Probamos el Jaguar I-PACE, un SUV 100% eléctrico sorprendente que pide sitio a los Tesla del mundo

Probamos el Jaguar I-PACE, un SUV 100% eléctrico sorprendente que pide sitio a los Tesla del mundo

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Probamos el Jaguar I-PACE, un SUV 100% eléctrico sorprendente que pide sitio a los Tesla del mundo

Tener 400 CV disponibles con una pisadita del acelerador es algo espectacular, y lo es más aún considerando que esa entrega es total desde el primer momento. Esa es la promesa cumplida del Jaguar I-PACE, el primer modelo totalmente eléctrico de la prestigiosa marca británica.

Tuvimos la ocasión de probar brevemente este SUV, y en el trayecto realizado quedó claro algo singular: la ventaja que Tesla pudiera tener con sus vehículos parece haber desaparecido en muchos apartados. El Jaguar I-PACE es un coche que cualquiera querría tener, aunque muchos no tengamos al alcance los 109.000 euros de esa versión que pudimos conducir.

Un SUV de lujo que sorprende por fuera y sobre todo por dentro

El aspecto del I-PACE es majestuoso cuando uno lo contempla por primera vez. Las líneas se asemejan desde luego a las del F-PACE, pero son algo más deportivas y agresivas.

Los detalles aparecen por todas partes en ese exterior que por ejemplo cuenta con unos tiradores de puertas que se "esconden" y acoplan al coche (junto a los retrovisores) cuando apagamos el motor y activamos el cierre de las puertas.

El pequeño alerón trasero y la toma de aire del capó delantero también destacan como elementos funcionales de un diseño que como decíamos es el de un SUV deportivo.

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En el interior, aún más notas lujosas, tanto por las pieles que cubren y asientos y salpicadero como en otros tejidos como el Alcántara que encontramos por ejemplo en el guarnecido del techo y que Microsoft aprovecha para sus Surface Laptop, por ejemplo.

Ese salpicadero está también plagado de detalles interesantes y muy cuidados tanto en el diseño como en los materiales. Quizá no tanto en la ejecución, porque por ejemplo los tiempos de respuesta y sensibilidad de la pantalla táctil central desde la que se controlan muchas de las opciones del Jaguar I-PACE eran desde luego mejorables.

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Aún así, todo respira calidad en un diseño con elementos muy curiosos, como la presencia de un segundo maletero en la parte delantera del coche, que eso sí, es pequeño (27 litros) pero funcional.

Un eléctrico que no tiene nada que envidiar a sus competidores

La referencia del mercado de los coches eléctricos es desde luego Tesla, y es casi imposible no comparar al Jaguar I-PACE con el Tesla Model X que compite tanto por orientación como por precio.

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Tras nuestras pruebas la sensación con la que nos hemos quedado es la de una tranquilizadora sorpresa. Tesla no está sola ya en el terreno de los eléctricos que parecía dominar con solvencia, y parece claro que los fabricantes tradicionales también saben hacer eléctricos fantásticos.

Es el caso del I-PACE, que pudimos conducir brevemente y que desde el primer momento confirmó cómo esa entrega total de potencia desde el minuto 0 es impresionante. Teniendo en cuenta que ante nosotros teníamos 400 caballos de potencia, la primera advertencia que nos hicieron desde Jaguar era lógica: cuidado con cómo le pisas, se va enseguida.

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Así era, y esa conducción está dominada por esa sensación de que en cualquier momento puedes pedirle más a un coche que te lo dará de forma instantánea. La respuesta es absolutamente directa, y eso es lo primero que choca de un eléctrico, que te entrega todo lo que tiene con rapidez y sin medias tintas.

Eso se nota en su aceleración (de 0 a 100 km/h en 4,8 segundos) y en una velocidad punta de 200 km/h a la que, eso sí, ni nos acercamos por asomo en nuestras limitadas pruebas. Sus 4,68 metros de largo esconden, eso sí, un peso algo más elevado de lo que podría pensarse: 2,2 toneladas que se hacen llevaderos gracias a esos citados 400 CV de potencia.

