“No puedo seguir llevándome el pan a la boca de esta forma”. “Es estupendo chatear en privado con mis seguidores premium, pero no puedo formar mi carrera con este número de gente”. “Me he pasado años desarrollando y haciendo engordar mi legión de fans y se la cargaron en un segundo”. Son comentarios de estos meses de Milo Yiannopoulos en su Telegram, en el que su mensaje llega a 20.000 seguidores y sólo son leídos por apenas 2.000. Alguien que, tres años atrás, tenía 340.000 followers en Twitter y sumando todas sus suscripciones en Facebook, Youtube y otras llegaba a conglomerar a cuatro millones de cuentas.
¿Quién era Milo? Tener que explicarlo da cuenta de lo desdichada que es su situación. Las elecciones norteamericanas de noviembre de 2016 abrieron la veda para el descubrimiento por parte de la prensa de algunos líderes de opinión y medios virales que habían crecido en redes sociales al margen de los canales tradicionales. Milo era uno de los más importantes y controvertidos: británico de nacimiento, gay, entregado enemigo de los “justicieros sociales”, colaborador del Gamergate y reaccionario político que no dudaba en aliarse con grupos neo nazis y de extrema derecha. Entre finales de 2016 e inicios de 2017 fue uno de los fenómenos mediáticos más importantes, con cientos de posts publicados en grandes medios en su honor.
¿Cuándo se empezó a torcer todo? A mediados de 2017 su presencia en medios fue cayendo. Los analistas se dieron cuenta de que, para explicar el trumpismo, era más importante lo que sucedía en Fox and Friends, y dejaron de darle cobertura a él y a otras figuras similares. A raíz de unos comentarios racistas, Twitter ya había bloqueado su cuenta en 2016, pero todo se le empezó a complicar de verdad en mayo de 2019, cuando Facebook e Instagram le banearon de por vida a él y a otras personalidades parecidas de la plataforma.
No sólo las big tech: la censura a su persona no fue exclusiva de las grandes empresas de Silicon Valley, también sus editores cancelaron el libro que tenía pendiente de publicar a raíz de unas polémicas declaraciones sobre la pedofilia. En octubre de 2015 se convirtió en uno de los redactores jefe del medio ultraderechista Breitbart News, pero a raíz de esos mismos comentarios dimitió de su puesto en febrero de 2017.
¿Y qué hace ahora? De lo último que hemos visto de él es que presidió el desfile del "orgullo hetero" en Boston, una pequeña marcha con una presencia estimada de 200 asistentes. Es paradójico que sea Milo, homosexual, quien de un discurso en un acto de celebración de la sexualidad homosexual y contraria a que se imparta "ideología LGTB en los colegios". Según The Guardian, Milo tiene acumulados más de dos millones de dólares en deudas, y Patreon también bloqueó su cuenta de recaudación en su plataforma porque está en contra de sus normas ayudar a "grupos de odio".
Pretty sure Milo is giving a speech to no one pic.twitter.com/a1h8agwbaY
— Ryan Broderick (@broderick) August 31, 2019
Y por qué esto debería preocupar también a los activistas de izquierdas: muchos usuarios presumiblemente antiderechistas se han alegrado de la caída en desgracia de Milo, así como de sus lastimeros comentarios en Telegram, pero constatan un problema transversal a todo comunicador online: sólo con que las tres grandes plataformas (que son empresas privadas) decidiesen bloquear algún tipo de discurso, pueden ayudar a su disolución, ya que parece muy difícil construir las mismas audiencias en redes sociales paralelas como Gab o Parler.