Estados Unidos afronta la mayor oleada de disturbios raciales desde la década de los sesenta. El asesinato de George Floyd en Minneapolis ha espoleado multitud protestas y enfrentamientos violentos en las cuatro esquinas del país. Un contexto proclive para las habituales algaradas de Donald J. Trump. Ayer anunció una medida sorprendente tanto por naturaleza como por inesperada: la declaración de Antifa como "organización terrorista". Y por tanto ilegal.
¿Qué es Antifa? No una organización. Más bien un paragüas bajo el que operan grupúsculos y activistas en todo el país. Antifa no cuenta con una estructura jerarquizada ni un mando central. Las agrupaciones son en su mayoría locales, y no están supeditadas a ninguna estrategia ni plan de escala nacional. Es imposible saber su número de grupos o participantes, aunque se cuentan entre cientos y miles.
¿De dónde surgen? De círculos radicalizados de extrema izquierda, en su mayoría anarquistas, aunque también marxistas. El término "Antifa" tiene su origen en los movimientos antifascistas europeos surgidos durante los años veinte y treinta. La actual variante estadounidense se remonta a finales de los años ochenta, cuando nace la Red de Acción Anti-Racista (ARA), destinada a combatir calle a calle a los movimientos neo-nazis y fascistas. Inactivo hoy, su legado lo recogió Antifa.
¿Cuándo? Tras la elección de Trump, pero muy especialmente durante el verano de 2017, en Charlotesville. La retirada de una estatua de Robert E. Lee provocó que centenares de neo-nazis, neo confederados y una amplia panoplia de organizaciones de extrema derecha (alt-right) se movilizaran y tomaran las calles. Allí se encontraron con Antifa y otros grupos anti-racistas. Los enfrentamientos culminaron en una manifestación ("Unite the Right") y en una contramanifestación.
El atentado. Fue en esta última protesta donde un supremacista blanco atropelló con su coche a una treintena de personas, matando a una de ellas. El atentado causó una gran conmoción. Durante los días posteriores, Trump rehusó condenar el ataque, explicando célebremente que había "gente muy decente en ambos lados". También acuñó el término "alt-left", equiparando a Antifa con otros grupos de extrema derecha censurados por los medios de comunicación y los conservadores más moderados.
Aquel episodio popularizó a Antifa en todo el país.
¿Cómo actúan? Antifa es un grupo confrontativo. Su objetivo es impedir que la extrema derecha obtenga una "plataforma" desde la que expresar sus ideas. Esto pasa por boicotear sus protestas públicas, impidiéndoles el paso y organizando contramanifestaciones, a menudo violentas. Al contrario que otros activistas de izquierda, Antifa no tiene miedo al enfrentamiento violento. No lo rehúsa y lo considera un vehículo legítimo, llegado el caso, en su lucha contra el fascismo.
Como explica Mark Bray, autor de uno de los libros más profundos (Antifa: The Anti-Fascist Handbook) sobre el movimiento:
El principio básico de antifa es "ni una sola plataforma para el fascismo". Si les preguntas, te explicarán que creen que deben negar cualquier plataforma para el fascismo, sin importar cómo de grande o pequeña sea la amenaza. Los fascismos originales que tomaron el poder en Europa comenzaron siendo muy pequeños. No puedes, argumentan, tomarte a estos grupos a la ligera. Necesitas tomártelos con la mayor seriedad posible, y la única forma de impedir que crezcan es impidiendo siquiera que den el primer paso hacia su normalización en la sociedad.
Se trata de una táctica hostil. Antifa no tiene reparos en agredir a líderes nazis, como Richard Spencer o a periodistas conservadores. Su oposición al "fascismo" y al racismo es física, desean visibilizar un rechazo explícito a la extrema derecha dentro del país. En la vía pública, en las calles. Como recuerda Bray: "Se autodenominan revolucionarios. Son anarquistas y comunistas lejos del tradicional espectro conservador-progresista. No se sienten constreñidos por las normas convencionales".
¿Qué es fascismo? Las acciones de Antifa han resultado controvertidas por varios motivos. El principal es su definición de "fascista", en ocasiones muy abstracta y alejada de las amenazas reales que dicen confrontar. El ejemplo de Milo Yiannopoulos es significativo: cuando la Universidad de California le invitó para dar una conferencia, Antifa reaccionó asaltando el centro, prendiendo fuego al mobiliario urbano y lanzando piedras a la policía.
No se trataba de una manifestación fascista, sino de un libre ejercicio de la libertad de expresión que Antifa, mediante coacción violenta, impidió. Similares críticas se han elaborado tras su ataque a Andy Ngo. ¿Dónde empieza y dónde termina el "fascismo"? Como vimos en su momento, su definición no es sencilla, y establece umbrales que legitimen la agresión abre la puerta a una arbitrariedad peligrosa.
¿Son terroristas? No. La violencia de Antifa es, según ellos, en "legítima defensa" y de último recurso, aunque no siempre haya sido así. Antifa, al contrario que los grupos terroristas, no busca imponer sus objetivos políticos mediante el "terror" y la violencia indiscriminada. Ni siquiera es una organización como tal. Por ello mismo no está claro que Trump tenga el poder para incluirlos en el listado de grupos a los que Estados Unidos considera como "terroristas".
¿Por qué ahora? Pese a que las raíces del antifascismo son hondas (la Liga Anti-Nazi y Lewisham datan de los '70), su actividad ha crecido desde la elección de Trump. El crecimiento de la "izquierda violenta", como relataba The Atlantic en 2017, es en gran medida la plasmación de una polarización extrema. A la legitimación de discursos supremacistas desde la Casa Blanca le ha seguido la movilización agresiva de la extrema izquierda, al grito de "acabemos con el fascismo".
¿Y los disturbios? No hay demasiadas evidencias sobre el rol de Antifa en los disturbios. Aunque existe la posibilidad de que grupos asociados a su marca, o a la de Black Lives Matter, hayan tenido alguna participación, no hay pruebas al respecto. Las convocatorias oficiales de BLM han sido pacíficas. Algunos medios conservadores han sugerido que Antifa instiga los disturbios, apuntando incluso a conspiraciones en torno a Soros.
Así, protestas pacíficas se habrían transformado en disturbios violentos a manos de Antifa. Trump desde el inicio se ha mostrado muy agresivo frente a las protestas. Antifa, en este sentido, sería otra forma de apuntalar el carácter ilegítimo de los manifestantes. Aunque en realidad las protestas sean más una enmienda a la totalidad del sistema.
Imagen: Evan Vucci/AP