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Lo otro que sorprende, claro, es el ruido. O más bien, la ausencia de él, algo que hace especialmente interesante el hecho de que contemos con un sistema que genera ruido interior para simular el que haría un coche no eléctrico.

No pudimos probar el sistema de recarga, pero desde luego es curioso encontrar la toma encima de la rueda delantera izquierda, y también sorprende —aunque insistimos, no pudimos confirmarlo— su autonomía, que según Jaguar es de 480 kilómetros.

Esa batería de ión litio y 432 celdas ofrece una capacidad de 90 kWh, que según el fabricante puede cargarse al 80% en tan solo 40 minutos si lo hacemos desde un punto de carga rápida. Con un punto de carga en nuestro hogar de 7kW el tiempo de carga completa asciende a 12,9 horas, por ejemplo.

Tecnología a raudales

Este coche eléctrico también muestra su personalidad futurista en diversos elementos del salpicadero. El cuadro de mandos tras el volante, por ejemplo, es completamente digital y personalizable. Por ejemplo, podremos situar en ella la ruta con el mapa de navegación o la información del ordenador de abordo.

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A esa parte de la información visual se le unen la citada pantalla central de 10 pulgadas y una segunda pantalla de 5 pulgadas para los controles de la climatización. Hay otro elemento destacable más en este apartado: el HUD que proyecta por ejemplo el límite de velocidad, la velocidad actual o las direcciones en trayectos con el navegador GPS sobre el parabrisas de forma clara.

En Jaguar también mencionaron la presencia de un sistema de inteligencia artificial que aprende de tus gustos en ámbitos como la climatización o la emisora de radio favorita, y también hay un sistema que asocia el mando del coche con el conductor y permite así ajustar asiento, mandos y retrovisores a su posición ideal. Aquí hay más memoria que inteligencia como tal, pero estas ayudas son sin duda parte de una apuesta por una experiencia lo más automatizada y cómoda posible.

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En el interior encontramos un curioso hueco central debajo de los controles de climatización —con unos atractivos controles giratorios con pantalla integrada que recuerdan en cierta medida a los termostatos de Nest— para poder dejar allí el teléfono, aunque en Jaguar no parecen haber contado con la fuerza centrífuga que puede hacer que los objetos allí depositados acaben cayéndose a uno de los lados.

En esa apuesta por la tecnología encontramos puertos de carga USB, una ranura SIM que además está conectada a un punto de acceso 4G y, al menos en Estados Unidos, soporte para el asistente de voz Alexa. Podremos pre-acondicionar el coche antes de un trayecto (climatización interna, por ejemplo), y será posible que el coche "le hable" a nuestra casa para activar iluminación o calefacción y aire acondicionado cuando nos acerquemos a ese destino.

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Sin embargo uno de los elementos más interesantes a nivel tecnológico es el de las actualizaciones OTA para el Jaguar I-PACE, que adaptan así la idea de los Tesla que pueden introducir nuevas mejoras, novedades y potenciales correcciones de su software interno sin que el usuario tenga que hacer nada ni llevar el coche a un servicio técnico oficial.

Póngame dos, por favor

Quien suscribe no ha conducido otros coches eléctricos y no puede comparar de forma objetiva, pero lo que sí he hecho es conducir durante más de 20 años coches con motor de combustión, y aquí la diferencia es obvia por esa entrega de potencia y esa combinación de tecnología y futuro que hacen impensable no admitir que los eléctricos son el futuro.

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Ese futuro, al menos del I-PACE, es caro. La versión básica cuesta 79.100 euros, pero en nuestras pruebas pudimos probar la versión más cara, que sale por 109.000 euros e incluye todos los extras tanto en interiores y equipamiento como en exteriores.

Es por tanto un coche caro, pero teniendo en cuenta el nicho de mercado al que está dirigido —el Tesla Model X se acerca a los 170.000 euros en su versión más ambiciosa— ese precio parece estar en línea con una propuesta que claramente entra dentro del sector del motor de lujo.

Lo bueno, queridos lectores, es que todas esas propuestas (detalles premium aparte) o han llegado o acabarán haciéndolo a gamas más asequibles.

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