Sus movimientos generan una coreoagrafía que embelesa

Se respira un ambiente tranquilo, de calma, un silencio generalizado y tranquilo. No parece que allí trabajen alrededor de 12.500 personas. Nos conducen a una sala donde nos explicarán las novedades del Tesla Model Y, en su versión de tracción trasera y batería grande de 75 kWh. Tras la charla, llega el espectáculo.

Bajamos al piso inferior y comenzamos por el chasis. “Hay más de 600 robots trabajando en este área, algunos son más grandes, otros realizan tareas más pequeñas…”, nos dicen. Entre todos ayudan a crear un chasis cada 45 segundos. Como estrella, y antesala de la planta en sí misma, la enorme pieza que se produce en masa en su Giga Press y que es uno de los secretos de la alta rentabilidad de la compañía.

Bajo nuestros pies, un aislante cubre toda la planta para que nada se filtre al suelo. Además, nos aseguran que se recicla todo el agua posible, con el objetivo de que el impacto sea mínimo. Justo, el consumo de agua es una de las principales críticas que se le hace a la compañía y el motivo que retrasó la apertura de la fábrica.

Giramos y, ante nosotros, las líneas de montaje que fabrican los Tesla Model Y. El coche más vendido del mundo se produce en una superficie que equivale a 31 campos de fútbol. Parece enorme y, curiosamente, no lo es tanto. “Yo he trabajado en Martorell y esto, aunque no lo parezca, es mucho más pequeño, todo está mucho más junto y, claro, se pierde menos tiempo”, nos dice Carlos, uno de los trabajadores españoles de la planta.

Todo suma en Berlín. Si se quiere conseguir crear un Tesla Model Y en 10 horas (un Volkswagen ID.3 tarda unas 30 horas en producirse) todo tiene que funcionar al milímetro, con los espacios medidos al detalle.

El primer área por el que pasamos es el del chasis. Allí, una linea principal avanza entre otras dos anexas. Es fácil visualizarlo, en el espacio central, se da forma a la parte central del coche, a derecha e izquierda se crean las piezas que darán lugar a los huesos del esqueleto, las puertas. El ruido de los robots en funcionamiento, las soldaduras y los golpes son continuos y acaban por saturar la cabeza. No es de extrañar que, para aislarse del ruido, algún que otro trabajador haya optado por llevarse un enorme altavoz y amenizar el día con algo de rap.

Es sorprendente la coreografía de los robots, la facilidad con la que mueven piezas enormes de decenas de kilos y, sin embargo, la precisión con la que unas piezas se van incorporando con otras. Los esqueletos de los Tesla Model Y viajan a un ritmo constante.

Aunque no llegaríamos hasta más tarde, para dar forma al esqueleto del Tesla Model Y es esencial su Giga Press. Esta máquina ha revolucionado la forma de hacer coches en la industria. Con ella se pueden crear piezas enormes que, hasta ahora, necesitaban de decenas (a veces cientos) de pequeñas piezas soldadas. El resultado convence y los rivales están decantándose por ella para aligerar procesos y ahorrar costes.

Detalle de la pieza fabricada por la Giga Press

En el interior de la máquina, dos enormes piezas se unen para conformar el molde. En ese momento, el aluminio, a una temperatura de más de 600ºC se inyecta a una presión altísima para cubrir los recovecos en el menor tiempo posible antes de fundirse y dar forma a la pieza.

El problema nos lo señala Lidia, una de sus responsables y trabajadora mexicana que habla con nosotros. "Cualquier cambio, por pequeño que sea, requiere de días y hasta semanas. Hay que vigilar muy bien que todo está en orden y se mantiene en los márgenes correctos pues un error aquí será detectado por mis compañeros de calidad en todos los procesos que llegan más tarde".

Es, realmente, uno de los mayores contratiempos que se puede producir. Cuanto más grande es la pieza mayor ahorro se produce. Pero el proceso para conseguir el molde adecuado es lento, engorroso y, sobre todo, muy costoso. La marca confiaba en ir ampliando este método de trabajo y llevarlo a más y mayores superficies del chasis pero Reuters asegura que el plan se ha complicado y que la marca no está obteniendo los resultados esperados.

