Hace muchos años tuve el privilegio de asistir a la presentación mundial de la primera Xbox. En aquel evento, un grupo de periodistas trasteábamos con la consola y uno de ellos comentó: ‘No se van a comer nada’ en referencia a la entonces hegemonía absoluta de PS2. En ese momento, otro de los periodistas allí reunidos le miró muy serio y le replicó: ‘Sí, lo mismo decían de Windows 1.0’.
Microsoft es muchas cosas, algunas buenas, otras no tanto, pero si hay algo que la compañía ha sabido hacer como nadie es perdurar y además con bastante éxito. La Xbox es precisamente ejemplo de algo que los de Redmond hacen a veces y que, a juzgar por las palabras de Steve Ballmer en su última carta anual a los accionistas, vamos a ver mucho más: lanzar su propio hardware.
La noticia del día, básicamente, es que Steve Ballmer ha anunciado el comienzo de una nueva era para Microsoft, una era en la que la compañía lanzará hardware específico más a menudo.
Ballmer no ha explicado a qué se refiere con esto de lanzar más hardware, pero a la luz de la presentación de los tablet Surface y de los insistentes rumores de un smartphone Windows 8, podemos deducir que no se está refiriendo precisamente a ratones y teclados.
El final de una era (ahora sí)
En su carta, Ballmer explica cómo Microsoft a veces lanza dispositivos que responden a propósitos muy específicos como la Xbox o los tablet Surface. El CEO de Microsoft añade que el lanzamiento de Surface supone un salto decisivo para la compañía en áreas de negocio que serán de vital importancia en el futuro.
Las palabras de Steve son muy lógicas. Hemos tardado cerca de dos años pero finalmente sí que podemos hablar, en cierta manera, de una era post PC. Hasta ahora, los tablet no podían sustituir a un ordenador estándar para ciertas tareas, especialmente las relacionadas con productividad.
Esa situación ha cambiado. Aunque hay categorías de producto, como las estaciones de trabajo o los grandes ordenadores para videojuegos que siguen siendo necesarios, la mayor parte de usuarios se pueden apañar con un tablet para su día a día.
En Microsoft le vieron venir las orejas al lobo y su respuesta fue Windows 8, un sistema operativo multipropósito pensado para funcionar por igual en tabletas o en ordenadores más tradicionales.
Un ecosistema propio
Los que no vieron venir al viejo lobo Microsoft fueron los fabricantes de hardware. La pataleta de Acer cuando los de Redmond lanzaron la Surface fue muy sintomática y, aunque fueron los únicos en quejarse públicamente, estoy seguro de que en Asus, Samsung o HTC también hubo reuniones nada alegres para comentar la jugada. El propio Ballmer siempre ha asegurado que las Surface son complementarias a los demás tablet que hay en el mercado, pero su lanzamiento no es precisamente una maniobra amistosa.
No es de extrañar que Microsoft decidiera ‘jugársela’ a sus clientes habituales convirtiéndose en su competidor de la noche a la mañana. Al fin y al cabo esos clientes llevaban dos años tonteando reiteradamente con otro sistema operativo, Android, que cada vez funciona mejor y que no cobra peaje (al menos no directamente) por su uso.
En realidad, Android fue sólo el detonante de la decisión de Microsoft. Si los de Redmond han decidido meterse a fabricar hardware y software asociado es, sencillamente, porque pueden; porque han visto hacia donde va el mercado y tienen los medios para dar ese golpe de timón sin que se les hunda el barco.
A nadie se le escapa que Microsoft ve en Apple (su amado y odiado archirrival de toda la vida hasta que apareció Google) el reflejo de lo que quiere ser, una compañía que disfruta de un ecosistema propio con su hardware y su software y no depende de terceros (a excepción de fabricantes de componentes, claro está).
Se acerca una tormenta
La decisión de Microsoft pone a todo el sector en el camino a aguas menos mansas que las actuales. Los fabricantes de tabletas tienen un competidor más y, por mucho que el inocente de Stephen Elop lo niegue, Nokia y el resto de fabricantes de móviles harían bien en contar con que no pasará mucho tiempo antes de que llegue un Surface Phone.
Microsoft lleva navegando entre estas olas bravas desde el lanzamiento de Windows Phone 7, un sistema operativo que, personalmente, me parece soberbio pero que por diferentes razones no acaba de atrapar la suficiente cuota de mercado. El propio Ballmer ha visto recortado su bonus anual en un 9% debido a la lentitud con la que Windows Phone está despegando.
Ese toque de atención también tiene que ver con el no haber logrado un acuerdo con la UE en lo que al navegador se refiere, una disputa antimonopolio que ya le ha costado más de mil millones de dólares en multas.
Más allá de los golpes a los ingresos de Ballmer, el problema de Microsoft no es sólo el lento despliegue de Windows Phone. La compañía sigue recibiendo muchos ingresos de las ventas de licencias a fabricantes de PC tradicionales cuyas ventas han descendido un 3% en el último año y están estancadas precisamente por la irrupción de los tablet y ultrabooks.
Está claro que Microsoft debía tomar esta decisión ahora, pero eso no quiere decir que el momento de mercado sea el más favorable a sus deseos. No es la primera vez que ocurre esto. La veterana compañía a veces acierta (Xbox) y a veces falla (Zune) pero de una manera o de otra siempre sale adelante. No en vano lleva en esta guerra desde antes de que siquiera hubiéramos oído hablar de muchos de sus rivales actuales.
Más información | Carta de Steve Ballmer a sus accionistas
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