El quebradero de cabeza de la vitamina D: nos falta a muchos y los suplementos no son suficientes

El quebradero de cabeza de la vitamina D: nos falta a muchos y los suplementos no son suficientes
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El sol es nuestra principal herramienta a la hora de mantener unos niveles adecuados de vitamina D en el cuerpo. España es uno de los países de Europa con más horas de sol al año. Problema resuelto, ¿no? Nada más lejos de la realidad. Más de un tercio de los españoles presentan déficit de esta vitamina y los datos son peores en las personas más mayores. ¿qué es lo que ocurre?

La vitamina D. Por vitamina D nos solemos referir a una serie de moléculas que nuestro cuerpo requiere para regular el calcio (y otros elementos) en nuestro organismo. Al hablar de vitamina D solemos hablar de dos nutrientes, las vitaminas D2 y D3, formas inactivas que nuestro cuerpo absorbe o genera. Estas moléculas son prohormonas precisamente porque nuestro organismo las transforma en una hormona, el calcitriol.

El calcitriol es la “forma activa” de la vitamina D, una hormona que nuestro cuerpo sintetiza a partir de las formas inactivas de la vitamina D. Por ser una hormona que regula el calcio en nuestro cuerpo, esta molécula tiene mucha relación con el desarrollo y la salud de nuestros huesos. Sin embargo, la vitamina D se ha vinculado con otros muchos aspectos de la salud, como el sistema inmunitario o nuestro mismo cerebro.

Cómo aumentar nuestros niveles de vitamina D. Para lograr unos niveles sanos de vitamina D los humanos dependemos de dos factores. El primero y más importante es la luz del Sol. Nuestro organismo (como el de otros animales) crea vitamina D3 a partir de la radiación ultravioleta. Por eso es importante una exposición a la luz solar.

Pero esto no es siempre posible. En otoño e invierno nuestra capacidad para recibir esta radiación en dosis sanas se ve limitada. Aquí dependemos de la otra fuente de vitamina D: la alimentación. Este nutriente está presente en alimentos como los pescados grasos, la carne roja y el hígado. Esta forma de adquirir vitamina D es secundaria a generarla nosotros mismos.

El problema de los suplementos. Los suplementos vitamínicos son una fuente de controversia por lo limitada que es la evidencia científica sobre su efectividad (cuando no es más bien al contrario). El de los suplementos de vitamina D es uno de estos casos.

Son cada vez más numerosos los estudios que indican que indican que el efecto de estos suplementos sobre la salud es inexistente. Tal como explica la experta Esther Samper, no es que los suplementos no afecten a la cantidad de vitamina D en nuestro cuerpo sino que los efectos que esto tiene en nuestro estado de salud no se manifiestan.

Pero el exceso de vitamina D puede ser también peligroso. El efecto más directo es que el calcio se acumule en nuestro cuerpo, la hipercalcemia. Este exceso puede a su vez tener un efecto negativo sobre nuestros huesos, así como sobre nuestros riñones y corazón. El consumo de suplementos en personas con niveles saludables de vitamina D ha sido incluso relacionado con un aumento en el riesgo de desarrollar un cáncer.

¿Qué está pasando con esta vitamina? No se sabe a ciencia cierta. Samper señala en su artículo dos hipótesis que explican por qué puede que el consumo de estos suplementos no afecte a nuestra salud. El primero tiene que ver con una vieja polémica, y es que los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de determinar los niveles idóneos de esta vitamina en sangre.

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) estima que los niveles idóneos de concentración de vitamina D en sangre se sitúan entre los 30 y los 50 microgramos por mililitro (ng/ml), pero reconocen la controversia entorno a estos datos. Hasta un 88% de los españoles podrían presentar menos de 30 ng/ml.

Si rebajamos el nivel de corte a los 20 ng/ml, cifra utilizada por el Instituto de Medicina de Estados Unidos (IOM), el número de españoles con niveles bajos de vitamina D se reduce al 37%. La cifra idónea podría incluso ser más baja. Para más inri, tampoco existe consenso en torno a cual es la cantidad máxima de estas moléculas que tolera nuestro cuerpo.

Nos falta información. La otra hipótesis que señala Samper es que simplemente estemos ignorando algún factor relevante. Por ejemplo, el problema podría encontrarse en nuestra capacidad de “activar” la vitamina D y sintetizar el calcitriol. Esto explicaría por qué, aun con niveles altos de vitamina D en sangre algunas personas no verían una mejora en su salud.

El debate sigue abierto, aunque por ahora tendremos que recurrir a una alimentación equilibrada y a disfrutar del sol con moderación (cuando el tiempo nos lo vuelva a permitir). Habrá que esperar a que los remedios milagrosos pasen a ser tratamientos con el respaldo de los datos.

Imagen | eliasfalla

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