El pulmón, el corazón y otras maneras de ver la Tierra desde el Espacio en seis vídeos

El pulmón, el corazón y otras maneras de ver la Tierra desde el Espacio en seis vídeos
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En ocasiones nos referimos a los grandes espacios verdes como los pulmones de una ciudad o región, como puede ser Central Park para Nueva York o la grandiosa y castigada selva amazónica, considerada el pulmón del planeta. Pero en realidad, este efecto de respiración de la Tierra se ve mucho en el mapa que la NASA publicó sobre la concentración de dióxido de carbono a lo largo de un año.

Esta variación se debe en parte a nuestra presencia, la de los seres vivos, dado que el intercambio gaseoso es una parte vital en nuestro funcionamiento. A este respecto sabemos que existen al menos dos procesos que pese a no ser antagónicos, su efecto es contrario en la atmosfera. Por un lado tenemos la respiración, es decir, intercambiar oxigeno por dióxido de carbono, y por otro lado tenemos el ciclo del oxígeno, por el cual las plantas realizan el intercambio contrario durante la fotosíntesis.

Un proceso que se realiza en las células de las hojas, y que por tanto dejará de producirse en los vegetales caducifolios (es decir, a los que se les cae el follaje en otoño para recuperarlo en primavera. Algo que puede percibirse en el vídeo que comentamos, si atendemos a los meses en los que hay hoja (menos dióxido de carbono, color rojo), temporada en la que el protagonismo lo toma un aterrador gris en representación del monóxido de carbono, proveniente de las zonas más desarrolladas (industrializadas).

Así, los en parte responsables de esto (los organismos) también dejamos otras huellas que dan para animación (sobre todo nosotros, los de pulgar prénsil). Además del funcionamiento del pulmón terráqueo, ¿qué otras variaciones podemos observar a nivel global? Te mostramos unos cuantos vídeos de cambios globales a vista de satélite, algunos bastante reveladores.

La Tierra, sus gases y su temperamento

Algo que influye en el transporte de los gases son las condiciones climatológicas. En el vídeo anterior podíamos ver como debido a éstas los gases no permanecían en la zona de producción, sino que se trasladaban alrededor del planeta según el caso (lo veíamos bastante bien en el caso de la emisión de monóxido de carbono). Esto también se ve de manera muy clara si se unen las imágenes de todo un año (2015) como en el siguiente vídeo:

Como en el caso anterior, al tratarse de un año el vídeo empieza en enero, de modo que tenemos una escena bien diferenciada por hemisferios debido al verano en el sur y al invierno en el norte, donde las regiones de latitud norte están teñidas de blanco. Hacia marzo vemos la formación de ciclones por la zona de Oceanía. Es bastante impresionante ver cómo pasan de tormenta a ciclón, viendo en algunos casos hasta tres huracanes simultáneamente (agosto). En los meses de verano, como cabe pensar, vemos que el norte apenas tiene ya capa de hielo que volverá a formarse en septiembre.

Los destructores latidos del corazón terrestre

Algo que tampoco solemos percibir con la visión a priori son los temblores y seísmos. Según qué latitudes éstos suelen ser inapreciables, si bien en ocasiones hay excepciones como en el caso de España, donde se han registrado puntualmente terremotos de gran intensidad como el de Lorca en 2011. En otras zonas, por el contrario, los seísmos suelen ser más intensos debido a la proximidad a fallas geológicas, como la costa oeste de todo el continente americano o la zona de Asia o el este del Pacífico.

Así, al igual que ocurre con la variación en la concentración de los gases, los movimientos de las placas tectónicas también son continuos y por ello hay una actividad sísmica constante. Esta manera tan intensa que tiene la Tierra de carraspear y recordarnos que se mueve tanto por dentro como por fuera es registrada por sismógrafos, y en este mapa animado vemos cómo y dónde se sucedieron los temblores alrededor del globo en el año 2011, con una representación de la magnitud en círculos y en audio (cuanto más suena, más fuerte fue).

Los ciclos de sueño del planeta Tierra

Según de qué latitud se trate, la duración del fotoperiodo (es decir, las horas de luz solar, la duración el día y la noche) varía más o menos en el año. En nuestro caso solemos notar una variación de unas tres o cuatro horas, siendo el día más largo el solsticio de verano y el más corto el de invierno en el caso del hemisferio norte (al contrario para el hemisferio sur).

Esto se debe a la posición respectiva del Sol y de la Tierra y a la inclinación de ésta tomando como referencia los polos. Algo que sabemos y percibimos por nuestro día a día, viendo cómo amanece o atardece más o menos tarde, pero que desde el espacio también puede observarse de manera más gráfica y curiosa. En esta ocasión tenemos dos vídeos con distintas perspectivas: una animación con un punto de vista cenital y otra (que puede que entendamos mejor) con un mapa plano (como las anteriores).

Bonus: el parásito mayor del planeta Tierra

Al principio hacíamos referencia al efecto de la presencia de los seres vivos a nivel global, como veíamos de manera muy clara en el vídeo de la concentración de dióxido de carbono y la influencia de la presencia y ausencia. No obstante, hay otro ser cuya presencia también se advierte a nivel global y desde el espacio de distintas formas: la nuestra.

Más allá del calentamiento global, un tema que este año hemos vivido en nuestra propia carne por invierno tardío y demasiado tímido, hay otros modos de observar tanto las consecuencias de éste como otros efectos de la presencia del ser humano en el globo. Un ejemplo de ello es la variación de algas diaotmeas (fitoplancton), cuya disminución en los últimos años se percibe desde el espacio midiendo la cantidad de clorofila.

Otra de nuestras huellas es la de la polución debido a haber sobrepasado el límite de emisiones de gases contaminantes a la atmósfera durante años. La NASA registró estas emisiones en un total de 195 ciudades del planeta y los plasmó en mapas de alta resolución, de modo que se ve perfectamente en qué zonas hay una emisión mayor y en cuáles no sólo no ha disminuido, sino que ha aumentado más en los últimos años, como el caso del norte de China con el dióxido de nitrógeno (del 20 al 50%), al contrario que el sur (donde se redujo un 40%).

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