Estamos en 2022 y las gafas de realidad aumentada siguen dando miedo

Gafas
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En poco tiempo se van a cumplir diez años desde que Google anunció oficialmente sus Glass. Muchos pensamos que serían un punto de inflexión en nuestras vidas, sobre todo cuando para 2015 a más tardar lograsen mejorar su aspecto para hacerlas menos intimidantes. Para 2020 seguramente asumíamos que tendríamos ligerísimas y versátiles gafas acompañándonos en nuestro día a día.

Qué ingenuos éramos.

Diez años después de aquel sueño de Google que tornó en pesadilla que nunca termina —nunca lograron un lanzamiento comercial ni una mejora real en su aspecto, pero hace tres meses seguían empeñados en lograrlo—, el MWC 2022 ha vuelto a poblarse, como hace unos años, de propuestas de varios fabricantes en torno a unas gafas de realidad aumentada.

Grosor e intimidación

Oppo presentó sus Air Glass: unas gafas perfectamente normales y discretas sobre las que se superpone un enorme monóculo con gigante patilla incorporada. Un conjunto que podríamos resumir como extremadamente llamativo y notable.

La tecnología y su miniaturización no están listas para el paso clave para la realidad aumentada: crear productos que no resulten intimidatorios a quien se nos cruza por delante

Otro fabricante vecino cantonés de Oppo, TCL, lanzó también su propuesta, las NXTWear Air, meritorias con el uso de microOLED, pero con las patillas muy gruesas y un sistema de espejos que ensancha la montura en todas sus partes posibles. El resultado es el de unas gafas que, como las de Oppo, lucen más como un prototipo que como un producto final.

Ni TCL ni Oppo han hecho un mal producto como tal, sino que seguramente han hecho lo que han podido con la tecnología que tienen disponible en el momento en que la han lanzado. No siempre es negativo pecar de impaciente, sobre todo si se tiene colchón financiero para sostenerlo. Durante años, Samsung ha llegado demasiado pronto a ciertas categorías de producto —relojes inteligentes, televisores curvos, móviles plegables— y eso le ha llevado a otros escenarios más adelante —relojes mucho mejor acabados con buenas cifras de ventas, dos generaciones de móviles con los bordes curvos, teléfonos plegables cada vez mejor rematados—.

Estamos en 2022 y las propuestas en torno a gafas de realidad aumentada siguen sin cumplir un principio fundamental que los relojes tardaron muy poco en solventar: percibirse como un accesorio más, no como un accesorio intrusivo muy grueso que intimide a los demás.

Las Google Glass trataron de venderse como un artilugio de ciencia ficción a nuestro alcance, y al menos en su primera etapa nunca pasaron de ser un cartel de neón sobre nuestra frente con la palabra "friki" que ahuyentaba al resto más allá de una aproximación curiosa inicial. Algo que no ayudó a que trascendiese de su propósito inicial de comercialización a desarrolladores. La insistencia de actores medianos o pequeños en ofrecer sus versiones es loable desde el punto de vista de quien espera que alguien dé en la diana, pero ganar a los dardos es una cuestión de puntería, no de insistencia, y eso suele estar reservado a los grandes.

Ni Apple ni Samsung han dado pasos en este sentido. Lo de Apple es más predecible, no suele llegar el primero a las gamas de producto, sino a esperar a que las tecnologías que las respaldan maduren y sean más viables para lograr ventas masivas. Samsung, en cambio, sí tiene ese espíritu arrancador. Por convencimiento táctico y por su condición de vendedor de componentes a otros fabricantes, no solo de productos finales. Pero tampoco ha mostrado nada. Tuvo una andadura efímera con la realidad virtual en 2014, logró la madre de todas las fotos en 2016 y nunca volvió a aparecer por ahí. Su propuesta no estaba nada mal, pero las ventas no acompañaron. En la aumentada, de momento, no ha intervenido.

Mark Zuckerberg apareciendo en la presentación de Samsung en el MWC 2016 con todos los asistentes ajenos a su llegada por usar un casco de realidad virtual.
Mark Zuckerberg apareciendo en la presentación de Samsung en el MWC 2016 con todos los asistentes ajenos a su llegada por usar un casco de realidad virtual.

Las Google Glass acabaron siendo encomendadas a Tony Fadell, padre del iPod e inversor en empresas como Nothing, contexto perfecto para cuando se requiere priorizar el diseño.

Acaba el Mobile de 2022 y seguimos en lo más habitual, ya casi tautológico en lo que a gafas de realidad aumentada se refiere: mucho viaje y pocas alforjas.

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