Las elecciones de Estados Unidos aún no han terminado. Las peculiaridades de su sistema electoral, tan largo y confuso, y la negativa de Donald J. Trump a conceder la victoria de Joe Biden han provocado que el proceso inmediatamente posterior a al voto se sumerja en el caos y en la incertidumbre. Terreno abonado para el conflicto. Se pudo comprobar durante el último fin de semana, cuando partidarios de uno y otro lado salpicaron de violencia las calles de Washington.
Qué ha pasado. Que centenares de manifestantes se enfrentaron durante la noche del sábado en una serie de encuentros violentos. Cuatro policías resultaron heridos, una veintena de personas fueron detenidas y al menos un hombre terminó en el hospital a causa de un apuñalamiento. Según las autoridades, gran parte de los choques fueron premeditados. Vídeos de las batallas campales y de diversas agresiones han espolvoreado las redes durante los últimos días. Por ejemplo:
La marcha. Durante la jornada del sábado, miles de manifestantes se congregaron en Washington DC en apoyo de Donald Trump. La concentración, bautizada por el entorno del presidente como "The Million MAGA March", se enmarcaba bajo la campaña "Stop the Steal", encaminada a denunciar un fraude electoral que habría privado a Trump de una legítima victoria en las runas. Pese a su ambicioso nombre ("la marcha del millón"), en torno a 10.000 personas acudieron a la concentración.
A la contra. Como es habitual de un tiempo a esta parte en Estados Unidos, la protesta también congregó a centenares de "contramanifestantes". Desde un primer momento muchos de ellos atosigaron y amedrentaron a algunos seguidores de Trump, escenas que fueron a más conforme avanzaba la jornada. Intentos de retirada de banderas y estandartes, abucheos multitudinarios a familias o agresiones individuales salpicaron una manifestación, por lo demás, pacífica.
Por la noche. La situación se descontroló cuando cayó la noche, una vez la marcha llegó a su fin. Agrupaciones radicales (próximos al entorno de Black Live Matters y Antifa) y seguidores de Trump (muchos de ellos miembros de Proud Boys) protagonizaron altercados, peleas masivas y ejercicios de violencia de distinto nivel ante la aparente impotencia de la policía, incapaz de imponer el orden. Vídeos como este, en el que hombre agrede a un contramanifestante antes de ser agredido a su vez por varios opositores a Trump, marcaron el tono de la noche:
El centro de la ciudad se sumergió en el caos, un fuego que no se extinguiría hasta bien entrada la jornada del domingo. Como relata esta crónica sobre el terreno de The Washington Post:
Los contramanifestantes acosaron a los seguidores de Trump, sustrayendo gorras rojas y banderas y prendiéndoles fuego. Las peleas continuaron a lo largo de la noche mientras los provocadores volcaban puestos de vendedores de productos pro-Trump y activaban docenas de fuegos artificiales, obligando a la policía a rociarles con spray-pimienta (...) La violencia se descontroló a cinco manzanas de la Casa Blanca entre seguidores del presidente, armados con porras, y sus detractores, muchos de los cuales habían participado en manifestaciones pro-justicia racial durante el verano.
Gran parte de los enfrentamientos se dieron en torno a la Plaza de la Libertad y a la Plaza Black Lives Matter, instaurada el pasado verano tras las miles de protestas que siguieron al asesinato de George Floyd. Decenas de miembros de Proud Boys desfilaron sobre el gigantesco mural conmemorativo portando una pancarta que rezaba "Trump Law and Order", en un símbolo del enconamiento de ambas partes.
¿Antifa? De los primeros hablamos ya en junio, cuando varias protestas pro-Black Lives Matter derivaron en disturbios. Más que una organización, se trata de un paragüas bajo el que operan centenares de grupos. Su objetivo prioritario sería negar plataformas de visibilidad y opinión a las ideas que ellos juzgan como supremacistas o "fascistas". Su peculiaridad respecto a otros grupos es una aceptación de la violencia como herramienta necesaria para combatir a la extrema derecha.
La contramanifestación del sábado encaja en la estrategia reactiva de Antifa, aunque establecer un vínculo con el grupo, de difícil definición, es complicado. Sí se tiene constancia de la participación de algunos activistas pro-Black Lives Matter, como el Black Bloc.
The Trump Law and Order flag is brought over Black Lives Matter Plaza as supporters cheer on the police here in DC #MillionMAGAMarch #DC #MarchForTrump pic.twitter.com/1t4g3UrL3g
— Brendan Gutenschwager (@BGOnTheScene) November 15, 2020
¿Proud Boys? La otra cara de la moneda. Proud Boys es una agrupación supremacista fundada hace cuatro años por Gavin McInnes, co-fundador de Vice, autodefinida como "chauvinistas de Occidente", "anti-correción política" y "anti-culpa blanca" ("white guilt", la idea de que la comunidad blanca debe arrepentirse y enmendar siglos de dominación y opresión hacia otras culturas). Durante los últimos años han operado como el "brazo" táctico y defensivo de muchas manifestaciones pro-Trump o de extrema derecha, especialmente en Portland.
En octubre, dos de sus miembros fueron condenados a dos años de prisión por atestar una paliza a activistas de Antifa. Facebook, Twitter y YouTube han vetado al grupo de sus plataformas.
Contexto. Las escenas de violencia del pasado fin de semana surgen no sólo de la radicalización política que Estados Unidos lleva experimentando varios años, sino también de las acusaciones de fraude electoral planteadas por Trump. Pese a que ni cuenta con pruebas solventes ni sus alegaciones han tenido recorrido en los juzgados ni sus propios abogados parecen convencidos de la empresa, el aún presidente aspira a mantener a sus bases en un clima de permanente movilización.
En un contexto de polarización, crispación y cuestionamiento del proceso electoral, los enfrentamientos violentos pueden aumentar.
Imagen: GTRES/Reuters