Los móviles no innovan desde hace años. O, al menos, no demasiado. Hubo un tiempo en el que saltar de una generación a otra era una caja de sorpresas. Nuevos diseños, funciones completamente nuevas, e innovaciones algo alocadas para sorprender al público iteración tras iteración.
Desde hace unos años, el meme de Smithers y la muñeca con el sombrero nuevo se hace más realidad que nunca. El nuevo teléfono será el mismo del año pasado, con un poquito más de potencia, una cámara discretamente mejor y funciones de IA que quizá no usemos nunca. Todo esto tiene una razón de ser.
Los tiempos de innovar (casi) acabaron. Hubo un tiempo en el que los fabricantes no tenían miedo a romper los moldes para crear dispositivos diferentes. Samsung lo hizo con la pantalla curva del Galaxy Round, LG tenía un G Flex 2 autorreparable, y Xiaomi se atrevió con las cámaras emergentes desde el cuerpo con el 9T Pro.

Hace unos años, saltar de una generación a las siguientes suponía un salto de peso. Pasar de un Galaxy S2 a un S4 era un brutal cambio. Lo mismo sucedía entre LG G3 y el G5. Es cierto que las marcas iban dando algunos palos de ciego cambiando por completo el teléfono de una generación a otra: no había demasiada consistencia, pero sí cambios de calado.
Apple, que siempre ha ido a su ritmo, era de las pocas que seguía manteniendo diseños y avanzando especificaciones de forma discreta, si cambios disruptivos entre generaciones. En Android, cada año era una aventura.
Ser rompedor no funciona. A los más innovadores no les ha ido demasiado bien. LG acabó cerrando su división de móviles, Nokia dejó los inventos y pasó a vender móviles tradicionales y sencillos bajo el paraguas de HMD, y los principales fabricantes como Samsung, Xiaomi y Huawei empezaron a hacer iteraciones cada vez más similares entre sí.

Por más que se oigan voces críticas contra el continuismo, el continuismo funciona. O eso dicen los datos. Si miramos a la lista de dispositivos más vendidos en el mundo encontramos que, año tras año, los iPhone y los Galaxy (tanto de gama media como los de gama alta) son los que repiten podio año tras año.
Aquellos teléfonos que, precisamente menos "innovan", son los que más venden.

Un camino hacia el refinamiento. La imagen que ves arriba es un buen ejemplo: incluso cuesta distinguir el modelo del año pasado respecto al modelo nuevo. Los fabricantes han cambiado la filosofía: si algo funciona, no lo toques. Desde hace aproximadamente unos cuatro años, las mejoras entre generaciones son ligeras.
Cambios en la cámara, pequeños refinamientos en el diseño, procesador actualizado, y algunas tecnologías como WiFi, Bluetooth o USB que van cambiando de protocolo. Las grandes innovaciones de estos años han ido pasando por botones de cámara, teleobjetivos más largos y la llegada de la IA (la cual, por más que se quiera vender como un reclamo, tiene un papel muy secundario en el uso diario).
Y no es algo negativo. Los smartphones se encuentran en un punto de máxima madurez. Tanto, que cuesta pensar en cómo mejorarlos.
- Pantallas: tenemos tanta resolución como prácticamente la de un televisor. Brillos pico altísimos, y calibraciones dignas de monitores de estudio. Los grandes saltos pasarán por implementación de pantallas mate y mejores controladores para que estos paneles sean cada vez más eficientes.
- Baterías: 2025 ha sido el año clave para la implementación del carbono-silicio, llegando con él más capacidad en menor tamaño. Las baterías de 6.000 y 7.000mAh son una realidad, garantizando los dos días de uso completo en muchos casos. Hay aún camino por recorrer, pero el gran salto ya se ha dado.
- Microprocesadores: a día de hoy los móviles son tan potentes que, en muchos casos, esto es un problema. No hemos alcanzado el pico de potencia, pero estamos en un punto en el que un teléfono es capaz de mover juegos triple A como si de una consola se tratase.
- Cámaras: es uno de los puntos donde más margen de mejora hay, pero este no pasa por el hardware, sino por el software.
- Formatos: los fabricantes quieren romper con los formatos tradicionales, y por ello apuestan por factores de forma como los plegables. Estos crecen lentamente, pero suponen apenas un 1% del total de las ventas. De nuevo, lo innovador no arrasa.
Estamos lejos del peak real. Llevamos años pensando que nos acercamos al peak smartphone, a ese punto de no retorno en el que será prácticamente imposible mejorar lo que ya tenemos. No nos falta razón en el planteamiento: los avances son cada vez menores y, para apreciarlos, es necesario ser cada vez más minucioso.
Pese a ello los avances están presentes y, aunque sean cambios menores, están ahí. Tu móvil de 2025 tiene un procesador que le permite mover las aplicaciones con mejor desempeño. La calidad de sus micrófonos es cada vez mejor, su sistema de carga rápida está lejísimos de esas 2/3 horas necesarias para cargar tu antiguo teléfono y, en definitiva, si echamos la vista 3 o 4 años atrás, los avances siguen presentes, por pequeños que parezcan.
Imagen | Xataka
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