Img 4524 Planchas de aluminio ya prensadas

En un área claramente diferenciada, se funde aluminio, se trabaja en un proceso para crear una de las 15 piezas diferentes del coche que salen de aquí. Capó, puertas, parachoques… Una fina plancha del metal entra por uno de los lados y sale completamente transformado por el otro, tras haber sido prensada reitradamente hasta conseguir con precisión milimétrica la forma deseada. Unas piezas expuestas en el suelo muestran con pintura las medidas y cifras que se consiguen cada día, firmadas con su fecha.

Una vez allí, el esqueleto ya ha tomado forma. Ahora sí parece que estamos ante un coche. Se van incorporando las piezas de la carrocería, ya pintadas en un espacio al que no tuvimos acceso donde además es el únio sitio donde se fabrican los colores especiales del SUV eléctrico (gris y rojo). A nuestra derecha, el coche avanza y, a la izquierda, el tren de rodaje hace su aparición. Sobre unas plataformas automatizadas, ruedas, batería y suspensiones se van acercando a la parte inferior del chasis para que, en el momento correcto, unos operarios unan las dos piezas del puzzle.

Queda poco por ver. Con el interior a punto de ser montado, llegamos al famoso túnel de luz. Allí, los coches llegan ya terminados y, uno a uno, son apartados por los operarios. “Señora, ha tenido usted un Tesla Model Y”.

Img 4532 La enorme prensadora de aluminio

Un sentimiento de pertenencia

Acongoja un poco ver una fábrica a pleno rendimiento. Se siente uno un poco pequeño cuando comprueba que, durante una breve charla, han salido cinco, seis, siete Tesla Model Y por el túnel de luz.

Y que no dejan de salir, como el agua sale a borbotones cuando se rompe una tubería. Probable, además, que ese sentimiento de congoja, de sentirse pequeño, es también consecuencia del espíritu que desprenden los empleados de la marca.

En todas las charlas que mantuvimos con los empleados, éstos se mostraron entusiasmados con el mismo. Diría que no era un simple pose ante la prensa, que no se trataba únicamente de agradar al periodista. Todos con los que allí hablamos mostraban un entusiasmo puro y convencido. Esa sensación de que todos juntos estaban haciendo algo realmente importante como para tener un impacto real en el mundo en el que vivimos.

"Empresas grandes como estas tienen grandes problemas. No nos preocupa, estamos hablando con las autoridades", sobre la posible ampliación de la fábrica

"Nosotros no tenemos descuentos de empleados para comprar un coche", nos confirmaba uno de los empleados encargados de acompañarnos en la visita. Rápidamente, un compañero salió al paso: "pero es que nosotros creemos que los coches tienen un precio justo". "Así es", nos confirmaba el primero.

Afirmaciones que chocan con la estrategia continua de Tesla de jugar con los precios y apretar a los rivales hasta levantar ampollas. Tampoco nadie se mostró descontento con las ampliaciones en el terreno que quiere hacer la compañía. Ni con el consumo de agua, ni con el rechazo de los vecinos ni tampoco, por supuesto, con el boicot de grupos ambientalistas que llegaron a parar la fábrica unas semanas atrás.

Por toda respuesta recibimos un cortante "estamos trabajando con las autoridades". "Ya sabes, empresas grandes, gigafactorías como esta, enorme, atrae problemas igual de grandes. No nos preocupa", nos sentenciaron a la pregunta sobre el rechazo que está levantando la fábrica en las localidades cercanas.

Al contrario, lo que de verdad flotaba en el ambiente era un sentimiento de pertenencia. La impresión de que los trabajadores forman parte íntegra de la compañía, que sienten estar, completamente convencidos, en el camino correcto.  Una suerte de movimiento que ha calado entre parte de sus clientes como para que sean éstos mismos los que ayuden a la propia empresa en la entrega de vehículos.

Estén o no en lo cierto, nos marchamos con la sensación de que allí dejamos trabajadores convencidos de que tienen por delante un verdadero reto. "Yo siento más cercanía, se nota que es una compañía estadounidense. Seat se sentía mucho más alemana, todo era más burocrático y lento", nos confirma Carlos, quien miraba con orgullo los coches que, uno a uno, aumentaban el conteo final en el túnel de luz.

Imágenes | Xataka

En Xataka | Llevamos años esperando el coche barato de Tesla: el fabricante acaba de cancelar el proyecto, según Reuters

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