El ser humano lleva años deforestando los bosques. Y ahora los drones tienen que volver a plantarlos

El ser humano lleva años deforestando los bosques. Y ahora los drones tienen que volver a plantarlos
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En su camino hacia el progreso, la civilización humana ha acabado con millones de hectáreas forestales. Antaño bosques que perecieron a manos de las mujeres y de los hombres para fabricar barcos, generar fuegos, construir casas y crear toda clase de utensilios que, de otro modo, jamás podrían haberse construido.

Aún a día de hoy la deforestación es un problema importante en la mayor parte de bosques tropicales. Las rica explotación del caucho en el Amazonas o la útil quema de bosques primitivos en Indonesia (aceite de palma, entre otros) están destrozando ecosistemas enteros. De modo que necesitamos soluciones. Necesitamos replantar rápido, barato y eficiente.

Y qué mejor que matar tres pájaros de un tiro que utilizando drones.

La idea pertenece a BioCarbon Engineering, una start-up que ha desarrollado un competente equipo de drones capaces de plantar de forma semi-autónoma diez veces más árboles que un ser humano en el mismo periodo de tiempo. Un avance sustancial si además consideramos que la plantación es casi igual de eficiente y que sale a mitad de precio.

La empresa, como se cuenta en este extenso reportaje de FACT Company, ha hecho sus primeros pinitos en minas abandonadas de Australia y en explanadas de Reino Unido. Pero su impacto más significativo tendrá lugar a partir de septiembre en Myanmar, en la desembocadura del río Irawadi. Allí, los nativos llevan años talando los importantes manglares en aras de explotar los terrenos económicamente.

Y eso es un problema.

Los manglares son árboles que viven entre las desembocaduras de los ríos y el inicio de los mares, en sus estuarios y deltas, gracias a su altísima tolerancia a aguas más o menos saladas. Su papel en los ecosistemas del sudeste asiático es central: el entramado de raíces subacuáticas permiten a muchas especies marinas desarrollarse en plenitud, y además ejercen de barrera natural para las inundaciones provocadas por los tifones.

Sin embargo, han ido perdiendo terreno. El motivo principal es la acuicultura y la agricultura intensiva (arroz, fundamentalmente), en un proceso mimético al de otros países del entorno (gracias al impulso de China, Asia obtiene más pescado y marisco vía granjas acuáticas que pesca en alta mar). Durante los '90, el 75% de los manglares de Myanmar desaparecieron.

Myanmar ha plantado 2.7 millones de manglares durante los últimos años para contrarrestar los efectos de la descarnada deforestación. Pero no es suficiente.

Tenemos que reforestar rápido y bien

Aquí es donde entran en juego nuestros amigos los drones. BioCarbon Engineering aspira a multiplicar por diez el ritmo y la efectividad de la plantación de forma sorprendentemente simple. Primero, emplean un equipo de drones específicos que sobrevuelan el terreno a reforestar elegido. Los robotitos de turno se encargan de cartografiar el suelo, obtener información sobre su composición y seleccionar los mejores rincones.

Más tarde, otro equipo de drones distinto lo sobrevuela y lanza las semillas. Al contrario que las técnicas tradicionales de plantado desde el aire (aviones o helicópteros lanzando millones de semillas aleatoriamente), los drones son cirujanos precisos: lanzan pequeñas cápsulas biodegradables en los sitios indicados por el anterior equipo. Los recipientes portan las semillas de las que surgirán los árboles.

Manglares Manglares: no conviene perderlos. (Anton Bielousov/Wikipedia)

Las ventajas, como explican sus ideólogos, son muy claras: mientras las reforestaciones aéreas tradicionales son muy imprecisas (las semillas pueden caer sobre rocas o terrenos poco fértiles donde terminen muriendo), los drones plantan en lugares ya estudiados y con precisión y profundidad milimétrica, asegurando su posterior desarrollo. Además, lo hacen más rápido y más barato que personas a pie de bosque.

Los experimentos de BioCarbon se han hecho hasta ahora sobre la superficie terrestre, lo que facilita las cosas. Para los manglares, tendrán que lanzar las semillas directamente en el agua. Sin embargo, la presencia humana no se erradica. La empresa explica que necesita de trabajadores locales para encontrar semillas, meterlas en las cápsulas y montarlas en los drones.

La novedosa técnica, en teoría, permite lanzar 100.000 semillas al día. Dado que el sudeste asiático necesita reforestar una porción de terreno similar al tamaño de la India en un puñado de décadas, es un avance importante.

Ahora bien, no sólo la plantación cuenta: BioCarbon está trabajando con Worldview International Foundation sobre el terreno par asegurar que los manglares se conservan, y que no corren la misma suerte que sus antepasados en las décadas previas. La idea es enseñar a los nativos a conservarlos y a plantar otras especies que puedan servirles para hacer dinero, neutralizando el la presión económica que lleva a la deforestación masiva.

Décadas, casi siglos después de que el ser humano comenzara a cargarse a los árboles tropicales (en Europa la historia es distinta, por cierto: los bosques están volviendo ellos solos), los drones tienen que arreglar el desaguisado. Gracias, robots.

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