Que la inflación es una de las grandes preocupaciones para los españoles según el CIS no debería sorprender a nadie. Que más de la mitad de la población está recortando gastos y cambiando hábitos de consumo para hacerle frente, tampoco. Está en la calle.
La inflación en España empezó a crecer de verdad, tras mucho tiempo dormida, en 2021, cuando superó el 3% anual. 2022 trajo la madre de todas las subidas y cerró el año por encima del 8%. Subidas en los tipos de interés, en las hipotecas variables, en los precios de los coches, en el carro de la compra... ¿Cómo se afronta una inflación así si se sostiene en el tiempo y los salarios no crecen al mismo ritmo?
México, que de inflación sabe latín, es un buen país para preguntar a algunos de sus ciudadanos cómo le han hecho frente en estos últimos años.
Privaciones y más horas trabajadas
Mientras en España teníamos una inflación residual o incluso negativa, en México lidiaban con tasas de entre el 3% y el 7% anual, llegando a superar esa cifra en 2021 y 2022. España, por primera vez en muchas lunas, superó a México en este indicador en el último año natural, y ahora sus cifras andan a la par.
Misael y María Fernanda son un matrimonio de Jalisco que explica que a la inflación "te acostumbras". En ambos casos afirman que sus respectivas empresas les han ido proporcionando aumentos salariales que les han permitido no perder demasiado poder adquisitivo, pero se sienten "privilegiados" porque saben que no es lo habitual.
"La cesta de la compra es algo básico, eso no se puede tocar, y teniendo a nuestro hijo, menos. Si incrementa ese gasto, lo ajustamos en otros lados, pero eso es básico", dice Misael. "Donde el factor de la inflación influye mucho es a la hora de comprar un inmueble. Y es algo esencial. Ves precios de hoy y encuentras que un departamento vale un millón de pesos [unos 50.000 euros] más caro que lo que costaba ese mismo departamento un año antes". Una apreciación que coincide con algunas estadísticas.
Y uno se cuestiona cuándo es el mejor momento para comprar con la sensación permanente de estar llegando tarde. "Miras hacia atrás y piensas... 'debería haberla comprado'. Y al mismo tiempo piensas... 'si esto sigue así, ¿debería comprarla ahora?' Y al final nunca sabes".
"Los salarios no crecen al mismo ritmo que la inflación, así que para mantener un mismo nivel de vida hay que trabajar más. Yo tengo dos empleos a la vez, llegué a tener tres"
Misael y María Fernanda decían sentirse privilegiados por no haber perdido demasiado poder adquisitivo gracias a que en sus empresas les han ido subiendo el salario. Paloma y Fernando, una pareja en su treintena, quienes amablemente decidieron posar para Xataka en la imagen que encabeza este artículo, no han tenido esa suerte. "Es muy difícil. Antes no era necesario que trabajásemos los dos para poder tener un cierto nivel de vida. Ahora sí, y no solo eso, yo tengo dos empleos ahora mismo, llegué a tener tres", explica Fernando luciendo su camiseta de Chivas a las puertas del clásico mexicano.
"Es muy común que mucha gente necesite tener dos trabajos para poder llegar a final de mes. Tenemos un hijo y ya es completamente necesario ese segundo empleo, además de que mi esposa también ha de trabajar". Esta pareja reside en el norte del país, en la península de Baja California, donde por su proximidad con la frontera con Estados Unidos y la competencia del dólar, notan más la subida de precios.
"Leche, huevos, tortillas... todo eso es mucho más caro en Baja California que en Jalisco, por ejemplo", dice Paloma. "Y los salarios no suben al mismo ritmo que la inflación. Hace dos meses me aumentaron el sueldo, pero tras cinco años sin hacerlo, y no fue porque la empresa quisiera, sino por un decreto del Gobierno para subir el salario mínimo", añade Fernando.
"Hace un año queríamos comprar un carro y dudamos mucho sobre hacerlo por la inflación. Por cada 10 pesos que pagas por el carro acabas pagando casi el doble por los intereses". No es una cuestión menor: los tipos de interés en México estaban en el 4% hace dos años, en el 7% hace un año y en el 11% hoy.
"Al final compré una camioneta de 300.000 pesos [unos 15.000 euros] y me acabará costando 460.000 pesos [unos 23.000 euros] por los intereses, es mucho... Hemos mantenido nuestro nivel de vida a costa de trabajar más, es bien complicado", comenta el marido.
