El Atlántico no ha visto la formación de ninguna tormenta con nombre desde el 12 de agosto, cuando se formó Ernesto. "La última vez que el Atlántico no tuvo formaciones de tormentas con nombre entre el 13 de agosto y el 3 de septiembre fue en 1968", decía el meteorólogo Philip Klotzbach. ¿No se suponía que esta iba a ser una temporada histórica? ¿Dónde se han metido los huracanes?
20 días de silencio. "No estoy seguro de que algunas personas se den cuenta de lo inusualmente tranquilo que ha estado el Atlántico últimamente", explicaba Eric Webb. Y lleva razón. Al fin al cabo, es la primera vez en medio siglo que no se produce una nueva tormenta tropical desde mediados de agosto.
Pero la cosa noa caba ahí. "Si pasamos otra semana sin una nueva tormenta con nombre en el Atlántico, será la racha más larga desde 1929", decía Webb. Ahora mismo, según el Centro Nacional de Huracanes, hay cuatro tormentas con una probabilidad de menos del 40% de convertirse en un huracán. Es decir, la posibilidad de romper este récord de casi un siglo de historia está al alcance de la mano.
Y es una buena noticia... Millones de personas viven en zonas propensas a huracanes. Esta situación es una buena noticia en términos de vidas humanas y en términos económicos. Si hacemos la media desde 1980, cada ciclón tropical causa daños por el valor de 22.800 millones de dólares.
...pero también algo inquietante. Aunque es precipitado decir, a 5 de septiembre, que las previsiones estacionales han fracasado de forma incontestable; lo cierto es que cada día que pasa esa parece ser la conclusión más probable. Así que la pregunta que se están haciendo los expertos es qué está apsando aquí.
Algunas respuestas (no definitivas). Klotzbach y su equipo de la Colorado State University han publicado un informe muy interesante analizando la situación y barajando opciones. Sobre alguna de ellas ya hemos hablado: el desplazamiento hacia el norte de la vaguada monzónica que ha afectado al Sáhara que hace que muchas tormentas se desarrollen en aguas demasiado frías como para organizarse tropicalmente o transición (más lenta de lo esperado) hacia La Niña.
Otras, en cambio, son más sutiles. El calentamiento de la troposfera superior o el aumento de la cizalladura en el Atlántico oriental. Sea como sea, esta temporada de huracanes tendrá que ser estudiada con mucho detalle.
¿Qué podemos esperar? Esa es la gran incógnita. Como decía el equipo de Klotzbach, hasta ahora 2024 ha tenido dos fases completamente distintas: unas primeras semanas muy activas y un semanas completamente tranquilas.
El problema es que, en la medida en que no entendemos bien qué está pasando, es muy difícil saber qué pasará en las próximas semanas (o, incluso, en los próximos meses).
Cuando decíamos que los océanos se estaban internando en un territorio desconocido, no imaginábamos que iba a ser tan rápido.
Imagen | Department of Atmospheric Science, Colorado State University
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