Hay quien piensa que hemos inventado las "dietas milagro inyectables": el efecto rebote de Ozempic demuestra lo contrario

La mitad de los que empiezan acaban dejándolo y la mayoría de estos recuperan la mayor parte del peso

Semaglutida
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Los datos hablan por sí mismos: el uso de Ozempic (y del resto de agonistas del GLP-1 más conocidos) permite reducir el peso en un 15%, de media; al año, en torno a la mitad de los pacientes han abandonado el tratamiento; la mayoría vuelve a recuperar al menos dos tercios del peso perdido. Como decíamos hace unos días, el principal problema de Ozempic eran las expectativas que había levantado.

No hay dietas milagro. Ni siquiera inyectables. Porque en eso se ha convertido Ozempic para muchos, en una dieta milagro. Algo que te ayuda a perder kilos sin tener que cambiar nada de nuestro día a día. Y, claro, el problema es el mismo que con el resto de dietas milagro: que es muy fácil perder peso, pero más fácil es recuperarlo.

A la hora de bajar de peso debemos tener en cuenta varios factores: no todo es gastar más calorías de las que estamos consumiendo. Casi al contrario: entran en juego muchísimas más cosas como factores hormonales, socioculturales o  psicológicos.

Una pieza de un puzzle enorme. No hay duda de que la llegada de Ozempic ha ayudado mucho a que amplias capas de la sociedad entiendan que "el metabolismo y el apetito son hechos biológicos, no elecciones morales". Sin embargo, hemos pasado de una visión moralista a una visión excesivamente biologicista del problema.

Es comprensible: a menudo, tenemos la sensación de que la biología es fija y las características sociales son fácilmente mutables, pero no es verdad. Como defendía hace ya casi una década Scott Alexander, no hay que ser especialmente creativo para encontrar decenas de casos en los que problemas sociales terriblemente difíciles de solucionar mejoran con una intervención médica.

Suplementando. Un ejemplo muy evidente es que suplementar las vitaminas en los colectivos más pobres de EEUU dispara el rendimiento escolar de los niños de esas comunidades. Y lo habitual, cuando explicas el potencial de estas intervenciones, es que los interlocutores pasen a pensar justo lo contrario: que no hay qe intervenir sobre los problemas desde una perspeciva sociocultural o comunitaria; y, claro, se equivocan.

¿Estamos destinados a recuperar el peso? Nada de eso. Como decía, la obesidad es una enfermedad que está atravesada por numerosas cuestiones conductuales, sociales y culturales; pero eso no quiere decir que la solución sea imposible, solo que tiene que ser más amplia.

Cambiando hábitos. Ya hace más de cuatro años, la Universidad de Copenhague dejó claro que solo las personas que conseguían introducir prácticas saludables en su día adía mientras consumían ozempic conseguían no engordar al dejar de consumirlo. Novedades como cambios consolidados en la dieta o la práctica habitual de ejercicio ayudaban a que el efecto rebote desapareciera.

Sin embargo, para ello hace falta más que usar estos medicamentos. Se necesita una intervención más amplia y decidida. Algo que bajos los cantos de sirena de la dieta milagro inyectable muchos corren  el riesgo de olvidar

Imagen | Chemist4U

En Xataka | La revolución de Ozempic: la ciencia detrás del medicamento para perder peso de los 30.000 millones de dólares

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