"Mi marido es empresario y ni así nos libramos de los efectos de la inflación. Antes renovábamos el auto cada cierto tiempo o salíamos de vacaciones cada año, ahora nuestras posibilidades de hacer algo así se han reducido"
Francisco y Blanca, otro matrimonio de Ciudad de México con dos hijas, son un caso singular. No solo porque el marido se revela como lector de Xataka al presentarme ("¡yo leo ahí todas las reviews de sus equipos!"), sino porque el marido, empresario, paga 23 nóminas a sus trabajadores... pero también habla de sus privaciones causadas por la alta inflación sostenida.
"Es complejo, pago 23 sueldos de empleados y nos mantenemos, pero el Gobierno no lo pone fácil. Es algo que vemos que no está en nuestras manos, cada vez pagamos más impuestos, hay menos programas sociales..."
Blanca habla de cómo lo que antes eran costumbres ahora se han convertido en lujos que hay que dosificar. "Antes por ejemplo salíamos de vacaciones todos los años, ahora nuestras posibilidades de hacer algo así se han reducido. Igual que para adquirir un auto nuevo. Este último año lo he sentido más fuerte que antes. Ayer fui al Superama [una red de hipermercados en México] y cuatro cosas nada más me costaron seiscientos pesos. A nosotros nos cuesta y tenemos dos hijas, ¿cómo lo harán los que tienen cuatro?"
El comentario del Superama resulta tremendamente familiar a cualquier español en 2023.
Una de sus hijas, en la veintena, explica cómo percibe el efecto de la inflación en su entorno: "Antes lo normal era acabar los estudios, comprar un coche e independizarte. Sobre los 25 años, era lo habitual. Ahora no, ni teniendo trabajo es suficiente muchas veces para poder independizarse". Un comentario que también nos resulta familiar en España, pero con otro timing.
Gael, en la treintena y de Guadalajara, responde en parte a este último comentario. "Yo me marché de casa de mis papás hace cinco años y por cuestiones personales tuve que irme de renta [alquiler] en lugar de esperar algo más y poder comprar mi propio departamento. Pensé que sería temporal pero ya voy por cinco años esperando reunir las condiciones, estando soltero me cuesta más porque he de pagar a solas mi renta, el carro... Y cuando planificas, un año después ves que aquello no te valió. Es imposible planificar, cada vez todo es más caro, hasta los tipos, pero mi sueldo no crece", se lamenta.
Álex, diseñador de 35 años de la Ciudad de México, añade más matices. "Donde más lo noto es con los autos. El precio del coche prácticamente se ha duplicado en cinco años. El alquiler en Ciudad de México dejó de subir con la pandemia, porque hubo gente que tuvo que regresar a sus pueblos, pero ahora que todo se ha normalizado, ha vuelto a subir muchísimo, en torno a un 30% en los tres años desde que empezó la pandemia".
"Mi coche costó 330.000 pesos [unos 16.000 euros], ahora el mismo modelo está sobre los 500.000 pesos [unos 25.000 euros]. Y algo donde lo noto mucho [ríe] es en la Coca-Cola. También la leche. Se han disparado. Un litro de leche ha pasado de costar 14 pesos (0,69 euros) a 24 pesos (1,19 euros), un 70% de subida. Y la gasolina... Hace ocho años costaba un dólar el galón, doce pesos. Ahora 22 o 24 pesos por galón, que son unos dos dólares".
¿En qué se traduce esto para Álex en su día a día? "Con gente de nuestra edad, en la compra de la vivienda. Tienes un plan para cierto tiempo, y cuando llega ese momento ves lo que venías presupuestando no te alcanza, tienes que hacer más ahorro, más sacrificio. Con las vacaciones, mis últimas vacaciones fueron a España en marzo de 2020 justo llegó la pandemia. Esas fueron mis últimas vacaciones. Son tres años sin salir de vacaciones, es cierto que estuvo la pandemia, pero incluso con ella, en otras circunstancias no hubiese pasado tanto tiempo".
La compra de electrónica también se resiente, sobre todo por alargar los plazos de renovación. "Antes cambiaba de celular cada dos años, quizás tres. Ahora ya es cada cinco. Pequeñas cosas que vas viendo, vas extendiendo los tiempos de vida".
Seguramente la frase que mejor resume el sentir del resto: "Es imposible planificar".
Imagen destacada | Javier Lacort
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