México quiere ser una potencia en energía solar. Y ya está construyendo un parque gigantesco en el desierto

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Si de algo va sobrado el estado mexicano de Sonora es de luz. Su tierra se pasa miles y miles de horas al año caldeada por un sol que la convierte en una candidata ideal para las plantas de energía fotovoltaica. Al menos en 2021 —precisa El País— la región aglutinaba el 20% de la registrada en la nación. Sus autoridades quieren ir sin embargo más allá y están levantando en Puerto Peñasco, en el Golfo de California, el que será el mayor parque de su tipo de América Latina.

Y uno de los diez mayores del mundo, reivindican.

La central fotovoltaica ocupará una extensión de 2.000 hectáreas y una vez finalizada alcanzará una capacidad de generación de 1.000 megavatios (MW), lo que le permitirá —resalta la Comisión Federal de Electricidad (CFE)— beneficiar a 536.000 hogares y evitar la emisión de alrededor de 1,4 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. “Es el equivalente a sacar de circulación cerca de 270.000 automóviles”, resalta el organismo mexicano.

“Será la primera central en su tipo en México, ya que conjunta la tecnología fotovoltaica y un sistema de almacenamiento de energía en baterías de 192 MW que respaldarán su operación e incrementarán la confiabilidad y estabilidad del suministro eléctrico”, abunda CFE, encargado del desarrollo del proyecto. La central también incorporará cuatro subestaciones eléctricas y cinco líneas de transmisión aérea que sumarán alrededor de 648 kilómetros.

Más peso para las renovables

La instalación se enmarca en el Plan Sonora, que incluye cinco centrales fotovoltaicas repartidas por Sonora, todas de 1.000 MW, y maneja un presupuesto global de 1.600 millones de dólares. Hasta la fecha se han invertido unos 840. El calendario que manejan sus promotores prevé que en abril, tras más de un año de trabajos de ingeniería y montaje, pueda activarse a nivel comercial la primera fase de la planta, con una potencia de 120 MW. La CFE aspira, precisa Reuters, a que esté a pleno funcionamiento en 2027 con algo más de 2.000 paneles.

Antes, las autoridades mexicanas han querido sacar pecho de su apuesta por las renovables. Y lo ha hecho valiéndose de un escaparate internacional que le permita buscar socios para financiar el proyecto y la propia transición hacia energías más respetuosas con el medio ambiente. A principios de mes el gobernador del estado, Alfonso Durazo, encabezó junto a otras autoridades mexicanas una comitiva formada por diplomáticos de 80 países y 25 organismos internacionales.

“Esta planta que ven es una de las seis que están contempladas en el plan y nos pone a la vanguardia a nivel nacional e incluso internacional porque es la séptima más grande del mundo y la mayor en Latinoamérica”, destacó durante la visita el canciller Marcelo Ebrard en declaraciones recogidas por El Imparcial.

Durante la cita, Ebrard reconoció también que el escenario energético desencadenado por la guerra de Ucrania, con el alza de costes a nivel global, llevó al país norteamericano a acelerar su giro hacia las fuentes renovables. “México está haciendo un esfuerzo muy grande porque no se consideraba que [la transición hacia las nuevas fuentes y la movilidad eléctrica] fuera tan rápido”.

Las tablas de Statista muestran que, al menos en 2020, solo el 11,25% de la energía primaria se generaba con renovables, muy por debajo de los hidrocarburos, detrás del 84,06%. El resto de la “tarta” se la repartían el carbón y la nuclear.

El objetivo que se ha marcado el país pasa por que en 2024 las energías limpias representen el 35% de la generación total, pero a mediados de 2022 la Secretaría de Energía reconocía ya en un documento oficial que difícilmente podrá alcanzar esa meta. En 2021 estaba 0,5 puntos por debajo del hito marcado y al menos entonces se preveía que en 2024 el desfase fuese de cuatro puntos.

Imagen de portada: Relaciones Exteriores México

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