Llevábamos años buscando los fósiles del día en que un meteorito provocó la Gran Extinción. Al fin los hemos encontrado

Llevábamos años buscando los fósiles del día en que un meteorito provocó la Gran Extinción. Al fin los hemos encontrado
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"La resolución temporal que podemos lograr en este sitio va más allá de nuestros sueños más salvajes... Esto realmente no debería existir y es absolutamente asombroso por su belleza. Nunca soñé en toda mi carrera con que llegaría a ver algo a) tan limitado en el tiempo y b) tan hermoso. Y que además cuenta una historia tan maravillosa". Habla Phillip Manning, paleontólogo y profesor de la Universidad de Manchester, y lo que dice nos da tantas pistas como el tono en que lo dice.

De lo que habla Manning con emoción indisimulada a The Guardian es del que quizás sea uno de los hallazgos más sorprendentes —y desde luego improbables— de los últimos tiempos en el campo de la paleontología: vestigios que, según los investigadores que se han dedicado a analizarlos, están vinculados de forma directa con el auténtico "día D", la jornada de hace 66 millones de años en la que un gigantesco meteorito de unos 12 kilómetros de diámetro chocó contra la península de Yucatán, en México, y acabó con el 75% de las especies de fauna y flora.

Los restos, localizados en el yacimiento de Tanis, en Dakota del Norte (EEUU), componen un auténtico tesoro para los expertos. Los investigadores han localizado una pata sorprendentemente bien preservada de Thescelosaurus —en tan buen estado que incluso conserva la piel—, peces, una tortuga fosilizada ensartada por una estaca, restos de pequeños mamíferos y sus madrigueras, la piel de un triceratops, incluidos los cuernos, y el embrión de un pterosaurio volador en su huevo. El yacimiento lo completa lo que parecen fragmentos del propio impacto del meteorito.

Un tesoro a 3.000 km del impacto

Conservamos tan pocos restos de dinosaurios de los miles de años anteriores a la colisión que localizar vestigios relacionados directamente con el cataclismo es —como reconoce Manning— más que un "sueño" para los expertos. "Tenemos tantos detalles que nos dicen lo qué sucedió momento a momento; es casi como verlo en las películas. Miras la columna de roca, miras los fósiles y te lleva de vuelta a ese día", explica a BBC Robert DePalma, estudiante de la Universidad de Manchester y quien dirige las excavaciones en Tanis, situada a unos 3.000 km de la península de Yucatán.

¿Si tan increíble resulta el hallazgo porque es creíble? ¿Qué lleva a sus descubridores a considerar que los restos datan justo del "día D" del gran cataclismo, un suceso registrado hace 66 millones de años y cuyo epicentro dista tanto de Tanis como más o menos España de Ankara?

Una de las claves son los restos de peces, en cuyas branquias los expertos han identificado pequeñas partículas, esferas de roca fundida resultantes de la colisión y que se esparcieron por el globo. Pese a la distancia, el análisis químico y la datación radiométrica las relaciona con el epicentro del cataclismo, en el actual México. Los investigadores del yacimiento de Dakota del Norte indican que la brutal colisión de hace 66 millones de años pudo desencadenó temblores que, a su vez, provocaron que el río arrollara los ecosistemas de su entorno y arrastrara los sedimentos.

Los científicos creen que durante ese proceso los peces respiraron las partículas, que quedaron atrapadas en sus organismos... durante 66 millones de años. "En sus branquias hay esferas de vidrio de roca sobrecalentada por el golpe. Son químicamente casi indistinguibles del vidrio creado por el asteroide en otros lugares. Cuando entró en los peces, estos fueron enterrados con rapidez junto con el área circundante antes de que se formara una capa rica en iridio sobre ellos", señala el Natural History Museum, que desliza que la procedencia de estas criaturas está fuera de toda duda.

Varias partículas preservadas en ámbar en el entorno del propio yacimiento de Tanis apuntan en una dirección similar. Tras analizarlas, los expertos consideran que son parte de los fragmentos que se expandieron por el impacto del meteorito. Al menos en varios de esos componentes los científicos han identificado además pequeñas inclusiones que implican un origen externo a la Tierra.

"Cuando notamos que había inclusiones dentro de estas pequeñas esferas de vidrio, las analizamos químicamente en el sincrotrón de rayos X Diamond —añade Manning—. Pudimos separar la química e identificar la composición de ese material. Toda evidencia, todos los datos químicos de ese estudio sugieren que estamos viendo una parte del impactador; del asteroide que acabó los dinosaurios".

La pata del Thescelosaurus también relata su propia historia. Además de bien conservada, la extremidad no indica que el dinosaurio padeciera una enfermedad ni tampoco revela indicios de que pudiera ser arracada por un depredador. Eso sí —como recalca Manning— muestra que por alguna razón el desafortunado Thescelosaurus la perdió de cuajo, de forma rápida. "La mejor idea que tenemos es que es un animal que murió más o menos de forma instantánea", comenta.

No todos son tan optimistas como el profesor Manning o DePalma al analizar la pata de Thescelosaurus. Otros expertos acreditados son cautos, al menos de momento, y apuntan que la violencia del cataclismo sencillamente pudo remover restos de animales que habían muerto tiempo antes o que los terremotos y la deformación de la corteza terrestre quizás mezclaron el cadáver del dinosaurio, ya sepultado, con sedimentos que se iban depositando debido a la colisión.

"Si bien es plausible que este Thescelosaurus haya muerto el día de la colisión, también es posible que haya sido exhumado por el impacto del asteroide y luego mezclado con todo lo demás después", comenta Paul Barrett, del Natural History Museum de Londres: "Pero el hecho de que esté tan bien conservado me sugiere que incluso si el animal no murió como resultado de los eventos que causaron el depósito, debe haber muerto muy cerca en el tiempo”.

El descubrimiento está también marcado en cierto modo por cómo han decidido presentarlo al público sus autores, quienes han roto en parte con el protocolo habitual del mundo académico y dieron a conocer la existencia de Tanis a través de la prensa generalista, no de publicaciones especializadas que aplican métodos de control como la revisión por pares.

Aunque ya se han publicado algunos textos por los cauces normales, el potencial de Tanis se deslizó en 2019 desde las páginas de New Yorker y ahora el alcance de sus tesoros han vuelto a primer plano por la elaboración de un documental que está a punto de presentar la BBC.

Imagen de portada | NASA/JPL-Caltech

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