Enero tiene los días contados y los termómetros valencianos parecen estar en el mes equivocado. En más de siglo y medio de datos, nunca jamás se había registrado una temperatura por encima de los 26,6 grados en la ciudad del Turia. Pues bien, ayer los dispositivos de AEMET alcanzaron los 27,1.
Y no es un dato aislado: podemos recorrer toda la comunidad saltando de estación meteorológica a estación meteorológica y una cantidad sorprendente de ellas estarían por 25 grados. En Chelva, hace un par de días, se rozaron los 30.
¿Pero esto es raro? La verdad es que sí. Lo normal, según la serie histórica, es que las temperaturas deberían oscilar entre los 10 grados durante las noches y los 16 durante el día. Superar los 25 no es nada que pueda catalogarse como "normal".
Pero no puede decirse que sea solo una curiosidad meteorológica, es un problema mucho mayor que solo ahora empezamos a entender.
¿Qué está pasando en esa zona del Mediterráneo? Las previsiones estacionales de AEMET ya dibujaban un invierno más cálido de lo normal. No debería extrañar a nadie: el 73% de los días de 2024 tuvieron una temperatura media superior al promedio histórico de referencia (y, como apuntan desde la Agencia, eso que "el promedio ya es un periodo cálido").
Los picos de frío, en cambio, son cada vez más raros. Resulta casi inimaginable que la huerta valenciana sufra una ola de frío como la de 1956 o la de enero de 1891. En esta última, Castellón pasó días a -10 grados y la gente del Grau pudo ver una "inmensa faja de hielo a orillas del Mediterráneo".
Eso, hoy por hoy, es ciencia ficción. El mundo, poco a poco, se ha ido calentando.
¿O sea que tiene que ver con el cambio climático? En general, atribuir eventos meteorológicos al cambio climático es complicado. Porque, en el fondo, siempre hablamos de probabilidades y, aunque las probabilidades nunca son cero, como explica AEMET, "en un clima estable es muy probable que estos días tan cálidos no se hubiesen producido".
Ahí es donde entra el cambio climático. Y es que, "por la forma que se ajustan estos datos a una distribución normal, el incremento de 1.5 ºC de la temperatura media da lugar a que valores antes raros o imposibles, ahora sean probables".
¿Qué consecuencias tiene todo esto? A medio camino entre las causas y las consecuencias están las altísimas temperaturas que tiene el mar. Unas temperaturas mucho más altas de lo que nos podíamos imaginar hace apenas una década y que tienen intrigados a los expertos.
A todos los efectos, el Mediterráneo se está convirtiendo en una gigantesca batería de energía que "dispara la fuerza de los fenómenos atmosféricos". Es inevitable pensar en la gran DANA de 2024, pero el impacto de estos nuevos escenarios va mucho más allá.
¿Esto significa que vienen momentos complicados? Significa, sobre todo, que el equilibrio socioclimático en el que estábamos instalados está cambiando muy rápido y que no sabemos a ciencia cierta hacia dónde se dirige. Eso complica la previsión y dificulta la gestión, pero enfatiza la necesidad de estar preparados.
Una tarea en la que, como nos mostró la DANA, aún queda todo por hacer.
Imagen | AEMET
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