Hace tan solo seis meses difícilmente podríamos haberlo intuido. La industria de los circuitos integrados ha continuado su camino durante los últimos tres años espoleada por una demanda creciente a la que ha sido incapaz de responder. Los fabricantes de chips de alta integración aún lo tienen todo vendido antes de producirlo, pero ya están empezando a apreciar síntomas claros de agotamiento.
Hace apenas dos semanas Pat Gelsinger, el director general de Intel, se mostró preocupado debido a que, aunque el crecimiento de esta industria parece estar garantizado a medio y largo plazo, ya hay indicios muy sólidos que reflejan que a corto plazo el panorama se va a complicar. Si queremos entender qué está fraguando este bandazo tenemos necesariamente que prestar atención a varios frentes.
Por un lado la recesión económica a la que algunos países están abocados está suavizando perceptiblemente la demanda de circuitos integrados. Además, el dramático incremento del coste de la energía está aumentando los costes de fabricación, y para rizar el rizo la inflación está disparando el precio de los componentes químicos y los equipos involucrados en la fabricación de semiconductores. El panorama empieza a ser sombrío.
En GlobalFoundries lo tienen claro: 2023 será un año difícil para los fabricantes de chips
La compañía estadounidense GlobalFoundries (GF), que hace unos años estaba integrada en el conglomerado empresarial de AMD, es el cuarto mayor fabricante de circuitos integrados del planeta. TSMC, Intel y Samsung acaparan unas cuotas de mercado más altas, pero el 7% de esta compañía, a la que la china UMC tutea con una cuota idéntica, la posiciona como un actor muy relevante. De hecho, GF es el mayor fabricante estadounidense de chips para terceros (la mayor parte de la producción de Intel es para sí misma).
GlobalFoundries ya está percibiendo con claridad un descenso de la demanda de semiconductores
La inercia que ha adquirido la industria de los chips y su relevancia deberían permitir a GF encarar el futuro con mucho optimismo, pero no va a ser así. Y es que Dave Reeder, su máximo responsable financiero, ha anticipado a Bloomberg que ya está percibiendo con claridad un descenso de la demanda de semiconductores, por lo que prevé que durante la primera mitad de 2023 esta tendencia comience a tener un impacto tangible sobre la salud financiera de los fabricantes de chips.
GF parece tener muy claro qué debe hacer: reducir sus gastos operativos en 200 millones de dólares anuales. Y para lograrlo va a recortar su plantilla, y también congelará completamente la contratación de personal no esencial. Estas medidas son impactantes si tenemos en cuenta que esta compañía ha anunciado recientemente que ha obtenido un récord de ingresos durante el tercer trimestre de 2022: nada menos que 2100 millones de dólares.
Las razones que explican a qué se debe el descenso de la demanda de chips con el que ya está lidiando GF son esencialmente las mismas que esgrimió Pat Gelsinger hace dos semanas: la recesión económica, la inflación y el incremento de los costes de la energía. En esta coyuntura no sería extraño que otros grandes fabricantes de semiconductores sigan durante las próximas semanas los pasos de Intel y GF, y también muestren públicamente su preocupación. Les seguiremos la pista muy de cerca.
Imagen de portada: GlobalFoundries
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