Muchos empleados experimentan ansiedad ante un gerente que aplica modelos de microgestión sobre el trabajo de sus empleados. Esa falta de autonomía y capacidad de decisión a menudo termina provocando lo que denomina como Burnout o Síndrome del trabajador quemado.
Existe una delgada línea entre ese exceso de celo en la supervisión que coarta la capacidad de decisión del empleado y la supervisión periódica del trabajo realizado. Prestar atención no es vigilancia.
Sin embargo, te sorprenderá descubrir que, algunas personas, necesitan experimentar un cierto grado de supervisión para ser más productivas y no dejarse llevar por la procrastinación. Es lo que se conoce como el Efecto Hawthorne aplicado al ámbito del trabajo o el estudio.
Que es el efecto ‘Efecto Hawthorne’
El Efecto Hawthorne es una forma de reactividad psicológica que se observó por primera vez en 1955, cuando el psicólogo y sociólogo Elton Mayo analizaba la productividad de en la fábrica Hawthorne Works de Western Electric, y de ahí adoptó su nombre.
Este efecto hace referencia a que, cuando alguien participaba en el experimento de Mayo, y era consciente de que está siendo observado, tendía de forma instintiva a trabajar un poco más de lo que lo haría cuando nadie controla lo que hace.
De hecho, el Efecto Hawthorne es una de las principales preocupaciones de los investigadores a la hora de hacer experimentos y pruebas piloto como las de la semana laboral de cuatro días que se están llevando a cabo por todo el mundo, por el riesgo de que recoger datos condicionados por la observación. Por eso se llevan a cabo durante largos periodos de tiempo.
En la actualidad, todavía existe un cierto debate sobre si este fenómeno realmente condiciona el resultado de los experimentos o no, pero lo que la literatura especializada en TDAH confirma es que, esa supervisión periódica, mejora la capacidad para concentrarse de las personas con déficit de atención, y les ayuda a completar sus objetivos.
Utilizar el Efecto Hawthorne a tu favor
Es cierto que no todo el mundo experimenta un mejor rendimiento cuando se sabe observado, pero si es tu caso y descubres que cuando un tercero espera que cumplas unos determinados objetivos eres capaz de concentrarte más y cumplirlos con menos esfuerzo, ese puede ser un buen punto de partida para aprovechar este método.
Tampoco se trata de buscarte a un jefe tóxico para que controle cada paso que das, pero sí establecer una serie de compromisos periódicos para sentirte condicionado a cumplirlos. Por ejemplo, puedes pedirle a tu supervisor mantener una conversación semanal de unos 10 minutos para que valore tus tareas semanales.
Esta supervisión semanal, siempre que se realice de forma constructiva, tendrá efectos motivadores sobre la persona que los recibe, que apreciará cómo se valora su esfuerzo y compromiso y encontrará formas de hacer más eficiente su trabajo.
Si acudir a un supervisor no es una opción, esa tarea podría asumirla un compañero de trabajo, de clase o alguien con un trabajo similar al tuyo. Este seguimiento sirve para que la persona asuma un compromiso con un tercero y no deje espacio a las excusas autocomplacientes que dan lugar a la procrastinación de las tareas.
Si nadie de tu entorno puede asumir esa tarea, existen una serie de “compañeros digitales” que permiten llevar un seguimiento del avance de los procesos. Ya te hablamos de ellos a la hora de crear un nuevo hábito. Estas apps contribuyen a establecer un objetivo en un plazo determinado.
Algunas personas se sienten condicionadas a mejorar su atención cuando están rodeadas por otras personas. En un escenario con otras personas a su alrededor, es probable que continúen teniendo las mismastentaciones de dejar de hacer su tarea y ponerse a ver vídeos de gatitos o navegar por las redes sociales, pero la simple presencia de otras personas hace que se cohíban y continúan trabajando.
Si eres estudiante, puedes intentar ir a una biblioteca a estudiar, o si teletrabajas y consigues centrarte en el trabajo, tal vez debas considerar volver a la oficina o ir a trabajar a un coworking para rodearte de gente que te ayude a “sentirte observado” y condicione –sin saberlo— tu productividad.
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Imagen | Pexels (Kindel Media)
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