Si queremos colonizar Marte debemos aprender a cultivar en Marte. Y ya trabajamos en cápsulas para lograrlo

Si queremos colonizar Marte debemos aprender a cultivar en Marte. Y ya trabajamos en cápsulas para lograrlo
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La colonización de la Luna o Marte no plantea solo un reto tecnológico. En gran medida lo es también para la logística. Si queremos ver misiones tripuladas y de larga duración con destino a nuestro satélite o el planeta rojo debemos solucionar antes unos cuantos desafíos de calado: ¿Cómo alimentar a los astronautas? ¿Hay alguna forma de mejorar nuestros sistemas de soporte vital? ¿Sería posible, por ejemplo, sacar adelante cultivos en órbita o incluso en otros mundos?

Las preguntas no son nuevas. Los trabajos para darles respuesta, tampoco.

En ese empeño destaca —entre otras iniciativas— la labor de Interstellar Lab, compañía fundada en 2018 por la emprendedora e inversora Barbara Belvisi y que está embarcada en un reto apasionante: la fabricación de cápsulas agrícolas, sofisticados invernaderos capaces de reproducir las condiciones necesarias para el cultivo de especies vegetales incluso en los entornos más inhóspitos, como el espacio. El objetivo, como comenta Belvisi a Wired, es recrear “las condiciones climáticas y atmosféricas perfectas para la vida”, ya sea aquí, en la Tierra, en órbita u otros planetas.

En octubre la startup presentó su primer prototipo funcional de BioPod, “una granja de ambiente controlado” que actúa como una suerte de cápsula en la que se generan las “condiciones climáticas óptimas” para el cultivo sostenible de vegetales. La unidad lanzada este mismo otoño es la primera una decena que la compañía plantea ir instalando a lo largo del próximo año mientras trabajaba, en paralelo, en una factoría que le permita acelerar la producción ya para el año que viene.

Con la vista puesta en la Tierra... y más allá

“BioPod se inspira en las tecnologías espaciales para ofrecer un sistema de producción totalmente sellado, protegido de las condiciones climáticas y estaciones. Se despliega con rapidez y no requiere cimientos ni acceso al agua”, detalla la compañía antes de desgranar la ficha de su dispositivo, capaz de garantizar el equilibrio climático en su interior, controlando factores como la temperatura, niveles de CO2 o humedad, y condiciones lumínicas, lo que implica la intensidad de la luz o fotosíntesis.

Las BioPod —abunda la compañía— también controla el aporte de nutrientes e incorpora un software de gestión y seguimiento basado en inteligencia artificial, además de servicio de reposición.

Sus creadores aseguran que un BioPod, de 55 metros cuadrados y con una altura que no pasa de los cinco metros, es capaz de multiplicar de forma exponencial el rendimiento de los cultivos, reducir en un 98% el consumo de agua y recortar hasta 20 veces el gasto de energía. A mayores, captura una tonelada anual de dióxido carbono y acelera el crecimiento de los propios vegetales.

Semejante despliegue… ¿Para qué?

Interstellar Lab tiene dos retos en mente: uno aquí, en la Tierra; el otro, sobre nuestras cabezas.

La startup tiene la vista puesta en la exploración espacial y asegura que ya tiene una alianza, en la que se incluye la NASA, para desarrollar sistemas de cultivo en la órbita terrestre baja (LEO) a partir de 2025. Su mirada va sin embargo más allá y apunta a las misiones lunares o marcianas.

Para la órbita terrestre baja la empresa tiene ya un primer proyecto sobre la mesa, NUCLEUS, que consiste en un cubo modular de ambiente controlado que permite cultivar microvegetales, vegetales, hongos e insectos frescos dentro de las estaciones espaciales. Otra de sus unidades se basa en un módulo automatizado e inflable que puede acoplarse a una estación orbital para crear un laboratorio de plantas experimentales, también con la vista puesta en LEO. Wired asegura que ya trabaja con varias agencias espaciales en un módulo inflable para la Estación Espacial Internacional.

Con la vista puesta en horizontes más lejanos, como Marte o la Luna, y sobre todo en misiones tripuladas de larga duración, la startup plantea “módulos desplegables” en los que producir alimentos. “Nuestras cápsulas lunares están diseñadas para resistir condiciones extremas mientras brindan de manera autónoma las condiciones ambientales ideales para que la vida biológica pueda prosperar en el espacio”, señala la compañía, cuyo objetivo, precisa, pasa por proporcionar cápsulas para una base lunar sostenible en el marco del programa Artemis o las futuras misiones a Marte.

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El otro foco de atención de la startup está aquí, en nuestro planeta, con un planteamiento casi igual de ambicioso: relocalizar el cultivo de más de 300 especies de plantas que usamos con frecuencia para alimentarlos o curarnos, de tal forma que puedan crecer allí donde se demanden, saltando por encima de los límites geográficos o estacionales. “Su capacidad para reproducir cualquier condición climática podría permitir que se cultive vetiver indio en Londres o ashwagandha africana en Dublín”, reivindica la empresa. Su modelo permitiría reducir emisiones de CO2 asociadas al transporte.

“La creciente demanda de cultivos sostenibles, la reducción de la tierra cultivable, la necesidad de reubicación y la pérdida de biodiversidad mundial son factores que empujan a los fabricantes hacia el cultivo en un entorno controlado”, zanja. Interstellar Lab aplica en su prototipo un sistema aeropónico automatizado y tecnología que permite el control atmosférico y de iluminación, además del reciclaje de agua y la dosificación de los nutrientes para cultivos. La firma trabaja ya en un prototipo a gran escala de su cápsula, dotada de equipos hidropónicos o acuapónicos para el cultivo sin tierra.

El objetivo está claro: facilitar las misiones espaciales... y el cultivo en la Tierra.

Imágenes: Interstellar Lab

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