La bacteria resistente a todos los antibióticos hallada en EEUU es una mala noticia, pero no es el fin del mundo

La bacteria resistente a todos los antibióticos hallada en EEUU es una mala noticia, pero no es el fin del mundo
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Estados Unidos anunció ayer que, por primera vez, una mujer de Pensilvania ha sido infectada por una bacteria resistente a los antibióticos de 'último recurso'. Afortunadamente, la paciente se encuentra estable, pero el anuncio ha creado una gran alarma en todo el mundo.

"Este es el final del camino para los antibióticos a no ser que actuemos rápidamente", explicaba de urgencia Tom Frieden, director del CDC, el centro de control de enfermedades de EEUU. Y efectivamente está claro que es muy preocupante, pero ni es la primera bacteria resistente de este tipo que se encuentra, ni mucho menos es el fin del mundo.

Una resistencia conocida

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Precisamente, los investigadores han descubierto esta resistencia al identificar el gen mcr-1 en el plásmido de la bacteria causante de la infección. Un gen que ya sabíamos que causaba resistencia a la colistina, el fármaco "de último recurso" en cuestión.

Lo sabemos, al menos, desde principios de 2015, cuando aparecieron las primeras informaciones que avisaban de la aparición del gen en la E. Coli. Los primeros avisos surgieron en China (lo cual no era del todo raro, el gigante asiático utiliza 12.000 toneladas de colistina cada año en la industria agro-ganadera), pero rápidamente se encontraron casos en Dinamarca, Holanda y Francia que hicieron a la UE cambiar el protocolo para el uso animal del antibiótico. La novedad hoy es que la mutación acaba de llegar a Estados Unidos.

La colistina, una clase de las polimixinas, fue descubierta en 1949 y se comenzó a usar terapeúticamente en Japón y Europa a finales de los 50. En los años ochenta, casi se dejó de usar en todo el mundo porque resultó ser muy tóxica para el riñón y el sistema nervioso. No obstante, a principios de siglo, la aparición de bacterias resistentes a todos los antibióticos disponibles hizo que volviera a usarse de nuevo. Eso sí, como 'último recurso' porque los daños que podía ocasionar hacían peligroso un uso más intensivo.

No es literalmente el último recurso

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Es cierto que la situación cada vez es más grave. Aunque es verdad que la colistina no es el único antibiótico de 'último recurso'. Otros como los carbapenemas también han visto reducida su efectividad por las resistencias durante los últimos años.

No obstante, de nada sirve caer en el alarmismo, hay que contextualizar. Por un lado, tenemos otros antibióticos tóxicos (como la tigeciclina) que también están disponibles. En general, las resistencias a los antibióticos están directamente vinculadas a su uso. Por eso, conforme avancen las resistencias, podremos ir recurriendo a medicaciones que hasta ahora no usábamos.

Por otro, aunque es tremendamente difícil, seguimos investigando y descubriendo nuevos antibióticos. Por ejemplo, el año pasado se descubrió la teixobactina que, aunque no servirá para combatir la E. coli, nos da esperanzas de que podamos seguir descubriendo nuevos medicamentos.

Además, los científicos no dejan de trabajar en el desarrollo de nuevas técnicas de ingeniería genética que permitan otro abordaje distinto frente a los virus y bacterias.

El anuncio del CDC es un fracaso colectivo en nuestra capacidad para controlar el abuso de antibióticos, pero debido a la falta de políticas integrales no es sorprendente. Como decíamos hace unos meses, la duda no es si existirá un mundo sin antibióticos, sino cuando será. Lo que sí está claro, pese al alarmismo, es que el fin del mundo no será hoy.

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