Iqoniq y un agujero de 800.000 euros para la Real Sociedad: el fútbol tiene un problema con los negocios cripto

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Iqoniq es una empresa que planteaba una prometedora plataforma cripto de 'fan tokens' con las que por ejemplo involucrar a los seguidores de clubes deportivos en las decisiones de estas entidades. La idea conquistó a varios de ellos, pero tras diversos escándalos Iqoniq ha entrado en fase de liquidación y ha dejado deudas millonarias. Entre los afectados, la Real Sociedad, a la que deben 820.000 euros.

La fiebre conquistó a los clubes. El fútbol y el deporte cada vez están más metidos en el mundo de las criptodivisas. La creciente popularidad de bitcoin o Ether o de los NFTs ha logrado que este tipo de plataformas hayan acabado conquistando a clubes deportivos de talla mundial. El estadio de los Lakers se llama ahora Crypto.com Arena (antes Staples Center) gracias a un acuerdo de 700 millones de dólares. El Barça llegó a un acuerdo con la plataforma Socios.com, y el Atlético de Madrid también lanzó su propia fan token hace unos meses. 

Iqoniq había logrado acuerdos con LaLiga pero también patrocinios con equipos como la Real Sociedad, el Crystal Palace o el Olympique de Marsella, además de con la Euroliga, la Federación Europea de Balonmano o el equipo de Fórmula 1 McLaren.

Qué son los 'fan tokens'. Son un tipo de criptodivisa dirigida a los clubes deportivos. Les da a sus poseedores acceso a beneficios como votar en las decisiones del club ("¿Qué diseño de camiseta ponemos para la próxima temporada?"), productos especiales, o invitaciones a eventos. Con este tipo de plataforma se podría formar teóricamente una especie de "red social privada" de cada club en la que los tokens de Iqoniq (llamados IQQ) fueran moneda de cambio. Dichos tokens se pueden comprar, vender o intercambiar como ocurre con bitcoin o Ether, y en Iqoniq emitieron su propio token. Uno que hace un año valía 0,19 euros y que tras desplomarse ahora vale 0,0036 euros.

Clubes estafados. Iqoniq comenzó pronto a convertirse en foco de las dudas. El club inglés Crystal Palace canceló su acuerdo cuando la empresa no realizó el pago esperado en febrero de 2021, pero aún así Iqoniq llegó a otros acuerdos como el que consiguió con el Bayer Leverkusen, que también se cancelaría apenas dos meses después para pasar a otro patrocinador para sus camisetas (también relacionado con el mundo cripto). También se suspendió el acuerdo con la Roma, y las asociaciones con el Mónaco y el Olympique de Marsella acabaron deshaciéndose

Entre los afectados está la Real Sociedad, a la que como mencionábamos Iqoniq debe 820.000 euros. Será complicado que puedan recuperarlos.

Un CEO sospechoso. Lo que sabemos es que la empresa había prometido lanzar su plataforma a principios de 2021, pero no se ha lanzado jamás. Desde su meteórico ascenso los escándalos, las suspicacias y las rupturas de contratos han provocado una situación que pintaba mal y que ha terminado con un proceso de liquidación mientras el CEO de la empresa, Kazim Atilla, insiste en que su empresa sigue operativa y que sus tokens volverán a subir de valor. El mismo Kazim Atilla que según la SEC estadounidense formó parte de un esquema de Ponzi en 2014.

Un juego peligroso. Así describen en The Guardian esta revolución de los patrocinios que diversos clubes de fútbol de primer nivel están firmando con empresas relacionadas con el mundo de las criptomonedas. No solo los clubes son ya parte de esta fiebre: varios jugadores como Pogba o Terry se han apoyado públicamente criptomonedas o NFTs, también un fenómeno en el mundo del fútbol. 

En los últimos tiempos hemos visto como otros deportistas célebres han comenzado a cobrar sus sueldos en criptomonedas (o casi). El problema es que, como explicaba Bill Esdaile, de la firma de marketing deportivo Square in The Air, "poca gente entiende cómo funcionas las criptos y cómo muchas decisiones se toman basadas en la confianza, pensando que si las firmas cripto dicen que tienen el dinero, lo tienen". El problema se extiende a otros deportes como el ciclismo, y esos ingresos rápidos —como los que proporcionaba la industria de las apuestas y el juego online, ahora limitado publicitariamente— han acabado atrayendo a esas entidades a negocios en los que el riesgo y la volatilidad son enormes.

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