Un elefante no sería un animal que pudiéramos tener como mascota en nuestras casas. Aún así pueden considerarse animales relativamente mansos, unos “gigantes amigables” cuyo tamaño los hac indiferentes ante muchas de las amenazas de la naturaleza. Ahora un grupo de investigadores ha postulado una hipótesis sobre cómo han llegado a este punto los elefantes: la autodomesticación.
El elefante que se domó a sí mismo. Una investigación ha analizado la conducta de los elefantes, las tres especies supervivientes de la familia taxonómica Elephantidae que incluye tanto a elefantes africanos como asiáticos) y ha concluido que estos animales han estado involucrados en lo que denominan autodomesticación. Es decir, los elefantes habrían ido haciéndose más sociales, menos agresivos y más colaborativos a lo largo del tiempo.
De la domesticación a la autodomesticación. Primero, ¿qué es la domesticación? Podría definirse como el proceso mediante el cual una especie o grupo de animales experimenta cambios en su fisionomía, carácter y conducta que lo hacen más social y accesible, menos agresivo y de aspecto más amigable. El mejor ejemplo de domesticación sería el de los perros y los cambios que experimentaron desde su origen salvaje y lupino hasta el día de hoy.
La autodomesticación por su parte respondería al fenómeno de que una especie emprendiera ese camino hacia la mansedad no por intervención de otras especies como la humana, sino respondiendo a motivos simplemente evolutivos. Esta hipótesis de la autodomesticación comenzó postulándose para aplicarse a los seres humanos.
Sin embargo, antes que nosotros incluso, los bonobos (Pan paniscus, nuestros parientes vivos más cercanos después de los chimpancés) podrían haber emprendido este mismo camino. Los elefantes serían el tercer grupo de animales identificado respondiendo a este proceso y los primeros animales no-primates en hacerlo.
Toda una lista de paralelismos. Los autores del estudio analizan un total de 19 paralelismos entre los elefantes y las otras dos especies hasta ahora consideradas como autodomesticadas, humanos y chimpancés. Entre estos paralelismos se encuentran cambios en la fisionomía de la cabeza que implican mandíbulas más cortas, menor número de dientes, o un cráneo menos alargado.
Con respecto a su comportamiento, los investigadores asocian a estos animales con interacciones pacíficas y notan que los casos de agresión entre elefantes son infrecuentes. También señalan la existencia de cuidados aloparentales (es decir, los miembros de la manada no sólo cuidan de sus descendientes), juegos y actividades de entrelazamiento social, o un carácter exploratorio y “curioso”.
La investigación también incluyó el análisis de medio millar de genes potencialmente vinculados a este proceso de domesticación e identificaron aquellos que encajaban con la hipótesis. Los detalles de la ivestigación y sus resultados fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
¿Una hipótesis controvertida? La de la autodomesticación de los elefantes (o la autodomesticación en general) es una hipótesis puesta en duda por algunos expertos. Melinda Zeder, arqueóloga emérita en el Smithsonian, explicaba por ejemplo que no puede hablarse de domesticación si no hay dos agentes en el proceso.
Semántica aparte, muchos de los rasgos que se asocian a la domesticación responden a los rasgos de especies sociales. Puesto que existe todo un abanico de especies más sociales o más individualistas, y puesto que la evolución no es un proceso cerrado, es lógico que distintos animales evolucionen con el tiempo.
Cada especie adoptará aquellos rasgos que faciliten su supervivencia. Esto puede depender de multitud de circunstancias, sean o no los humanos una de estas circunstancias.
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Imagen | Hu Chen
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