Se tiende a establecer un paralelismo entre el número de horas que se dedican al trabajo, al estudio o a cualquier actividad, con una mayor productividad. Como ya te hemos contado en alguna ocasión, la cosa no funciona así. La productividad tóxica o, dicho de otra forma, la productividad entendida como un trabajo continuo sin espacio para el descanso, solo conduce a un camino: el Síndrome del empleado quemado o Burnout.
Para que la búsqueda de la máxima productividad no te lleve a un estado de agotamiento, Tony Schwartz, CEO de Energy Project y coautor del libro ‘The Way We're Working Isn't Working’ (La forma en la que trabajamos no está funcionando), recomienda utilizar el método Sprint.
Las maratones llevan el cuerpo al límite, pero no son productivas
En esta conferencia, el experto explica los fundamentos del método Sprint que, en pocas palabras, consiste en concentrar toda tu atención en la tarea que estás llevando a cabo durante no más de 90 minutos, para después tomarte un tiempo para descansar. Como una carrera de esprint en la que tú eres el corredor y el premio por llegar a la meta es completar la tarea.
La analogía con una carrera de velocidad que hace Schwartz es literal. En su opinión, la jornada laboral debería ser algo más parecido a una competición de 100 metros lisos, en la que se gasta la energía durante un determinado tiempo, y se vuelve a recuperar, y no una maratón agotadora.
Tal y como el experto publicó en Harvard Business Review, trabajar constantemente y sin tomarse los descansos adecuados, sólo lleva al agotamiento físico y mental. El coste que se paga por ello es sacrificar por el camino la creatividad, la capacidad de tomar buenas decisiones y el compromiso con los objetivos laborales y personales.
Un esprint dándolo todo y, luego, relax
Según Tony Schwartz, las tareas deberían agruparse en esprints de 90 minutos, algo similar a lo que se hace en las sesiones de trabajo profundo. Durante ese tiempo, debes dedicarte únicamente y exclusivamente a la tarea que has dispuesto.
La elección de este periodo de tiempo se debe a los ritmos ultradianos, un estado físico del cuerpo humano que le permite entregar una gran cantidad de energía, pero que, al agotarse en 90 minutos, necesita un periodo de descanso para recuperarse.
El escritor asegura que es habitual ignorar las señales que el cuerpo envía, u ocultarlas consumiendo azúcar, café u otros estimulantes, y nos empeñamos en seguir trabajando. Nos obstinamos en convertir carreras de esprint con descansos, en maratones con las que se pierden capacidades por no parar a descansar durante unos minutos.
Para ello será necesario preparar con cierta antelación el escenario de trabajo: silenciando cualquier distracción por parte de los dispositivos electrónicos, y planificando o agrupando tareas exigentes que requieran la máxima concentración o distintas tareas relacionadas con el mismo proyecto.
Una vez completados los 90 minutos del esprint, toca darle un merecido descanso al cerebro. Acabas de darlo todo en una carrera muy exigente, por lo que no te sientas culpable por levantarte de tu mesa e ir a tomarte un café, beber algo para hidratarte, salir a cinco minutos a la ventana a ver la calle o estirar un poco las piernas.
Lo que sea, pero nunca seguir trabajando durante esos cinco o diez minutos para dar un descanso total a tu cuerpo y tu cerebro y, así, recuperar toda la energía y afrontar un nuevo esprint de trabajo durante otros 90 minutos.
Imagen | Unsplash (Braden Collum)