Si el champán es una especie de "termómetro" que revela el estado de ánimo de sus consumidores, como asegura Maxime Toubart, directivo del Comité Champagne, no vivimos tiempos especialmente felices. Eso al menos es lo que sugiere el balance de ventas que los productores franceses acaban de publicar y en el que se pinta un 2024 en rojo, con “pinchazos” tanto en el mercado nacional como en las exportaciones.
No corren buenos tiempos para el champán… ni el alcohol.
Un año con menos brindis. Para los productores franceses de champán 2024 no ha sido un año especialmente bueno. Al menos si nos fijamos en el volumen de cajas que han vendido, tanto en su propio país como a nivel internacional. Lo han reconocido con claridad en su último balance Les Vignerons de Champagne y Comité Champagne, que agrupa a los productores de la región vinícola gala. En él revelan que el año pasado se distribuyeron un 9,2% menos de botellas que en 2023.

¿Hay más datos? Sí. Y no son halagüeños para el sector. En concreto revelan que el año pasado distribuyó 118,2 millones de botellas en el mercado francés, lo que supone un retroceso del 7,2% con respecto al ejercicio anterior. La tendencia fue incluso peor en el capítulo de las exportaciones, con 153,2 millones de unidades, un 10,8% menos que en 2023.
Interesantes sí, sorprendentes no. Los datos son interesantes, pero probablemente habrán sorprendido a pocos en el sector. Los bodegueros franceses llevan ya unos cuantos meses encadenando datos que apuntaban a que la "fotografía" general de 2024 no sería precisamente para enmarcar.
En julio el gigante francés del lujo LVMH ya avisó de una caída del 15% en las ventas de champán durante el primer semestre del año y en otoño IWSR US Navigator constataba un descenso interanual del 7% en las ventas de vino espumoso de enero a agosto en EEUU, con una tendencia no especialmente buena en el caso concreto del champán. El dato es significativo porque, como recuerdan desde Comité Champagne, el estadounidense es uno de sus principales mercados.
¿Y cuál es el motivo? Para los productores esas cifras negativas se explican básicamente por una mezcla entre el contexto económico, político y una simple cuestión de sensaciones.
"El champán es una auténtico barómetro del estado de ánimo de los consumidores. Y no es momento de celebrar, con la inflación, los conflictos en todo el mundo y la incertidumbre económica", reflexiona Maxime Toubart, presidente de Syndicat Général des Vignerons y copresidente de Comité Champagne antes de citar la expectación en torno al futuro de la política francesa y estadounidense.
Pendientes de la prensa. Su comunicado se lanzó el pasado sábado, en vísperas del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca entre promesas (y amenazas) de aranceles. En Francia el escenario también es complejo tras haber encadenado tres primeros ministros en solo unos meses: Gabriel Attal, el defenestrado Michel Barnier y François Bayrou. "El mercado nacional sufre las consecuencias del sombría contexto político y económico imperante", lamentan desde la asociación de productores, que presenta a 16.000 viticultores y 320 firmas de Champagne.
Echando la vista atrás. A nivel general, 2024 no es el primer año que el sector despide con datos en negativo. The Guardian recuerda que tras el auge de demanda de champán que se registró en 2022, tras la pandemia, la tendencia ha ido a la baja. Si en 2022 se distribuyeron 326 millones de botellas, en 2023 fueron 299, lo que dejó una caída de más del 8%.
"En los momentos menos favorables debemos prepararnos para el futuro", anima David Chatillón, presidente de Champagne Houses antes de reivindicar que la producción de Champagne ha demostrado un modelo "sólido y sostenible". "Incluso frente a la adversidad, lo que le da confianza en el futuro".
Más allá del "estado de ánimo". Aunque Toubart reivindica que el champán es "un barómetro" del estado de ánimo, hay motivos para pensar que en el sector están influyendo otros factores relevantes. Como advertía en agosto Vineteur, 2024 no se lo puso fácil a las cosechas de la región de Champagne debido a una suma de adversidades climáticas, como heladas y tormentas de granizo; una caída sensible en la comercialización y enfermedades que afectaron a las vides.
La otra clave: el alcohol. El sector francés lidia además con otro desafío igual de relevante: la competencia que ejercen alternativas más asequibles que el champán, como el prosecco, el espumoso inglés o crémant, que han conseguido volverse más competitivas a lo largo de los últimos años.
Eso sin contar con los datos que sugieren que la Generación Z bebe menos alcohol que sus predecesores y los efectos de campañas como 'Dry January', que ha llegado también a Francia. De hecho las empresas dedicadas a la producción de champán no son las únicas que afrontan un panorama desafiante. En Burdeos han hablado abiertamente de arrancar miles de viñas y cada vez se mira con mayor interés algo que hasta hace no tanto sonaba a tabú: la producción de vinos sin alcohol.
Imágenes | Midwst.Blur (Flickr) y Tristan Gassert (Unsplash)
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