Frente a la perfección de Instagram, TikTok se está convirtiendo en el refugio de lo feo y cutre

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A pesar de que TikTok comenzó heredando la senda de creación de contenido que marcaba Musically, poco a poco, se ha ido posicionando cada vez más como una plataforma de sketches y humor. La opción de subir vídeos de hasta un minuto convierten a la plataforma en una de las más versátiles a la hora de mostrar la realidad de los creadores desde distintos puntos de vista.

Apología de lo feo. Esta es una de las corrientes que están emergiendo en TikTok conforme humor y vlogs se establecen como formatos cotidianos. Así y casi sin darse cuenta, David Postlewate consiguió viralizar uno de sus vídeos donde precisamente ironizaba con una situación que cualquier serie adolescente utilizaría como trama para un dramón: "Me gusta un chico, pero soy feo". La comunidad empatizó tanto con su mensaje que logró pasar de las cinco mil reproducciones en las que se movían sus vídeos a las 145.000.

Reconocer la fealdad es un reclamo que ya supera las 421 millones de visualizaciones en el hasthag #ugly y que ha protagonizado diferentes parodias del challenge "Absolutely Anything", que juega evidenciar cuánto cambia nuestro aspecto cuando pasamos por chapa y pintura.

¿Por qué? Entre otras cosas porque la belleza no es lo que más se valora en TikTok, como sí sucede en Instagram. Las nuevas corrientes de creación de contenido se asemejan cada vez más a lo que en su día fue Vine, dejando de lado cualquier sentido del ridículo. Del mismo modo que el posado falso y las tostadas de aguacate definen Instagram, en TikTok sus creadores están contribuyendo a conceptualizar la plataforma como un espacio donde se premia la naturalidad frente al postureo.

Un ejemplo de ello es Brittany Tomlinson, una americana de 23 años que no solo se ha convertido en una influencer con dos millones de seguidores, sino también en uno de los memes del 2019 gracias al vídeo en el que probaba por primera vez la kombucha. Su reacción de su cara se transformó en un meme instantáneo.

Mediocridad. La cultura de lo feo ha abierto la veda a la exploración de géneros que profundizan en la imperfección. Por ejemplo, la tiktoker MilkyMicah subió un vídeo que bien podría definirse como el anti-house tour, donde en lugar de mostrar un casoplón de influencer compartió su triste realidad. A la temática basada en la imperfección se une un estilo de grabación donde no existen los filtros o aplicaciones destinadas a mejorar la estética del contenido.

Mientras en Instagram hay creadores que retocan hasta los stories, en TikTok prima el contenido en bruto.

Unfluencer. En IG, "lo opuesto a los influencers". Con el mismo objetivo que en TikTok, pero con una tasa de éxito menor, creadoras como Joana Ceddia construyen su feed con fotos sin posar y donde en lugar de mostrar una vida perfecta apuestan por la mediocridad. Sin embargo, por mucho que existan estas alternativas, en Instagram los usuarios prefieren seguir la vida perfecta de María Pombo o Chiara Ferragni.

Salud mental. Un estudio llevado a cabo este 2019 en Reino Unido asegura que Instagram es la red social más perjudicial para la salud mental de los jóvenes. Los resultados de una encuesta realizada a 1.479 personas de entre 14 y 24 años evidenciaron que Instagram era la red peor puntuada en lo que a problemas de autoestima y autoimagen se refería. De hecho, uno de los participantes, aportó aún más luz dejando un comentario por escrito que aludía a la obsesión por la perfección:

Instagram hace que las niñas y las mujeres sientan que sus cuerpos no son lo suficientemente buenos ya que las personas añaden filtros de belleza o retocan las fotos para verse mejor.

Imagen: Brittany Broski/TikTok

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